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¿Cuánto contaminan nuestros teléfonos móviles?

Por Luis Paucar

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Cada vez es más frecuente la innovación en los teléfonos móviles. Los modelos se actualizan, se realizan mejoras y se publicitan las últimas versiones que son la atracción de los jóvenes y adolescentes. Sin embargo, ¿hemos pensado en cuánto contaminan nuestros smartphones? ¿Sabemos cuáles son las condiciones de quienes trabajan en la fabricación de estos teléfonos inteligentes? En el Día Mundial de la Innovación y Creatividad hacemos un análisis de los retos de sostenibilidad que enfrenta este rubro tecnológico. 

El impacto ecológico que causan los teléfonos móviles es muy alto, aunque cada vez hay más fabricantes que apuestan por la producción sostenible desde la extracción de los materiales hasta su fabricación, distribución y venta. Actualmente, al menos dos tercios de la población mundial (más de 5.000 millones de personas) tienen un smartphone, que en promedio está compuesto por 40% de metales, 40% de plásticos y 20% de cerámica y resina. Para fabricarlos, además, se emplean los denominados “minerales conflictivos” como el tungsteno, estaño, tantalio y oro, aparte de otros metales como la plata, níquel, plomo, cobalto, zinc, cobre, arsénico, cromo y selenio.

A menos que se utilicen materiales reciclados, todos ellos deben ser extraídos, lo que suele acarrear consecuencias como la explotación de personas en países subdesarrollados, la destrucción de ecosistemas, y el uso de grandes cantidades de agua y combustibles. Según Greenpeace, desde 2007 hasta 2017 se usaron 968 teravatios para fabricar teléfonos inteligentes, casi el equivalente a un año de suministro de energía para la India. Es apenas la punta del iceberg en lo que a contaminación móvil se refiere. 

Todo el mundo quiere el último y mejor smartphone. El continuo avance de la tecnología ha hecho que la vida útil de nuestros dispositivos sea más corta. Cambiamos teléfonos por nuevos modelos, pese a que los “antiguos” todavía funcionan perfectamente. Las empresas saben esto y se aprovechan: sacan un nuevo ejemplar (o incluso varios) con mejoras mínimas cada año. A ese fenómeno se le denomina obsolescencia programada.

Frente a ese panorama hay consumidores cada vez más concienciados. Un ejemplo: según un reciente estudio realizado en la Unión Europea, el 77% de los ciudadanos prefiere reparar sus dispositivos en lugar de sustituirlos por otros nuevos y el 79% piensa que se debería exigir a los fabricantes que faciliten la reparación de los dispositivos digitales o la sustitución de sus piezas individuales. Los expertos señalan que una alternativa es la economía circular, un modelo de producción y consumo que implica compartir, arrendar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar los materiales y productos existentes durante el mayor tiempo posible.

Aplicar este modelo a la gestión de los residuos de dispositivos móviles es esencial, coinciden los especialistas, pues el volumen de residuos generados aumenta cada año. Según Recyclia, hasta el 90% de los materiales contenidos en un teléfono móvil son reutilizables en la fabricación de nuevos productos tras ser sometidos a diversos procesos de tratamiento en plantas autorizadas. Además, el 65% de las materias primas recuperadas de un móvil son plásticos, el 25% metales y el 10% restante sustancias irrecuperables, como fibra de vidrio. Sin embargo, la realidad evidencia un reto: solo un 16% de estos residuos se reciclan adecuadamente al año, de acuerdo con Greenpeace. 

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Los efectos de los desechos tecnológicos pueden durar más de mil años. Es una responsabilidad que recae en todos los eslabones de la cadena: los fabricantes que no usan materiales más ecológicos porque son más caros, los consumidores que queremos pagar lo mínimo posible por nuestros dispositivos y los cambiamos cada año por moda o costumbre, y los gobiernos que no invierten en su tratamiento correcto. Según la ONU, en 2018 el mundo generó 50 millones de toneladas de basura tecnológica. Es decir, cada habitante de la Tierra produjo 6,6 kilos de desechos tecnológicos. Los países que más residuos generan son, en este orden, China, Estados Unidos y Japón. Tuvalu o Micronesia, ambos ubicados en Oceanía, son los menos nocivos.

El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), portavoz del medio ambiente dentro del sistema de las Naciones Unidas, detalla que el 80% de la basura tecnológica termina en vertederos de China o África. Buena parte de los residuos contaminantes de Europa o Estados Unidos terminan contaminando estos países. El mundo vende su chatarra electrónica porque allí ganan dinero con el reciclaje, la venta de segunda mano, la venta de piezas de repuesto o la extracción de metales preciosos de los dispositivos. 

El mayor vertedero tecnológico se encuentra en la ciudad de Guiyu, en China. Toda la población, 150.000 personas, se dedican a procesar la basura electrónica. Además, existen casi 6.000 empresas, la mayoría familiares, que desmantelan los productos electrónicos para obtener oro, cobre, plomo, y otros metales valiosos. Allí los niveles de plomo y cobre son 300 veces más altos que la media en otras ciudades cercanas. El agua ya no es potable, y tienen que abastecer la ciudad con camiones cisterna. Si un zapato toca el río, hay que tirarlo a la basura. 

Otro de los vertederos más grandes está situado en Agbogbloshie (Ghana), donde trabajan 30.000 personas. El país importa 250.000 toneladas de desechos electrónicos del Primer Mundo. La concentración de metales pesados en la zona es mil veces mayor que la media. En los colegios cercanos al vertedero la contaminación por plomo, cadmio y otros contaminantes supera en 50 veces los niveles libres de riesgo. Además está generalizada la práctica de quemar los plásticos para que queden solo los metales. Ese humo tóxico se extiende cientos de kilómetros, según reportes de medios locales. 

Es difícil determinar de manera exacta qué marcas de móviles son más sostenibles que otras, ya que hay una gran cantidad de factores a tener en cuenta. Desde la durabilidad de sus modelos y la facilidad de repararlos, hasta los procesos de fabricación y puesta en venta. Páginas especializadas en tecnología recogen que los dispositivos más sostenibles y éticos del momento son Fairphone, Teracube, Shift y Back Market. Son una prueba de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) pueden contribuir a acelerar el cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unid​as (ODS). Más que tendencia, es una necesidad global. 




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