
¿De qué hablamos cuando nos referimos a una ciudad sostenible aquí en el país?
Desde Sistema Urbano, por ejemplo, vemos a la seguridad ciudadana más allá de solamente la criminalidad. En términos de sostenibilidad, se relaciona con las condiciones ambientales, la movilidad sostenible, los espacios públicos, la calidad de la vivienda y más. Todo eso tiene un impacto. Hay que entender la idea de que la ciudad en la que vivamos, no importa su tamaño, nos debe ofrecer bienestar y calidad de vida. Eso se logra si impulsamos estrategias de sostenibilidad urbana.
A pesar de la coyuntura que atravesamos, ¿está siendo consciente la ciudadanía de la envergadura de lo que significa el cambio climático?
Tenemos la ventaja de que estamos frente a una sociedad de Lima y Callao que en su gran mayoría tiene consciencia de que el cambio climático tiene una causa antrópica. En otras ciudades o países no existe necesariamente ese convencimiento.
Sin embargo, es importante mencionar que es un error enfocar esto solo desde la responsabilidad individual, sobre todo cuando la ciudad está gestionada por autoridades. A pesar de los pocos recursos, las políticas públicas deberían atender necesidades y prevenir problemas asociados al cambio climático y otros factores de sostenibilidad.
En el contexto de una movilidad sostenible, ¿en qué medida los ciudadanos en Lima podemos apostar por desplazamientos que generen un menor impacto ambiental?
Se puede promover el uso de medios de transporte diferentes. Podemos referirnos al desplazamiento en microescala. Si existiera una adecuada planificación urbana y de transporte, se tendrían veredas suficientemente seguras y cómodas para que recorridos de corta distancia se realicen caminando. Por otro lado, contamos con un aeropuerto que no está conectado a medios de transporte masivo de forma adecuada, o no existe una prioridad para el transporte público que debería contar con carriles exclusivos para mejorar la movilidad de las personas.
Desde el ámbito público, ¿por qué consideras que no se ha dado la prioridad debida para brindar las condiciones urbanas con la finalidad de un desplazamiento o movilidad más sostenible?
El problema radica en que se ha estado trabajando en un modus operandi de corrupción. Además, prima un enfoque en el que se considera que la modernidad está basada en paradigmas de ciudades proauto, como Norteamérica. Muchos piensan que obtener un auto es señal de progreso. En esa línea, si bien aún la tasa de autos por cada 1000 habitantes es poca en el Perú, no contamos tampoco con el espacio e infraestructura óptimos para su circulación.
“No nos hemos dado cuenta como país que lo que estamos enfrentando no es solo una crisis de cambio climático”.
La actualidad refleja varios problemas que afectan la convivencia de los peruanos. ¿Desde qué perspectiva se debería entender este panorama?
En realidad, no nos hemos dado cuenta como país que lo que estamos enfrentando no es solo una crisis de cambio climático, sino que también estamos frente a lo que se denomina una policrisis. Un contexto donde muchos de nuestros sistemas habitables están colapsando, pero además figuran policrisis sociales importantes. Por ejemplo, la migración, así como los efectos de la pandemia que no se desestima otra en un futuro. Para ello se necesita trabajar con las ciudades y las comunidades.
¿Cómo se debería actuar frente a estos contextos? ¿Desde Sistema Urbano han buscado aplicar un modelo?
Contamos con un programa que se denomina “Ocupa tu barrio”. Este busca trabajar integralmente con una comunidad en la identificación de sus fortalezas y debilidades a través de lo que llamamos un protocolo de resiliencia, el cual les permita como colectivo atender las crisis que enfrentan. Problemas como el hambre, la falta de empleo, la inseguridad ciudadana y otras. Es el caso de la adaptación al cambio climático, una situación donde personas se van a desplazar, y los grupos vulnerables serán los más afectados. En ese sentido, nuestro trabajo también pasa por hacer escuchar la voz de ellos y de la ciudadanía.
¿Somos los ciudadanos menos felices que en años anteriores, especialmente en Lima y Callao?
En los primeros diez años de la encuesta de Lima Cómo Vamos (2010 – 2020), siempre la gente del Callao era más orgullosa y estaba más satisfecha con su vida en la ciudad. Eso rompía con el estereotipo generalizado de que era un territorio peligroso y otras percepciones negativas. No obstante, en la actualidad, mi sensación es que en una ciudad tan desigual y con los problemas que presenta no se puede ser feliz.
En este marco, y sin intención, ¿nos hemos vuelto en personas que viven en un estado constante de alerta?
Te confrontas con los propios problemas a nivel individual; sea que vivas en el lugar más caro de la ciudad, persiste el temor de que seas víctima de robo o una congestión vehicular. En los lugares con mayor pobreza, es evidente la necesidad diaria de manutención, por ejemplo. Todas estas situaciones generan un estadio que impacta en la forma en que nos entendemos como sociedad.
Aunque, por otra parte, también somos conscientes de lo bueno que tiene el país…
Los peruanos, limeños y chalacos somos gente maravillosa. Sin embargo, la situación diaria es suficiente, como el solo hecho de querer movilizarse, para transformarnos en personas que quizá viven a la defensiva diariamente. Podemos decir que el efecto más marcado del caos vehicular, en la capital, es que a la mayoría nos vuelve de esa manera.
En esa línea, entonces perdura un nivel alto de estrés y violencia social en Lima, donde nuestra convivencia se vuelve dolorosa. Si a ello se suman otros aspectos como la desigualdad, la inseguridad, etc., se profundiza. A pesar de que como nación tenemos muchas cosas por las que enorgullecernos, considero que este contexto es un gran problema en la actualidad.