Derechos humanos

¿Qué retos enfrenta el Perú para reducir las brechas sociales?

Por Renzo Rojas

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Uno de los temas que se abordarán en el foro Perú Sostenible En Vivo 2023 se relaciona con la reducción de desigualdades en el país. En este contexto, aminorar la pobreza, la anemia, entre otros problemas, necesitan de un auténtico compromiso del sector público y también del privado.

Las desigualdades y brechas sociales en el Perú son un problema de largo aliento. En el 2022, la pobreza monetaria en el país fue de un 27,5 %, de acuerdo al INEI. La cifra es la más alta de la última década si no consideramos la del año correspondiente a la pandemia del COVID-19. No obstante, el porcentaje de peruanos y peruanas en situación de vulnerabilidad frente a la pobreza es alto.

Paola Bustamante, directora de Videnza Escuela de Gestores y exministra de Desarrollo e Inclusión Social, señala que el 32,3 % de la población peruana está en situación de vulnerabilidad. Es decir, algún suceso que afecte de sobremanera la economía de este grupo, lo pondría automáticamente en estado de pobreza. Lo anterior explica el aumento de esta misma en plena crisis sanitaria, cuando muchas familias tuvieron que gastar sus ahorros frente a la enfermedad.

“En nuestro país, quien gasta 415 soles o menos mensualmente es pobre, y de 416 soles a más mensual es no pobre. Es apenas un sol la diferencia. Según los porcentajes, más de 9 millones de peruanos están en situación de pobreza. En el 2019, una quinta parte de la población era pobre, para el 2020, año de la pandemia, subió a poco menos de un tercio”, explica.

Paola Bustamante – Directora de Videnza Escuela de Gestores y exministra de Desarrollo e Inclusión Social

Añade que otros factores que colocan a los vulnerables en riesgo de pobreza es la pérdida de empleo, así como los desastres naturales. En la coyuntura presente, prosigue, lo preocupante es que a la crisis económica actual se le puede sumar el fenómeno del Niño, poniendo así en peligro a este grupo. Inclusive, puede agudizarse el cuadro de pobreza extrema que en el Perú es de un 5 %.

Otros indicadores reflejan los retos en temas de desigualdad. El estudio Semáforo Regional: Indicadores Regionales utilizando las encuestas del INEI, elaborado por la Facultad de Ciencias Sociales y el QLab de la PUCP, identifica que en el 2021 la informalidad fue de un 76,8 %; mientras que el porcentaje de hogares sin un baño o servicio higiénico conectado a una red pública de desagüe se tasó en más de un 28 %; entre otros aspectos.

Esta misma publicación revela que entre las regiones con mayores desigualdades figuran Huancavelica, Ayacucho, Cajamarca y Huánuco. Todas del interior del país. Carlos Aramburú, decano de dicha facultad, encuentra en el centralismo y la falta de capacidad de los Gobiernos regionales y locales algunas de las causas para explicar este escenario.

“Es notorio que muchos Gobiernos regionales no gastan ni el 36 % de lo que tienen asignado. No solo hay incapacidad para la descentralización, sino también hay incapacidad para el gasto y la gestión de proyectos que tengan un impacto social y económico. Considero que estamos pagando los platos rotos de un proceso de descentralización de forma apurada y sin las capacidades técnicas y humanas necesarias a nivel de Gobiernos regionales y provinciales”, hace hincapié.

Anemia: un grave obstáculo

Un desafío vital para mejorar la calidad de vida en el Perú es reducir la anemia en los más pequeños. Paola Bustamante indica que la tasa de anemia es de un 43,6 % en niños y niñas de 6 a 36 meses. Este porcentaje se mantiene de manera similar al menos desde hace más de una década. La situación se agrava si apuntamos a infantes entre 6 a 8 meses, donde la anemia es de más del 60 % al primer semestre del 2023, según información de CUNA – SAF.

