
Medio ambiente - Cambio climático
Doble materialidad y SbN, claves para mitigar y adaptarse
Pese al creciente interés empresarial por la sostenibilidad, algunas cifras muestran que apenas el 36 % de compañías reporta los impactos financieros del clima y solo el 17 % en América lo reconoce como una amenaza alta. En este escenario, incorporar la doble materialidad y apostar por Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN) es estratégico.
El enfoque de doble materialidad se ha convertido en una herramienta clave para que las empresas entiendan su rol frente al cambio climático, al integrar la doble mirada de cómo los riesgos climáticos afectan sus operaciones y finanzas (materialidad financiera), y cómo sus propias actividades impactan en el clima, la biodiversidad y las comunidades (materialidad de impacto).
Aunque el sector empresarial empieza a tomar mayor conciencia, es necesario fortalecer el reconocimiento de la materialidad financiera. De acuerdo con el 2024 EY Global Climate Action Barometer, solo el 36 % de las compañías encuestadas hicieron referencia al impacto financiero relacionado con el clima en sus estados financieros; a lo que se suma que solo el 17 % de empresas de América manifestaron que el riesgo climático representa un peligro alto para sus operaciones.
Incluir a la materialidad financiera en la gestión empresarial es hoy una necesidad estratégica. José Luis Ruiz, director de Finanzas Sostenibles de A2G, resalta que esta ayuda a las empresas a identificar y cuantificar tanto los riesgos físicos como los de transición.
“Por ejemplo, una empresa peruana del sector agroindustrial puede evaluar cómo el derretimiento glaciar y la variabilidad climática afectan sus fuentes de agua (físico), mientras analiza simultáneamente cómo las nuevas regulaciones sobre emisiones de GEI pueden impactar sus costos operativos (transición)”, explica.
Añade que en cuanto a la materialidad de impacto, este enfoque posibilita comprender cómo las operaciones contribuyen directamente al cambio climático a través de los GEI, uso de recursos naturales y otros factores ambientales.

De la teoría a la estrategia
Giuliana Becerra, profesora principal de la UNMSM y exviceministra de Gestión Ambiental, sostiene que adoptar una doble materialidad brinda a las organizaciones una visión integral que les permite actuar con mayor responsabilidad, anticiparse a los cambios y tomar decisiones más sostenibles.
“En un país como el Perú, donde actividades clave como la agricultura, la pesca o el turismo dependen directamente del clima y de los ecosistemas, entender ambos lados es clave para no solo protegerse, sino también generar valor en el largo plazo”, detalla.
La doble materialidad ofrece una base objetiva para priorizar inversiones en mitigación y adaptación climática, subraya José Luis Ruiz. De allí la importancia de que las empresas la incorporen en su gestión. Sin embargo, su adopción aún es parcial en varios sectores. De acuerdo a la Evaluación Global de Sostenibilidad Corporativa de S&P, realizada a 6793 compañías en todo el mundo, poco menos de la mitad (48 %) ha integrado este principio.
Es ahora donde se debe apostar por una doble materialidad. Para aquellas empresas que recién inician deben partir de un enfoque sistemático y participativo, que involucre tanto al liderazgo ejecutivo como a los principales grupos de interés.
“El compromiso directivo es crucial para el éxito del proceso, ya que la materialidad debe estar alineada con la estrategia empresarial y contar con recursos adecuados para su implementación”, señala José Luis Ruiz.
Jonathan Sánchez, especialista sectorial y corporativo en Cambio Climático y Biodiversidad en WWF Colombia, recomienda iniciar con un diagnóstico de impacto para mapear las presiones que ejercen sobre los ecosistemas a lo largo de toda la cadena de valor.
“Asimismo, los marcos como TCFD o TNFD, el uso de herramientas como ENCORE, SBTi, SBTN o el cálculo de huella hídrica y de carbono, permiten identificar los temas ambientales más críticos. Posteriormente, se deben vincular con los riesgos financieros y regulatorios que se derivan de ellos”, manifiesta.

SbN: una solución costo – efectiva
Un análisis de doble materialidad no solo revela riesgos e impactos, también orienta a las empresas a optar por Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN), acciones basadas en procesos y servicios de ecosistemas como reforestación o manejo sostenible del agua, que reducen emisiones, fortalecen la resiliencia climática y generan valor social.
“Representan oportunidades transformadoras para las compañías peruanas, permitiendo abordar simultáneamente los desafíos de mitigación y adaptación climática de manera integrada y costo-efectiva”, remarca José Luis Ruiz.
Como explica Javier Perla, gerente de Servicios de Sostenibilidad en SGS Perú, la mitigación actúa sobre las causas —las emisiones de GEI—, mientras que la adaptación responde a los efectos, ayudando a prepararse. Las SbN permiten avanzar en ambos frentes.
“Cuando implementamos SbN se reduce la vulnerabilidad, robustece la resiliencia y mejora la capacidad de los hábitats, salvaguardando los ecosistemas. Además, coadyuvan a reducir la huella de carbono, generar mayor bienestar en las comunidades y mantener ecosistemas más saludables”, detalla.

