Uno de los países latinoamericanos más golpeados por los fenómenos meteorológicos, como el Niño, y las perturbaciones atmosféricas oceánicas producidas en el océano Pacífico, es Perú. La situación en los próximos años no es muy optimista, ya que se prevé un aumento de las temperaturas, precipitaciones, y una mayor frecuencia de eventos meteorológicos extremos.
En las zonas costeras, las precipitaciones y la vegetación natural son escasas, sin embargo, el regadío contribuye a aprovechar los recursos agrícolas de estas zonas. Por otro lado, en las zonas desérticas, la industria agrícola se ha beneficiado de las aguas subterráneas para cubrir las necesidades hídricas de las plantas.
Uno de los problemas más comunes en Perú es el de la erosión del suelo. Aunque la erosión del suelo por el agua es la más recurrente (las lluvias fuertes y torrenciales suelen provocar escorrentías), hay otros agentes que provocan erosión del suelo, como el uso de técnicas agrícolas tradicionales y/o extensivas.
Este tipo de técnicas no consideran la reposición natural del suelo, por ejemplo, con la rotación de cultivos, el agotamiento de los suelos agrícolas y la incapacidad de los fertilizantes sintéticos de reponer los nutrientes a largo plazo llevan a la destrucción de los ecosistemas naturales cercanos para obtener nuevas tierras donde cultivar. Gran parte de la tierra se destina a la producción agrícola y silvícola, así como a la extracción de recursos como madera y productos forestales no madereros.
Esto no solo daña al medioambiente, favorece al cambio climático. Esto provoca temperaturas inusualmente altas que, a nivel local, impiden el cultivo de plantas y, a nivel mundial, provocando el derretimiento de los polos. A causa de la pérdida de los polos, el nivel del mar incrementa y esto pone en peligro la disponibilidad y calidad de algunas tierras agrícolas.
Por ejemplo, en las zonas costeras, el aumento de la salinización perjudica a cerca del 40% de las tierras agrícolas. En el caso de las tierras agrícolas en zonas montañosas, la desprotección de las laderas y las quemas para la preparación del terreno para la agricultura dañan las condiciones de más de la mitad de los campos ubicados en esas zonas.
Problemas sociales producto del cambio climático
La salud de los trabajadores del campo y las cabezas de ganado, también se ve afectada por el cambio climático. El calor y la humedad los enferma y esto genera que haya reducción en la productividad del ganado para la producción de distintos tipos de alimentos. Además, estas diversas condiciones meteorológicas producen plagas y enfermedades, que se combaten frecuentemente con pesticidas. Estos productos dañan la calidad del aire, sobre todo cuando se usan en grandes cantidades.
Otro problema grave es el de la migración. Cuando un área no es fértil, los agricultores y ganaderos de la zona se ven forzados a desplazarse si quieren conservar su negocio. Producto de ello, la economía y la seguridad alimentaria del país, se ve perjudicada, debido a que la producción tras cambiar de ubicación no siempre es inmediata y, en algunos casos, no es posible acoplar a todos los desplazados por las limitaciones del terreno.