Por Stakeholders

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Por: Bernardo Kliksberg
Integrante del alto panel mundial de seguridad alimentaria

La economía mundial sufre una fuerte tendencia al estancamiento. Las economías europeas solo crecerán un 1.5% en el 2016; Japón un 0.6%; USA crecerá un 1.5% y Rusia caerá un 0.8%. El crecimiento de China seguirá siendo lento frente a épocas anteriores, 6.7%. La tasas de desocupación seguirán siendo elevadas para toda la euro área, con picos como el 23.2% en Grecia, y el 19.3% en España.

Los impactos sobre los jóvenes serán aún más acentuados. Según OIT, la tasa de desocupación juvenil global superará el 13%. La calidad de los trabajos seguirá degradándose. En toda la Unión Europea un tercio de los jóvenes que tienen ocupación están en trabajos temporarios porque no encuentran trabajos permanentes. En un país como Sudáfrica, el 50% de los jóvenes están desempleados, y el 38% de los jóvenes que trabajan viven en pobreza moderada o extrema.

Estas condiciones, sumadas a los efectos del cambio climático y las guerras, están creando cuadros sociales de alta gravedad, entre ellos las migraciones en gran escala. Se estima que más de un millón de personas llegaron a Europa en el último año, corriendo los riesgos de cruzar el Mediterráneo, desesperadas por encontrar un lugar donde vivir y trabajar. Como lo vienen denunciando organismos internacionales en Europa, la situación fue aprovechada por sectores racistas para impulsar la xenofobia.

El Papa Francisco hace permanentes llamados a tener en cuenta a los excluidos, y reemplazar la “codicia desenfrenada” por la solidaridad y una economía más justa. Resalta el Papa: “el ser humano es considerado un bien de consumo que se puede usar y tirar. Hemos comenzado una cultura del descarte…la mayoría se debilita frente a la deformidad de la economía y las finanzas”. En su excepcional Encíclica Laudato SI ha convocado asimismo a enfrentar activamente el calentamiento global, que está destruyendo los equilibrios ancestrales de millones de seres humanos, y bregar por la armonía con la naturaleza y la diseminación de energías limpias.

Varios ejemplos recientes, muestran que se puede hacer diferente. Hamdi Ulukaya es un inmigrante turco, que llegó a USA y fundó la empresa de yogurt saludable Chobani, que se ha convertido en un gran éxito empresarial. Movido por sentimientos profundos de solidaridad visitó la Isla de Lesbos, uno de los lugares de donde parten los inmigrantes desesperados. Ofreció trabajo en su empresa, a
varios centenares de inmigrantes. Ello cambió totalmente sus vidas y las de sus familias. Comenta sobre su ejemplo The New York Times que “también creó una Fundación para ayudar a los refugiados. Sus conductas los han hecho un foco de ataques racistas”.

En otro plano diferente, el del cuidado de la naturaleza, una de las empresas petroleras líderes a nivel mundial Stateoil de Noruega, termina de anunciar nuevas inversiones de investigación en energías renovables, que eleven su inversión global en la materia a más de mil millones de dólares. Entre sus proyectos se hallan el primer parque de viento flotante en el mar, y un fondo permanente de inversiones en innovaciones en energías limpias. La empresa estima que sus proyectos abastecerán de energía limpia a un millón de hogares, “No solo debemos ser consistentes con las metas de nuestra empresa, sino también con las realidades del cambio climático” señala la empresa.

En ambos casos, y muchos otros señalables de diversos sectores, está subyacente la idea de que el otro me importa.







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