
Los grandes clientes —constructores de rascacielos e infraestructura moderna— comenzaron a exigir nuevos parámetros: “huella de carbono”, “estrellas del MINAM”. Carlos, experto en concreto y eficiencia operativa, se sintió como un cantero frente a jeroglíficos. La gestión de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) se erigía como una muralla: costosa, compleja y, en un inicio, sin rumbo claro.
El ecosistema de sostenibilidad era aún un campo en siembra. Las cotizaciones para medir la huella de carbono variaban desde simples cuantificaciones hasta estudios exhaustivos con metodologías de ciclo de vida, verificaciones (que no eran certificaciones), y propuestas confusas. Incluso el RENAMI, la promesa de un registro nacional de acciones de mitigación, navegaba en incertidumbre. El miedo, frío como la piedra caliza en la cantera, comenzaba a erosionar la confianza de Carlos.
Fue en ese crisol de dudas donde dejó de lado planos y balances, y se sumergió en informes, normativas y conferencias. Con la humildad del aprendiz, buscó expertos, desentrañó conceptos como “alcance” y “categoría”, y entendió cómo estos desafíos podían convertirse en oportunidades estratégicas, económicas y reputacionales para Siguas.
Armado con este nuevo conocimiento, formó un equipo interno con personal ambiental, de sostenibilidad, compliance y operaciones. Combinó la sabiduría de los técnicos con el entusiasmo de los especialistas. “No solo construimos con cemento”, les dijo, “sino también con conciencia”.
Paso a paso, Cementos Siguas consolidó su transformación. Invirtieron en tecnologías más eficientes, optimizaron sus procesos, desarrollaron un sistema de valorización energética y forjaron alianzas con municipalidades y proveedores sostenibles. Las huellas de carbono e hídrica se convirtieron en brújulas para la toma de decisiones, y la verificación externa les otorgó credibilidad. Con metas ambiciosas y acciones realistas, Siguas cimentó un nuevo modelo.
El camino no fue fácil. Surgieron dudas desde finanzas y operaciones. Pero Carlos, con visión y determinación, mantuvo el rumbo. Siguas empezó a destacar no solo por su cemento, sino por su compromiso ambiental.
Aun así, el recorrido apenas empieza. El ecosistema nacional de sostenibilidad también debe madurar. Las consultoras deben sincerar costos. El MINAM necesita fortalecer herramientas como el RENAMI. Y la industria debe apostar por tecnología más limpia. La sostenibilidad no es un lujo, sino una inversión en eficiencia, reputación y legado.
Cementos Siguas, liderada por aquel joven que un día se sintió perdido, hoy es un referente. Pero la verdadera transformación no depende de un solo líder, sino de una acción colectiva. Dejemos de ver la sostenibilidad como una meta lejana. Construyámosla hoy, con cada decisión y cada inversión. Porque el legado que dejaremos no se medirá en toneladas producidas, sino en la calidad del aire, la pureza del agua y la riqueza de la tierra que heredarán quienes vienen detrás.