
Medio ambiente - Cambio climático
Perú apuesta fuerte por el mercado de carbono
Además de los acuerdos ya firmados con dos países, el Estado negocia con Corea y Japón para ampliar este mercado. En este escenario prometedor, uno de los desafíos será sumar al sector empresarial, clave para acelerar el mecanismo.
El Perú puede movilizar en proyectos hasta 62 millones de dólares entre 2025 y 2030 gracias a los acuerdos bilaterales suscritos con Suiza y Singapur, en el marco del Artículo 6 del Acuerdo de París. Este permite que los países intercambien resultados de mitigación de emisiones para cumplir con sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC), abriendo nuevas oportunidades de financiamiento climático y cooperación internacional.
Según Berioska Quispe, directora general de Cambio Climático y Desertificación del MINAM, estos convenios posibilitan que países como el Perú generen créditos de carbono y los transfieran a otros Estados que los requieren para cumplir con sus compromisos internacionales.
“Gracias a los acuerdos bilaterales firmados con Suiza, Singapur y las negociaciones con Corea y Japón, somos reconocidos como un socio confiable en los mercados internacionales de carbono. Ya estamos movilizando millones de dólares hacia proyectos concretos”, explica.
Juan Carlos González, fundador y gerente general de Fronterra, explica que, en Singapur, las empresas están sujetas a un impuesto al carbono. Sin embargo, en lugar de asumir directamente ese pago, muchas pueden optar por adquirir créditos de carbono (cada uno equivalente a una tonelada de CO 2) a un costo más bajo en Perú.
“Por ejemplo, si el impuesto está en 40 dólares y compras un crédito a 25, obtienes un margen de ahorro. Resulta económicamente rentable para quienes tienen esta obligación”, remarca. La oportunidad de canalizar financiamiento es significativa con ambos países. Arturo Caballero, CEO de A2G, destaca que Suiza cuenta con una cartera de proyectos en los que busca invertir, e incluso pagaría un precio más alto por cada tonelada de CO 2 reducida.
“Por eso resulta tan interesante trabajar bajo este marco, el Artículo 6, que se basa en acuerdos directos entre dos países”, apuntala.

Del carbono al desarrollo sostenible y trazabilidad
Existen distintos tipos de proyectos para generar créditos de carbono: energías renovables, electromovilidad o agricultura sostenible. En el caso del Perú, el mayor potencial actual se concentra en la reforestación, considerada una de las principales fuentes para emitir estos créditos.
“Si contamos con tantas áreas degradadas donde podemos impulsar nuevas plantaciones, el valor agregado de los créditos de carbono es que vuelven viables estos proyectos. Esa es una gran oportunidad para el país”, dice Arturo Caballero.
En el país, gran parte de la deforestación está vinculada al uso y cambio de uso de la tierra. Este factor, sumado a la agricultura, concentra cerca del 60 % de las emisiones nacionales, según informó el MIDAGRI durante el Peru Carbon Forum.
“Cuando hablamos del mercado de carbono en el Perú, su relevancia está precisamente en que la mayoría de nuestras emisiones provienen de estas actividades. Ahí se concentra la principal oportunidad de reducción de emisiones y, además, una parte importante de la oferta que el planeta necesita”, indica Juan Carlos González.
Berioska Quispe resalta que el mercado de carbono no solo financia la conservación de ecosistemas, sino que también generan ingresos para comunidades rurales e indígenas y promueven la adopción de tecnologías limpias.
“No son solo una oportunidad financiera; es una herramienta para hacer justicia climática y promover el desarrollo sostenible en nuestros territorios”, subraya.

Por otro lado, la entrada en funcionamiento del Registro Nacional de Medidas de Mitigación (RENAMI) marca un paso prometedor para el mercado de carbono en el Perú. Este registro, operativo desde inicios de 2025, evita la doble contabilidad y asegura la trazabilidad de cada crédito, garantizando así la integridad ambiental y el cumplimiento de los compromisos climáticos del país.
“El RENAMI es el corazón de este sistema. Nos permite registrar, verificar y hacer seguimiento a las medidas de mitigación que generamos como país. Así garantizamos que cada tonelada de carbono reducida sea real, verificable y confiable para el mundo”, afirma Berioska Quispe.
Agrega que, de esta manera, se abren las puertas para que proyectos del sector público, privado y comunitario participen en mercados de carbono voluntarios o regulados, con total confianza para los compradores nacionales e internacionales. Hasta el cierre de esta edición, se informó que se proyectaba en el menor corto plazo estar registrando ya la primera medida de mitigación.
Juan Carlos González comparte buenas expectativas y señala que se inscribirán todos los proyectos y reducciones de emisiones en este registro. El reto, advierte, será garantizar una digitalización óptima y una operatividad eficiente.
“Asimismo, debe haber un ejercicio de coordinación entre el Estado y los distintos sectores para definir qué parte de la reducción total de emisiones de los proyectos se reportará a nivel nacional y cuál podrá exportarse como crédito de carbono”, sostiene.

