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Voces desde el encierro: dolor, cansancio y esperanza

Por Luis Paucar

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El 15 de marzo de 2020, el Gobierno decretó el Estado de Eemergencia y aislamiento social obligatorio para enfrentar  la pandemia por la Covid-19. Desde esa noche a la fecha, con algunas modificaciones, el ritmo de nuestras vidas cambió: la mascarilla y el hidroalcohólico se volvieron cotidianos, estudiamos y trabajamos a distancia, se anularon las reuniones, quedamos aislados. A merced de un virus con espigas en forma de corona en su superficie. Hoy, dos años después, transitamos por una tercera ola que, según el Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades del ministerio de salud, puede culminar pronto y convertir a la COVID-19 como enfermedad endémica. Pero la incertidumbre apremia entre las constantes crisis políticas y conflictos mundiales, como la guerra entre Rusia y Ucrania. ¿Cuánto hemos cambiado desde entonces? ¿Cuán agotados estamos? ¿Nos preparamos para un probable repunte de casos? En Stakeholders se lo preguntamos a nuestros lectores y esto es lo que nos respondieron: 

“Me siento muy agotada mentalmente”

María Moreno (43), exsubgerenta de gestión ambiental de Machu Picchu

Me siento muy agotada emocionalmente. Pese a que tengo una actitud positiva, fe y esperanza, a veces siento que ya no se puede. Siento que las mujeres hemos sido las más afectadas en la salud mental, debido al cargo de más responsabilidades. Lamentablemente, este caso de salud pública poco o nada se aborda por los entes gubernamentales. Vivimos estupefactos y casi mecanizados. Pero solo nos queda resistir. Y sí, para un posible repunte mi familia y yo estamos preparados con protocolos de protección y limpieza, lo único que podemos tener a nuestro alcance.

“Se me hizo agobiante pasar todo el día en casa”

Diego Culquicondor (24), comunicador

Creo que para muchos fue muy beneficioso empezar a trabajar desde nuestro hogar. Tras la pandemia, todo se volvió muy monótono. Yo era de las personas que prefería estar fuera de casa para distraerse, de modo que se me hizo agobiante y agotador pasar todo el día en casa. No es algo que me gustaría hacer de por vida, aunque por el momento hay que adaptarse hasta que haya otras posibilidades. Para un posible repunte, mi familia y yo seguimos cuidándonos, quizás no como al inicio de todo esto, pero de igual forma evitando estar en espacios cerrados con mucha gente, usando mascarilla y respetando los protocolos que incluyen tener las dosis completas de vacuna.

“Cambiar nuestra vida de un día a otro es casi un shock”

Alvaro Ramirez (24), ingeniero ambiental

A raíz de la pandemia, los puestos de trabajo se han limitado, la educación y la salud son un asunto más resquebrajado. Lo más importante es la salud mental y eso sí ha sido muy afectada en muchos aspectos. Cambiar nuestra vida de un día a otro es casi un shock. Una combinación de agobio y estrés. Pese a todo, la ciencia trabaja para mitigar los efectos. Con las vacunas, vivir es un poco más «tranquilo», así que solo toca acatar las medidas para salir, como el usar alcohol, lavarte las manos, el uso correcto del barbijo.

“No estaría preparada mentalmente para un repunte de casos”

Virna Navarro (21), estudiante de Psicología

La pandemia me hizo sentir demasiado agotada por la incertidumbre del contagio y el cambio brusco del futuro. Me parece que esta generación, la mía, está creciendo con una marcada presión sobre el futuro. Una generación que empezó la universidad sin pisarla, que interactúa con futuros colegas a través de un computador u otro dispositivo. Siento que no estaría preparada mentalmente para un repunte de casos.

“Hemos normalizado la pandemia, pero estoy agotada”

Viviana Castañeda (25), artista plástica

Estoy regularmente agotada, pero con el transcurrir del tiempo se ha hecho parte de mi vida la pandemia, el uso de protección y la higiene en la calle. Siento que lo hemos normalizado, mal que bien. Me prepararía [para un posible repunte de casos] con buena protección e higiene, deporte, alimentación saludable y hábitos para mantener una buena salud mental y cuando se pueda, reunirse con familia o amigos para seguir con la interacción social recomendada, ya que el aislamiento ha sido el primer causante de la depresión en la sociedad.




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