Por Stakeholders

Lectura de:

Jaime Aritio
Gerente de Desarrollo de Negocios de Renta4 para Latinoamérica

La capacidad de generación de caja de una empresa, su nivel de apalancamiento financiero o sus márgenes operativos son algunas de las variables tradicionales que los gestores de activos o asset managers analizamos en nuestros procesos de selección de activos y la rivalidad existente en nuestra industria por generar los mayores retornos no es un secreto.

El nivel de competencia es tal que cualquiera que hace un par de años pasara por el Stone Street Tavern un día de semana tras el cierre del mercado vería a banqueros de Goldman Sachs, Morgan Stanley o Deutsche Bank discutir enérgicamente sobre las perspectivas de crecimiento del Banco Mundial para China o sobre las últimas declaraciones del presidente del Banco Central de EEUU.

Si hoy volviéramos a este concurrido pub es probable que -desde otro prisma de mercado- sigamos viendo como la conversación gira en torno a las dos economías más grandes del mundo. Sin embargo, pronto advertiremos que la discusión trasciende de los debates tradicionales sobre qué tipo de activo se comporta mejor en el entorno de mercado actual o qué región registrará el mayor crecimiento. Observaremos como la conversación se estructura en torno a las megatendencias, entendidas como las grandes fuerzas disruptivas que transforman la economía y la sociedad de manera estructural e irreversible.

Algunas de estas megatendencias pueden resultarnos familiares, como el rápido crecimiento de entornos urbanos impulsado por la migración desde zonas rurales o el envejecimiento de la población. Otras como la transición hacia una economía de cero emisiones o el estrechamiento de la desigualdad económica y social pueden parecernos más distantes en el tiempo, y sobre todo mucho menos atractivos en términos de rentabilidad.

Si volvemos la vista hacia el Stone Street Tavern veremos que estas presunciones están del todo desencaminadas y que la metodología ESG -capaz de cuantificar los riesgos y las oportunidades de estas temáticas- ya forma parte de los modelos de valoración de los principales asset managers a nivel global.

Un enfoque de inversión ESG busca incorporar criterios medioambientales, sociales y de gobierno corporativo en la toma de decisiones de inversión, algo imperativo en un entorno en el que los gobiernos de las mayores economías del mundo -como EE.UU y la Eurozona- han asumido el papel promotor a golpe de regulación y de inversión directa.

Solo durante el mes de agosto hemos visto al congreso norteamericano aprobar un plan de inversión de 15 billones de dólares, destinado íntegramente a implementar una red de carga de vehículos eléctricos para todo el país y a reemplazar la flota de mensajería y transporte públicos por una eléctrica, por no mencionar los otros 100 billones que pretende destinar a subsidios para la compra de vehículos eléctricos de particulares, tras una eventual aprobación en el congreso.

Este es solo un ejemplo de las actuaciones que el sector público tiene comprometidas con temáticas como la descarbonización de la economía, la reducción de la desigualdad social y la mejora del management empresarial.

Nos encontramos ante un cambio de paradigma en las políticas públicas de mayor impacto en la economía global, lo que implica una redistribución masiva de capital y una gran oportunidad de inversión para quienes cuentan con una metodología capaz de cuantificar el impacto de esta transición. Saber con certeza el costo en la adaptación del modelo de negocio de las distintas industrias de la economía, así como las empresas mejor posicionadas para capturar el crecimiento de estas megatendencias se ha convertido en la obsesión de los asset managers en su carrera por maximizar los retornos de sus clientes sobre los de sus competidores.







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