
Medio ambiente - Economía verde
Economía de impacto: la sostenibilidad en los estados financieros
Costear los impactos socioambientales trae diferentes ventajas competitivas a las empresas. Entre ellas les permite responder a las exigencias en sostenibilidad de mercados globales, así como beneficiarse de inversiones con criterios ASG.
El enfoque de doble materialidad es uno de los retos que tienen para este año las empresas al elaborar sus informes de sostenibilidad. Por ejemplo, la CSDR o Directiva sobre Información Corporativa en materia de sostenibilidad insta a la inclusión del impacto de las actividades de la empresa en su entorno, así como el efecto de los factores ASG en las finanzas.
Si bien esta normativa parte de Europa, es necesario que las compañías en Latinoamérica comiencen a alinearse a estos estándares que representan múltiples beneficios. Entre ellos, se puede identificar la prevención del denominado greenwashing, una praxis sesgada que etiqueta como verde lo que en un análisis profundo no es.
Consuelo González, consultora ambiental en Sostenibilidad, Economía Circular y Economía de Impacto, menciona que esta práctica es preocupante, ya que afecta claramente a la transparencia de la información en sostenibilidad.
“Justamente, considero que sigue predominando porque no hay normatividad o sanciones. Quizá menos en Europa que ya cuenta con reglamentación, y es que el cumplimiento de estas disposiciones evitará cometer greenwashing”, puntualiza.
Para la especialista, más allá también de una legislación, es crucial la educación frente al “ecoblanqueo” u otra de sus variantes como el bluewashing o el greenhushing (falta de comunicación de las acciones en sostenibilidad). Es indispensable una formación de profesionales que tome en cuenta el compromiso con el desarrollo sostenible, el cual dé como resultado una buena toma de decisiones: “El conocimiento nos lleva a tener una mayor conciencia”.

En búsqueda de una economía de impacto
En el contexto en el que las organizaciones buscan transparencia y adoptar la doble materialidad en sus estrategias, aparece la economía de impacto. Consuelo González señala que este enfoque consiste en monetizar los impactos socioambientales que tiene una empresa.
“Es hacer contabilidad de estos impactos, es decir, de los criterios ASG con la finalidad de trasladarlos a los estados financieros. Es colocarles un costo monetario, que es diferente a lo que convencionalmente se presenta en los informes de sostenibilidad, que reportan solo lo que la empresa desarrolla en materia ASG”, indica.
Prosigue que este concepto es promovido por el Impact Economy Foundation, una organización que involucra a instituciones de la talla de Harvard Business School o Erasmus University Rotterdam que crearon una propuesta metodológica que permite cifrar los impacto socioambientales para incluirlos en los estados contables de una empresa, por ejemplo.
“Un caso se da en la medición de huella de carbono, donde el propósito es una estrategia de descarbonización. Si se emitieron 5000 toneladas de CO2, la economía de impacto permite determinar monetariamente cuánto representa eso a la empresa, así cómo identificar su influencia en el ambiente”, detalla.
Con un costo determinado, continúa González, se puede también tener un resultado claro de las utilidades de una compañía, considerando dentro de su contabilidad los gastos de índole ambiental y social.
Por otro lado, añade que si bien el concepto no es conocido aún en la región como tal, es un proceso que seguirá su curso hasta difundirse como se dio con la economía circular en su momento. Debido a su envergadura, es indudable el potencial que trae para las organizaciones: “El objetivo es generar beneficio no solo para los accionistas o dueños, sino que también busca integrar el impacto por cuestiones competitivas”.
Inversiones de impacto y financiamiento
La economía de impacto también abre el mercado para las inversiones de impacto, aquellas que asocian el rendimiento financiero a impactos positivos de tipo social o ambiental. Consuelo González indica que una empresa al tener definido los costos vinculados al cambio climático, por ejemplo, brinda un panorama transparente a los inversionistas que buscan identificar riesgos y oportunidades.
“La economía de impacto hará posible brindar un número en el ROSI™ (Retorno de la inversión en sostenibilidad). Este indicador se encuentra basado en las estrategias de sostenibilidad”, manifiesta.
Desde otra perspectiva, Óscar Ochoa, socio fundador y director general de Impacta CS, indica que las inversiones de impacto de ninguna manera son iniciativas de responsabilidad social, mucho menos de filantropía. Aparte de su compromiso con el desarrollo sostenible, consiste en que la inversión en un proyecto en el corto, mediano o largo plazo, siga generando recursos para un crecimiento económico.

En esa línea, grupos como emprendedores y pequeños negocios también pueden verse beneficiados por acceso a financiamientos que buscan tener ese impacto positivo social y ambiental de la mano de una rentabilidad. Sin embargo, aún es necesario difundir más la existencia de estos productos financieros.
“Aún falta dar a conocer el tema. Hace falta comunicar más, pero también hacerlo bien. Emprendedores normalmente van a buscar una línea de crédito tradicional, cuando en sí hay instituciones que están empezando a ofrecer productos específicos para ciertos sectores. Es el caso cuando se realiza una emisión de créditos temáticos, que se pueda adaptar más a las condiciones que ellos buscan”, explica Ochoa.
La aplicación de metodologías como la de economía de impacto desde los pequeños negocios propician grandes beneficios. Con este enfoque, y una oferta financiera proveniente de las inversiones de impacto, las posibilidades de escalabilidad son varias. No obstante, así como hace falta comunicar estas oportunidades, también es necesario informar sobre cumplimientos en cuestiones de sostenibilidad para aprovechar los productos financieros.
“Hay muchas pequeñas y medianas empresas que desconocen lo que tienen que cumplir, y ese es el primer paso. Si cumplen con ello, pueden ambicionar un poco más y así beneficiarse de diversos tipos de financiamiento etiquetado, nuevos mercados y oportunidades de negocio. Además, mejorar su reputación como empresa, sin la necesidad de un distintivo en particular o certificación”, remarca Óscar Ochoa.
Desde los pequeños negocios hasta las grandes corporaciones, la economía de impacto y la doble materialidad no solo representan estar a la par de normativas globales, sino que también abren el camino hacia nuevos mercados que son más exigentes en términos de economía circular, gestión hídrica o derechos humanos. Cada año, la sostenibilidad propone nuevos retos, y de la mano de estos enfoques las posibilidades de crecer aumentan; pero aún más importante es que comprometen a las organizaciones con el futuro del planeta.