“Los datos nos dicen que la anemia sigue subiendo, aún cuando hay estrategias de intervención. (…) ¿Qué va a pasar? Volvemos a un hogar en pobreza, ya que ese niño no va a ser empleable en el futuro. ¿La anemia genera desigualdad? Claro que sí. Hoy y en el futuro. Los niños no se van a desarrollar integralmente. ¿Cuánto van a aportar a la competitividad del país cuando sean adultos? Vamos a seguir igual”, argumenta.

Añade que este flagelo es severo a lo largo de todo el territorio nacional. Tanto en la zona urbana (40,9 %) y rural (50,7 %), niños y niñas están en peligro. Manifiesta que en este contexto también es imprescindible la comunicación y la educación con los padres de familia.

“Si la economía no mira a lo social, a la salud de la primera infancia como una prioridad, estamos condenados a ser un país que no va a salir adelante. Que no va a ser competitivo justo por esas razones”, complementa.

Para Carlos Aramburú, la solución a estas problemáticas no tiene receta única debido a los diferentes diagnósticos en cada región. Cada departamento del Perú tiene que contar con su propio plan de desarrollo y priorizar ciertos aspectos. Señala que algunos indicadores son factibles de un mejoramiento a corto plazo; mientras que otros, como la anemia, de mediano y largo plazo.

Carlos Aramburú – Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú

Reconstrucción política

En un balance general, considera que se debe trabajar con ahínco en la lucha contra la corrupción, ya que esta le roba al país una cantidad ingente de recursos. Asimismo, es fundamental invertir en capital humano y fomentar que los funcionarios públicos no solamente sean honestos, sino también competentes.

“Algo ciertamente grave en los Gobiernos regionales es que cuando se elige a un nuevo gobernador o alcalde se cambia casi a toda la plana de trabajo, entonces lo que se ha aprendido se pierde. Es esencial que haya una carrera pública que sea más o menos estable, que permita buenos sueldos y competencias”, añade.

Además, afirma que la inversión pública tiene que liderar a la inversión privada, en el sentido de que debe propiciar las condiciones para que esta última crezca. Es decir, invertir primeramente en brindar acceso a servicios básicos en zonas alejadas y abandonadas.

“Hemos encontrado en nuestras investigaciones que hay una correlación muy alta entre la inversión pública y la privada. La explicación es muy sencilla. Usted, como empresario, no se va a trabajar (invertir) a un lugar si no hay internet, hospitales, colegios, viabilidad, etc.”, arguye.

Un punto inexorable, continúa, es la reconstrucción política del Perú para avanzar en la parte económica. Si bien hubo un crecimiento económico en las últimas décadas, en cuestiones de credibilidad, confianza y liderazgo en el ámbito político, nos encontramos tan mal como hace 20 años.

En esa línea, la exministra del Midis señala que la estabilidad política y el fortalecimiento de las instituciones son fundamentales. Caso contrario, cualquier tipo de estrategia, por más bien trabajada que esté, no se podrá implementar a cabalidad porque no hay un liderazgo.

“Ha caído la inversión privada, inclusive la minera que es la que más aporta. ¿Qué necesitamos? Fortalecer la institucionalidad, la estabilidad política y respetar las reglas. El empleo se genera mediante la inversión privada y la pública. (…) El país necesita reactivarse económicamente porque la pobreza se combate con empleo”, finaliza.

Semáforo regional

El decano de la PUCP menciona que están trabajando en una versión actualizada, más completa y de acceso público de este instrumento. Este nuevo documento contará con más de 40 indicadores y medirá no solo los impactos, sino también cómo se viene dando el proceso de inversión.

“Vamos a medir indicadores de proceso, acceso y resultados. Estamos desarrollando un sistema de data regional que estará listo a fin de año, este va a cumplir el objetivo de hacer un seguimiento a los Gobiernos regionales. A través de la Red Peruana de Universidades, queremos que la difusión de estos resultados no sea desde Lima, sino desde la universidad perteneciente a cada región”, concluye.




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