El reporte, publicado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), se basa en un seguimiento de 35.000 tendencias de cambios en las poblaciones de 5.495 especies, que incluyen anfibios, aves, peces, mamíferos y reptiles.

Por Stakeholders

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La biodiversidad en América Latina y el Caribe atravieza una crisis sin precedentes, con una preocupante pérdida del 95% de sus poblaciones de vida silvestre en los últimos 50 años, de acuerdo con el último informe de WWF. El cambio climático y la degradación de hábitats son algunas de las principales amenazas.

Una reducción del 73% de poblaciones de vida silvestre en el mundo ha sido registrada por el último Informe Planeta Vivo 2024. El reporte, publicado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), se basa en un seguimiento de 35.000 tendencias de cambios en las poblaciones de 5.495 especies, que incluyen anfibios, aves, peces, mamíferos y reptiles. Este análisis, brindado en colaboración con la Sociedad Zoológica de Londres, permite evaluar el estado de la biodiversidad a nivel global, y revela el impacto alarmante de la actividad humana sobre las diferentes formas de vida en la Tierra. Las cifras de pérdidas varían según la región, siendo América Latina y el Caribe la zona más preocupante.

La pérdida de biodiversidad en América Latina y el Caribe ha alcanzado niveles críticos, posicionando a la región como la más afectada a nivel global. Según el informe, las poblaciones de vida silvestre han experimentado una alarmante disminución del 95% en los últimos 50 años, una cifra sin precedentes que refleja el estado de emergencia ambiental en el que se encuentra esta parte del mundo. Además de los riesgos para las especies, también peligran los ecosistemas que sostienen la vida humana en la región, lo que agrava la crisis climática y ecológica.

Una alerta temprana

El informe destaca una reducción global del 73% en el tamaño de las poblaciones de vida silvestre entre 1970 y 2020. América Latina y el Caribe se encuentran en la peor situación, con una disminución catastrófica del 95% en las poblaciones de especies durante ese periodo. En África, las cifras son también alarmantes, con una reducción promedio del 66%. Por otro lado, Asia y el Pacífico presentan una disminución promedio del 55%. Mientras tanto, en Europa y América del Norte, las reducciones han sido menores en comparación con otras regiones, con una caída del 35% y 39% respectivamente.

Los ecosistemas más perjudicados son los de agua dulce, que han registrado una reducción del 85% en las especies que habitan ríos y lagos. Las cifras también muestran una caída del 69% en las poblaciones terrestres y del 56% en los ecosistemas marinos. Estos datos reflejan un colapso generalizado en la biodiversidad, impulsado principalmente por la degradación del hábitat, la explotación excesiva de recursos naturales y el cambio climático. Según WWF, este informe debe ser considerado una alerta temprana sobre el riesgo inminente de extinción para muchas especies si no se toman medidas urgentes.

Además, el documento subraya que algunos esfuerzos de conservación han logrado éxitos aislados. Por ejemplo, las poblaciones de gorilas de montaña en África oriental han crecido un 3% anual entre 2010 y 2016, y los bisontes europeos han comenzado a regresar a Europa central. Sin embargo, estos logros no son suficientes para revertir la tendencia general de pérdida de biodiversidad.

El Informe Planeta Vivo 2024 señala que estamos peligrosamente cerca de alcanzar puntos de inflexión críticos, especialmente en regiones como la selva amazónica y los arrecifes de coral. Estos puntos de inflexión representan momentos clave donde los cambios en los ecosistemas se vuelven irreversibles, con consecuencias catastróficas tanto para la naturaleza como para la sociedad humana.

El calentamiento global, la deforestación masiva y la destrucción de ecosistemas están llevando a la naturaleza al límite. Por ejemplo, el retroceso de la selva amazónica, que actúa como uno de los pulmones del planeta, podría desencadenar un ciclo imparable de pérdida de biodiversidad y emisiones de carbono. De manera similar, la muerte de los arrecifes de coral afectaría a los océanos, alterando el ciclo del agua y poniendo en riesgo la seguridad alimentaria de millones de personas.

Los científicos han advertido que estos cambios también pueden desencadenar eventos extremos, como sequías más prolongadas, olas de calor intensas y tormentas más destructivas. Por lo tanto, es fundamental tomar acciones inmediatas para detener la destrucción de los ecosistemas antes de que crucemos estos umbrales críticos.

¿Hay optimismo?

Pese a que la situación es grave, aún existe esperanza, según los expertos. El Informe Planeta Vivo hace un llamado urgente a los gobiernos, empresas y ciudadanos para que tomen medidas concretas en los próximos cinco años, con el fin de evitar puntos de inflexión irreversibles. Según WWF, las cumbres internacionales sobre biodiversidad y cambio climático, como la COP16, ofrecen una oportunidad crucial para que los países adopten compromisos más ambiciosos en la protección de la biodiversidad y la reducción de emisiones.

Una de las recomendaciones clave del informe es que los gobiernos deben implementar Planes Nacionales de Biodiversidad y Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional que sean más ambiciosos y estén alineados con los objetivos globales para el 2030. Además, se deben redirigir recursos financieros hacia actividades sostenibles y eliminar aquellas que tienen un impacto negativo en la biodiversidad.







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