El Alta mar, que ocupa al menos el 43% de la superficie de la Tierra, logró obtener por primera vez un acuerdo para su protección fuera de la jurisdicción nacional. Esta región, ahora contará con herramientas efectivas de defensa, como ser la creación de Áreas Marinas Protegidas (AMPs).
El océano es indispensable para la vida en el planeta, regula el clima, proporciona más de la mitad del oxígeno que respiramos, provee de alimento y medicina a millones de personas y, gracias a la absorción de calor y dióxido de carbono, evita que los efectos del cambio climático se agraven.
Hasta la fecha, las actividades de explotación marina conocidas como “la zona” se desarrollaban sin controles, a esto algunos lo conocen como la “Ley del Oeste”, siendo el mar víctima de la contaminación, la sobrepesca y de los efectos del cambio climático sin que alguien asumiera la responsabilidad.
Es por ello que se puso en marcha este acuerdo, con el objetivo de garantizar la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica marina de áreas fuera de la jurisdicción nacional. Lo más importante es que será vinculante, esto significa que su acatamiento será necesario una vez que entre en función.
Además, los principios básicos en los que se basa dan una comprensión de su alcance: “el océano es Patrimonio de la Humanidad, el que contamina paga, el principio precautorio, el de compartir igualitariamente los beneficios de los recursos genéticos marinos, el principio de enfoque ecosistémico y el de la libertad de investigación científica”.
La implementación del acuerdo determina una Conferencia de las Partes (COP) que se enfocará en cuatro aspectos principales de conservación y explotación responsable de la biodiversidad marina: el aprovechamiento equitativo de los recursos genéticos; el proceso y requisitos para la creación de AMPs en Alta mar; la exigencia de realizar Estudios de Impacto Ambiental, y la creación de capacidades y transferencia de tecnología marina.
Este acuerdo tendrá un impacto positivo en toda la biósfera, donde vivimos los seres vivos. Además, presenta oportunidades únicas para proteger el Atlántico Sur y enfrentar la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR), considerando que el ecosistema del Mar Argentino sufre las consecuencias de lo que sucede en lo que llamamos «la milla 201» o franja externa al límite de la Zona Económica Exclusiva.
Allí cientos de embarcaciones pesqueras extranjeras subsidiadas operan sin algún tipo de control ambiental, laboral, ni de seguridad a la navegación, perjudicando el ambiente marino, la economía y el empleo del país.
Cabe resaltar que la Cancillería Argentina merece el reconocimiento de su trabajo, ya que junto a países de la región, fue protagonista en todo el proceso de negociaciones que duró más de diez años.