Sumar al sector privado
El RENAMI afianza un mercado de carbono peruano que busca convertirse en modelo. No solo facilitará acuerdos bilaterales con otros países, sino que también permitirá la participación del sector privado, ya sea financiando proyectos o accediendo a créditos de carbono.
Una de las formas para dinamizar el mercado de carbono desde el sector empresarial puede ser la aplicación de un impuesto al carbono, medida que varios países ya han puesto en práctica. Arturo Caballero recuerda que Chile, Colombia y México son ejemplos de naciones que han adoptado este esquema tributario.
¿Qué ocurre cuando las compañías enfrentan medidas coercitivas para reducir sus emisiones? Se ven impulsadas a acelerar sus planes de descarbonización, ya sea compensando sus gases de efecto invernadero a través de proyectos de offsetting, o aplicando cambios internos como la mejora de la eficiencia energética y una gestión más sostenible de los residuos.
En este escenario, explica Arturo Caballero, el Estado también puede intervenir ofreciendo alternativas de reducción mediante la compra de créditos de carbono en los mercados nacionales.
“Cuando se le pone un precio al CO 2, lo primero es medir las emisiones y validarlas con un tercero. Una vez que sé cuánto genero y debo pagar, busco la manera de reducirlas. Supongamos que una empresa debe reducir 5 000 toneladas de CO 2 equivalente. Si no logra hacerlo, en lugar de pagar una sanción puede acudir al mercado de carbono y adquirir esa reducción”, argumenta.

Además de reducir emisiones, es preciso evocar que un proyecto de carbono forestal genera otros beneficios: protege los bosques, conserva la biodiversidad y apoya a las comunidades que habitan estos ecosistemas. Sin embargo, advierte el CEO de A2G, no se debe perder de vista un requisito clave: el principio de adicionalidad. Este establece que las reducciones de emisiones deben ser reales y que solo cuentan si van más allá de lo que ocurriría en ausencia del proyecto.
Un ejemplo destacado en la región es Colombia, que implementó un impuesto al carbono y ha logrado consolidar uno de los mercados más dinámicos de América Latina. Según la Asociación Colombiana de Mercado de Carbono, hoy existen más de 230 proyectos certificados en diversos sectores, que entre 2002 y 2024 han evitado la emisión de más de 231 millones de toneladas de CO 2.

Frente a nuestras NDC
Arturo Caballero señala que, en el Perú, ninguna empresa está obligada a reportar; hasta ahora, todo se hace de manera voluntaria. En la consideración de Juan Carlos González, el único incentivo vigente es el reputacional, asociado a la responsabilidad social que asumen las compañías nacionales.
“En un contexto económico tan complejo como el actual —con guerra comercial, aranceles e incertidumbre— los directores financieros, por la responsabilidad fiduciaria que asumen, no están dispuestos a hacerlo a gran escala”, remarca.
En el Peru Carbon Forum, el MIDAGRI anunció que en el país se desarrollan 36 proyectos, en su mayoría bajo los estándares Gold Standard y Verra, con un potencial de reducción superior a 20 millones de toneladas de CO 2 equivalente al año. Estos proyectos, justamente, deberán inscribirse en el RENAMI antes de poder comercializar sus créditos en el mercado de carbono.
Arturo Caballero sostiene que en otros países el mercado de carbono registra una mayor demanda porque las empresas están obligadas a pagar el impuesto. En esa línea, Juan Carlos González añade que las compañías también podrían acelerar este mercado a través de la financiación de proyectos, una alternativa que requiere una menor inversión de capital.
“No es que el impuesto al carbono no pueda funcionar, pero en el contexto actual las empresas formales son las que cargan con mayores impuestos y sobrerregulación. Apuntaría, más bien, a que inviertan”, afirma.

En definitiva, el mercado de carbono representa una oportunidad para movilizar financiamiento ambiental y, al mismo tiempo, contribuir al cumplimiento de las NDC del Perú hacia el 2030, que proyectan una reducción del 30 % de las emisiones. La ruta ya está trazada y el desafío es cómo capitalizar este mecanismo de manera efectiva.
“El MINAM ya cuenta con una estrategia de financiamiento frente al cambio climático, que incluye acciones de mitigación y adaptación. No solo ha definido cómo reducir emisiones en sectores como energía o forestal; la gran pregunta ahora es cómo se va a financiar todo esto”, señala Arturo Caballero. Ante ello, canalizar inversiones mediante el mercado de carbono es crucial.
En una entrevista anterior con Stakeholders, Juan Carlos Castro, ministro del Ambiente, mencionó que el Perú requiere movilizar más de 50 000 millones de dólares en financiamiento climático.
Para todo estos ambiciosos objetivos, además de lograr que más empresas se sumen, será decisivo impulsar un mercado de carbono que no solo fortalezca la acción climática nacional, sino que también aporte a la reducción global, un paso necesario para enfrentar una urgente crisis climática planetaria.
“Los países tienen las NDC, compromisos en función del Acuerdo de París, que tienen que reducir en todos los sectores de la economía. Ahora hay la posibilidad de que importantes países como Suiza, Francia o China puedan invertir en aquellos que se encuentran en vías de desarrollo para generar estas reducciones”, finaliza Juan Carlos González.