Los países en desarrollo han experimentado los impactos del cambio climático y se enfrentan así a grandes pérdidas y daños, tanto económicos como físicos. Y es que en los últimos años han atravesado olas de calor, inundaciones y otros desastres naturales.
Sin embargo, muchas de estas naciones no han hecho nada para frenar el deterioro del planeta. Son los países más ricos, las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero, según data del Global Carbon Project.
Este tema es recurrente y un punto de negociación en las conferencias climáticas de las Naciones Unidas, las cuales se celebran casi todos los años desde 1995. No obstante, ha habido poco avance en la inclusión de un mecanismo financiero para pérdidas y daños en los acuerdos climáticos internacionales.
Pero ¿Qué se necesita para hacer frente al cambio climático? Estos países requieren invertir en medidas de adaptación, tales como diques, agricultura climáticamente e infraestructura que sea más resistente a las altas temperaturas y las tormentas extremas.
De acuerdo con el Informe sobre la Brecha de Adaptación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, publicado el 3 de noviembre de 2022, los países en desarrollo necesitan entre cinco y diez veces más financiación internacional que las naciones más ricas.
COP27 una nueva oportunidad
Muchos países en desarrollo ven la COP27, celebrada desde el 6 al 18 de noviembre en Egipto, como un momento crucial para lograr debatir sobre pérdidas y daños.
El Centro sin fines de lucro para Soluciones Climáticas y Energéticas espera que las discusiones se centren en los arreglos institucionales para la Red de Santiago para Pérdidas y Daños, que se enfoca en brindar asistencia técnica para ayudar a los países en desarrollo a minimizar las pérdidas y daños.
Estas expectativas se dan un año después de que se llevara a cabo la COP26, la cual fue vista como una decepción por los defensores que intentaban establecer un mecanismo financiero sustentado por las naciones más ricas.
Cabe mencionar que hace más de una década, los países desarrollados se comprometieron a aportar 100.000 millones de dólares al año para financiar la adaptación y la mitigación en los países en desarrollo. Pero han tardado en cumplir con ese compromiso, por lo que dicho monto no cubre las afectaciones.