En la actualidad, el financiamiento dirigido a este tipo de iniciativas es insuficiente. El informe El Estado de las Finanzas para la Naturaleza en las Ciudades del PNUMA da cuenta de una aguda brecha: mientras unos 7 billones de dólares se dirigen a actividades que dañan los ecosistemas, apenas 200 000 millones se invierten en SbN.
Ante tal escenario, las empresas tienen una gran oportunidad con la finalidad de que contribuyan en la canalización de recursos para estas soluciones, así como generen valor para sus negocios, tal como subraya Giuliana Becerra.
“Acciones como restaurar ecosistemas, cuidar las fuentes de agua o reforestar con especies nativas ayudan a capturar carbono, reducir riesgos y, además, conectan mejor a las empresas con las comunidades”, apuntala.

En Perú, agrega la exviceministra, figuran varias iniciativas interesantes, como las que buscan asegurar el agua protegiendo los ecosistemas en las partes altas de las cuencas. Estas soluciones son especialmente importantes en zonas altoandinas o costeras, donde el cambio climático ya está afectando la productividad y la vida cotidiana de muchas personas.
En absoluto, los beneficios son claros. En la reducción de emisiones, iniciativas como la restauración de bosques, humedales o manglares permiten capturar carbono de manera efectiva y, al mismo tiempo, ofrecen protección frente a inundaciones, sequías y otros eventos climáticos extremos.
“Las soluciones más efectivas son aquellas adaptadas al contexto productivo específico y que combinan beneficios de mitigación y adaptación; pero, en principio, son aquellas que siguen la jerarquía de la conservación”, indica Jonathan Sánchez.
Resiliencia corporativa y saber ancestral
Marcos Alegre, profesor de la Escuela de Gestión Pública de la UP, reafirma que estos proyectos aumentan los sumideros de carbono, posibilitan la generación de créditos de carbono y permiten compensar emisiones.
“A nivel corporativo, las SbN no solo son herramientas ambientales, sino también abren acceso a financiamiento verde y fomentan alianzas con las comunidades locales, mejorando la licencia social para operar. En un país como el Perú, con gran diversidad de ecosistemas, estas soluciones tienen un alto potencial”, remarca.

La articulación con las comunidades indígenas o más próximas es también fundamental para las SbN. Y es que los pueblos indígenas gestionan o tienen derechos de tenencia en cerca del 40 % de las áreas protegidas y paisajes ecológicamente intactos del planeta[1].
“WWF destaca la importancia de asegurar la participación de comunidades locales, establecer mecanismos de gobernanza sólidos y prever salvaguardas que eviten impactos negativos sobre el agua, el suelo o poblaciones vulnerables”, subraya Jonathan Sánchez.
Las comunidades indígenas y rurales cumplen una función crucial en la implementación de las SbN, pues mantienen un vínculo directo con los ecosistemas y poseen conocimientos ancestrales sobre su manejo sostenible. Su participación no solo garantiza la eficacia de los proyectos, sino que también promueve la inclusión social y el desarrollo local.
En todo el contexto abordado, la integración del enfoque de doble materialidad con las SbN se presenta como una chance decisiva. En un escenario global marcado por la urgencia climática, las compañías que avancen en este camino estarán mejor preparadas para competir y, al mismo tiempo, contribuir a la sostenibilidad del planeta.
Huella de carbono, una línea de base
La huella de carbono es un indicador clave para iniciar un análisis de materialidad. Marcos Alegre, profesor de la Escuela de Gestión Pública de la Universidad del Pacífico, advierte que, en un contexto de crecientes exigencias de mercado y presiones regulatorias, su medición y gestión ya no es voluntaria, sino el punto de partida de toda estrategia climática empresarial seria. “Medir las emisiones permite a las empresas identificar sus principales fuentes de GEI y, sobre esa base, conocer los puntos críticos (hot spots) para rediseñar procesos y priorizar inversiones”, puntualiza.
A nivel global, no existe aún una cifra única sobre cuántas empresas reportan su huella de carbono. No obstante, plataformas como Carbon Disclosure Project registraron en 2024 a más de 24 000 compañías que divulgaron información sobre su impacto ambiental. En el caso del Perú, el programa “Huella de Carbono Perú” contabiliza hasta la fecha 850 organizaciones, entre públicas y privadas, que ya han medido su huella.
Javier Perla enfatiza en que la gestión de esta huella funciona como una línea de base. Además es esencial, por ejemplo, en países que empiezan a implementar esquemas de impuestos al carbono.
“Las empresas del sector financiero —como aseguradoras, bancos o fondos de pensiones— evalúan tanto riesgos como oportunidades. Cuando conversan con un empresario analizan cómo podría impactar en un futuro el impuesto al carbono o los efectos de fenómenos climáticos en su negocio”, asegura.
[1] Garnett, S.T., Burgess, N.D., Fa, J.E. et al. A spatial overview of the global importance of Indigenous lands for conservation. Nat Sustain 1, 369–374 (2018). https://doi.org/10.1038/s41893-018-0100-6