Cómo el conocimiento tradicional, la planificación adecuada y la participación de múltiples partes interesadas son contribuyentes cruciales para diseñar un camino sostenible para la seguridad hídrica.
Por Fernando E. Ghersi
Director de The Nature Conservancy en Perú
Perú es uno de los países con mayor biodiversidad del mundo y un actor clave para abordar el cambio climático a nivel mundial. La rica historia del país de contar con la naturaleza para abordar los desafíos ambientales y sociales se remonta a la época precolombina. El uso respetuoso de los recursos de la naturaleza es una tradición en el Perú, ya sea en la selva amazónica, el altiplano andino o las costas y océanos desérticos del Pacífico. Sin embargo, en nuestro camino hacia el desarrollo económico, el país enfrenta desafíos sin precedentes para encontrar un equilibrio entre el bienestar de la naturaleza y el bienestar de las personas a medida que construimos una sociedad más sostenible.
Con 159 cuencas fluviales, Perú tiene vastos recursos hídricos, sin embargo, está en una situación de alto riesgo de escasez de agua en áreas urbanas y rurales debido a la gestión inadecuada y los impactos del cambio climático. Cambiar la forma que el gobierno, las ciudades, la industria, las comunidades y las empresas de servicios de agua gestionan este recurso vital sigue siendo un tema central que debe abordarse colectivamente. Restaurar y proteger ecosistemas críticos de las amenazas y adaptarlos a los impactos del cambio climático no es solo una idea romántica de los ambientalistas, es una cuestión de sentido común. El fenómeno climático de calentamiento inusual de las aguas superficiales, El Niño costero de 2017, y la pandemia de COVID-19 han evidenciado décadas de descuido en la planificación y desarrollo de la infraestructura y los servicios de agua. Para abordar las crisis futuras, necesitamos un cambio de paradigma que coloque a la naturaleza en el centro de nuestros procesos de planificación.
Las autoridades peruanas, el colectivo de ONG y las comunidades locales, han probado este nuevo paradigma y demostrado que formar alianzas centradas en Soluciones basadas en la naturaleza (NbS), como la recuperación de amunas (canales de infiltración ancestrales), reforestación con especies nativas y construcción de presas de bajo impacto en cochas para recargar acuíferos, pueden mejorar la capacidad de adaptación local y la resiliencia a los riesgos hídricos y los impactos del cambio climático. Además, empresas de saneamiento como SEDAPAL están diseñando portafolios de proyectos de infraestructura natural y movilizando inversiones para ayudar a restaurar cuencas hidrográficas para asegurar el suministro de agua, no solo en las grandes ciudades sino para las comunidades en riesgo.
El involucramiento del sector privado también ha demostrado cómo las empresas pueden beneficiarse de la naturaleza y lo qué pueden hacer para restaurar y preservar los recursos hídricos, mientras avanzan en sus agendas de responsabilidad social y ambiental, conectando con comunidades que aportan su conocimiento tradicional, experiencia y visión a los diferentes procesos de gestión del agua.
Estos esfuerzos colectivos ayudan a crear un marco que garantice la gestión sostenible, basada en la naturaleza, de los recursos hídricos a través del financiamiento verde y políticas públicas efectivas. Tal estructura demuestra que la gestión sostenible del agua puede beneficiar a toda la sociedad, ayudando a reactivar la economía y cerrar la brecha en infraestructura y servicios de agua, y también puede ser la contribución de Perú para enfrentar la emergencia climática. Pero este cambio sistémico solo podrá lograrse si todos los grupos interesados claves comprometen sus intereses en favor del bien común.