Informes

Educación líquida y lifelong learning: los retos de la educación postpandemia

Por Stakeholders

Lectura de:

Peter Yamakawa
Decano de ESAN Graduate School of Business

La pandemia fue un acontecimiento que nos cambió la vida a todos y transformó significativamente a diversos sectores, siendo la educación uno de ellos, tanto a nivel de procesos, oferta de servicios como a nivel de propuesta de valor. En lo concerniente a la enseñanza a nivel posgrado, esta ya no volverá a ser la misma, independientemente del inminente retorno a las aulas. 

En esta nueva normalidad, la oferta de programas académicos traerá consigo cambios ligados al concepto de “educación líquida”, donde las instituciones darán una enseñanza sin fronteras. Es decir, los estudiantes podrán elegir la modalidad con la que quieran llevar un curso. Si desean tener clases 100 % virtuales, 100 % presenciales o en formato blended, lo podrán hacer sin que existan limitantes en cuanto a una única modalidad para aprender. Esto será posible en gran medida gracias a nuevas tecnologías, donde destacan las aulas híbridas, que permitirán que en los salones de clases los alumnos puedan hacerse presentes física o virtualmente, mientras los profesores desarrollan sus clases. Las pizarras inteligentes y el sistema de multicámaras también serán dos aliados fundamentales para permitir esta nueva forma de enseñanza. 

En cuanto a la metodología de clases, las herramientas digitales se hacen cada vez más presentes para permitir un aprendizaje más entretenido. Así, el uso de aplicaciones como Kahoot!, Brainscape, OpenBoard, Mentimeter, entre otras, ya forma parte del repertorio de recursos de enseñanzas de los profesores, quienes dejaron de ser solo transmisores de conocimiento o mentores, para convertirse en “coachs” que contribuyen al desarrollo integral de los alumnos, los cuales no solo reciben conocimientos sino que desarrollan sus habilidades blandas, como la comunicación, escucha activa, creatividad, juicio crítico, etc. a través de diferentes dinámicas y ejercicios. Justamente, ya no solo se trabaja con el método del caso, sino que hay un enfoque a retos o aulas invertidas que permiten que los estudiantes gocen de mayor protagonismo. 

Como puede verse, la educación que se nos viene será aún más personalizada y logrará empoderar más a los alumnos para que sean co-creadores y co-partícipes de su capacitación y mejora profesional. Ante esta nueva realidad, las instituciones educativas necesitan velar por la mejora continua de sus servicios, la calidad de estos, y lograr que sus programas académicos cumplan con brindar una adecuada experiencia. 

Justamente, las estrategias educativas posteriores a la COVID-19 deben contemplar a los alumnos como aprendices de por vida y orientar su educación hacia aquellos temas que más les competen en el nuevo contexto. Asimismo, la estructura curricular debe ser más flexible, con módulos de talleres intensivos y más breves, así como servicios complementarios como hubs de innovación y emprendimiento, áreas de empleabilidad y networking, entre otros, que puedan ser usados en todo momento.

Aquí es pertinente mencionar el concepto de lifelong learning que hace referencia al aprendizaje continuo de las personas, más allá de la finalización de los programas de posgrado que hayan estudiado. Hoy más que nunca las instituciones educativas tienen la responsabilidad de mantener una relación continua y cercana con sus graduados y egresados, para lo cual es necesario un compromiso institucional, que no se base en un enfoque transaccional (venta de programas) sino que se enfoque en el apoyo constante a su desarrollo profesional y personal, que puede reflejarse, por ejemplo, en capacitaciones o espacios de aprendizajes de libre acceso, de modo que sientan que hay un acompañamiento permanente de su alma máter.




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