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Proveedores sostenibles: el factor decisivo en las cadenas de valor globales
Las empresas peruanas que integren sostenibilidad en su cadena de valor no solo ganan reputación, sino también competitividad y acceso a mercados internacionales exigentes. Pymes y grandes compañías pueden crecer juntas si incorporan criterios ASG, como economía circular y resiliencia frente al cambio climático.
Contar con una cadena de valor sostenible marca la pauta para ingresar a mercados internacionales cada vez más competitivos. En ese camino, las empresas peruanas también deben articular con proveedores que incorporen criterios de sostenibilidad. Las ventajas no solo se reflejan en la reputación, sino también en los costos: según un informe del World Economic Forum, optar por una proveeduría sostenible puede generar ahorros de hasta un 16 %.
Perú es un eslabón clave de la cadena de suministro global, es un país proveedor por naturaleza. Prueba de ello son las exportaciones minero-metálicas, que en los dos primeros meses de 2025 registraron un crecimiento de 21.5 %.
“Sus recursos e insumos llegan a diversas industrias, países y bloques económicos en todo el mundo, consolidando así un rol estratégico dentro de la dinámica comercial internacional”, señala Marina Yzú, gerente general adjunta de Innovación, Tecnología y Sostenibilidad de AHK Perú.
La especialista destaca que en el país existen compañías que proveen directamente a mercados europeos, como el alemán. Al mismo tiempo, numerosas pequeñas y medianas empresas abastecen a grandes firmas locales que a su vez actúan, justamente, como proveedoras directas en el comercio internacional. Este engranaje demuestra cómo las pymes peruanas, aun sin exportar de manera formal, logran insertarse en una cadena global de valor.

Peruano–Alemana (AHK Perú).
Si incorporamos el cambio climático en el panorama, el rol de las pymes se vuelve aún más crucial. Como advierte Gisella Rojo, presidenta de la Comisión de Economía Circular de la SNI, los riesgos climáticos y ambientales ya no son escenarios abstractos: se manifiestan en sequías que golpean a la agroindustria, lluvias extremas que paralizan cadenas logísticas y en la volatilidad de los precios de insumos dependientes de recursos naturales.
“Frente a esto, la resiliencia de la cadena de suministro depende en gran medida de la capacidad de los proveedores para adaptarse y resistir estos impactos”, añade.
Los impactos también se reflejan en los costos. De hecho, un estudio global de Carbon Disclosure Project (CDP) calculó que los riesgos ambientales en las cadenas de suministro podrían generar costos a las empresas de hasta US $120 000 millones hacia 2026.

La exigencia aumenta
Los mercados globales elevan cada vez más la vara de la transparencia empresarial. Normas como la NIIF S1, que regula la información financiera vinculada a la sostenibilidad, obligan a las compañías a identificar y reportar riesgos y oportunidades en toda su cadena de valor, incluidos sus proveedores. En este contexto, las emisiones de Alcance 3 —aquellas indirectas generadas en la cadena de suministro— también adquieren un rol fundamental, ya que suelen concentrar la mayor parte de la huella de carbono de una organización.
En Europa, la presión es aún mayor. Según explica Gisella Rojo, el Pacto Verde y la inminente normativa sobre debida diligencia demandarán que las empresas acrediten que sus cadenas de suministro cumplen con criterios de responsabilidad ambiental y social, un requisito que marcará la competitividad en los próximos años.
“Para las industrias peruanas, esto abre una doble oportunidad. Por un lado, aquellas que logren demostrar prácticas sostenibles podrán acceder de manera preferente a mercados que pagan más por productos responsables y con certificaciones ambientales o sociales. Por otro lado, se vuelven más atractivas para inversionistas que aplican criterios ESG, cada vez más determinantes en la asignación de capital”, explica.
Marina Yzú destaca que en Alemania, un mercado con alta demanda de productos peruanos como el arándano y la palta, la debida diligencia es imprescindible. Esta exigencia proviene tanto del marco normativo y regulatorio como del consumidor, que cada vez más demanda productos responsables.
“De esta manera, impacta a toda la cadena de valor: desde la empresa proveedora de materiales de limpieza o de oficina, abarcando a todos los actores y niveles de proveeduría involucrados”, arguye.
Economía circular, clave
Un elemento importante de la sostenibilidad en la cadena de valor es la economía circular. Según Gisella Rojo, en el caso de los proveedores existen varios factores críticos que determinan si realmente se avanza hacia una cadena más sostenible. Entre ellos, destacan el ecodiseño y la eficiencia en el uso de recursos, pilares fundamentales para reducir el impacto ambiental y optimizar la producción.
“Desde la etapa inicial de producción, los proveedores deben incorporar insumos que reduzcan la generación de residuos, que puedan ser reutilizados y que minimicen la huella de carbono”, detalla.
Otro aspecto es la trazabilidad y medición de impactos, agrega. No se puede gestionar lo que no se mide. Hoy los mercados internacionales exigen reportes sobre emisiones de CO 2, consumo energético, generación de residuos y condiciones sociales de la cadena de suministro.
“Los proveedores deben contar con mecanismos claros de seguimiento, certificaciones ambientales y sistemas que permitan demostrar avances concretos en sostenibilidad”, añade.

En Perú, según el MINAM, se espera que para 2030 más de 750 empresas adopten modelos de economía circular. Iniciativas como “Negocios Sostenibles”, impulsada por la Unión Europea con un presupuesto de 17 millones de euros para 2024-2027, buscan fortalecer las capacidades de las empresas peruanas en economía circular, especialmente en sectores estratégicos como textil, frutos amazónicos y manufactura.
“Se han logrado grandes avances, impulsados en gran parte por la cooperación internacional, que ha promovido la comprensión de la economía circular y su transición. Esta abarca no solo la sostenibilidad, sino también la competitividad y la rentabilidad de las empresas”, manifiesta Marina Yzú.

Desarrollo y acompañamiento
Con un largo camino para la transición de los pequeños negocios, las grandes empresas pueden impulsarlos en el proceso. Daniel Vargas, jefe de Sostenibilidad de Transportadora de gas del Perú – TGP, señala que la clave no es usar la sostenibilidad como un filtro para excluir proveedores, sino como una herramienta para identificar a los socios correctos y apoyarlos en su crecimiento.
“Las empresas grandes, a las que llamamos ‘tractoras’ por su capacidad de influencia, tienen una responsabilidad enorme: deben gestionar sus riesgos y, al mismo tiempo, potenciar a sus aliados comerciales, especialmente a las pequeñas y medianas empresas”, remarca.
El especialista explica cómo debería desarrollarse un proceso de formación de proveedores sostenibles en cuatro pasos. El primero consiste en reconocer que no todos ellos son iguales. Para ello, se debe iniciar con una segmentación inteligente, clasificándolos según su criticidad, el volumen de negocio que representan, su ubicación y la naturaleza de sus procesos.
“Una vez que tenemos grupos homogéneos, podemos identificar los riesgos ASG que son realmente relevantes para cada uno, siempre alineados con los temas materiales de la empresa tractora”, complementa.
El segundo paso consiste en evaluar su madurez. No se trata de un examen eliminatorio, sino de un diagnóstico. Esto se puede hacer a través de un reporte de sostenibilidad, o herramientas especializadas como EcoVadis o Sedex. Otra opción es desarrollar cuestionarios propios que se integren al proceso de homologación. Esta evaluación brinda una línea base para entender el nivel de gestión sostenible de cada proveedor.
“El tercer paso es el acompañamiento. Aquí es donde la colaboración se hace real. Con la información de la evaluación, las empresas tractoras identifican las brechas de gestión y trabajan codo a codo con los proveedores para cerrarlas”, sostiene.

Finalmente, continúa, en el proceso de homologación y selección, se puede incorporar la sostenibilidad de una manera que premie el esfuerzo en lugar de penalizar la inexperiencia. En esta etapa se puede añadir una evaluación que sume puntos adicionales a la calificación final del proveedor.
“Uno que cumpla con estos criterios podría mejorar su posición en el ranking de selección, superando a otros que tal vez solo ofrecían un mejor precio o una calificación técnica similar. Este enfoque no excluye a las mipymes y pymes, sino que las motiva a adoptar prácticas sostenibles, mostrándoles que el esfuerzo tiene una recompensa concreta”, asegura.
Por su parte, Gisella Rojo resalta que un aspecto esencial también es facilitar el acceso al financiamiento verde, ya que muchos proveedores no invierten en mejoras sostenibles por limitaciones de capital.
“Aquí entran en juego los créditos blandos, los bonos de sostenibilidad y los fondos internacionales de cooperación, que pueden canalizarse hacia la modernización de procesos, energías renovables o certificaciones ambientales”, afirma.
Para construir una cadena de valor sostenible, contar con una proveeduría que incorpore criterios ASG es fundamental en un mercado como el peruano, que busca seguir creciendo. Aspectos como la economía circular deben impulsarse especialmente en las pymes, que buscan integrarse de manera efectiva con grandes compañías.
Algunos casos ya muestran el camino. De acuerdo con Daniel Vargas, Esttilo Digital es un ejemplo de cómo la sostenibilidad puede convertirse en una ventaja competitiva. Como proveedor de impresión para el sector financiero, la empresa tuvo que alinear sus procesos con los altos estándares de sus clientes, demostrando que es posible crecer y cumplir con criterios responsables al mismo tiempo.
“Esto demuestra que el beneficio para la pyme va mucho más allá de obtener un contrato. (…) Al adoptar prácticas más eficientes y éticas, ellas no solo se vuelven más atractivas para las empresas grandes, sino que construyen una base sólida para su propio futuro”, concluye.