
El Gobierno ha aprobado una estrategia nacional para transformar el modelo productivo del país, reducir el impacto ambiental y fortalecer la competitividad de las empresas peruanas en mercados globales.
En un mundo donde la sostenibilidad se ha convertido en un factor clave para el desarrollo, Perú ha decidido dar un paso firme hacia la transformación de su economía. Con la reciente aprobación de la Hoja de Ruta Nacional de Economía Circular al 2030, el país busca cambiar la forma en que se producen y consumen bienes, apostando por un modelo que minimiza residuos, reutiliza recursos y fomenta la innovación en distintos sectores productivos.
Esta iniciativa no solo responde a la urgencia de reducir el impacto ambiental, sino que también tiene un fuerte componente económico y social: se estima que su implementación permitirá la creación de más de 306,000 empleos verdes en los próximos cinco años y aportará 13,900 millones de soles al Producto Bruto Interno (PBI).
Un modelo de desarrollo sostenible y competitivo
La economía circular se basa en el aprovechamiento máximo de los recursos, dejando atrás la lógica del “usar y desechar” propia del modelo lineal tradicional. En su lugar, promueve la reutilización, el reciclaje y la regeneración de materiales, reduciendo la presión sobre el medio ambiente y optimizando los procesos productivos.
En el caso de Perú, la implementación de este modelo tiene un fuerte enfoque territorial, con especial atención a las zonas rurales y urbanas que han tenido menor acceso a oportunidades laborales. A través de la generación de empleo en actividades sostenibles, como la gestión de residuos, el ecodiseño y las energías renovables, el país busca equilibrar el crecimiento económico con la protección ambiental.
“El reto es incorporar la economía circular en todos los sectores productivos, desde la industria hasta la agricultura y la minería, promoviendo un desarrollo que sea sostenible en el tiempo y genere beneficios para todos los peruanos”, destacó un vocero del Ministerio del Ambiente (MINAM), entidad responsable de la implementación de esta hoja de ruta.
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El rol del sector privado y la inversión en innovación
Uno de los pilares fundamentales de la estrategia es el compromiso del sector empresarial. La innovación y la adopción de nuevas tecnologías serán determinantes para que las compañías puedan adaptarse a un modelo de producción más eficiente y alineado con las tendencias globales de sostenibilidad.
En ese sentido, la hoja de ruta no solo busca mejorar la competitividad de las empresas peruanas dentro del país, sino también posicionarlas en mercados internacionales donde los estándares ambientales son cada vez más exigentes. Las exportaciones de productos sostenibles y la atracción de inversiones extranjeras en sectores ecológicos podrían convertirse en motores clave para el crecimiento económico.
“El sector privado debe asumir un papel protagónico en esta transición. La economía circular representa una oportunidad no solo para reducir costos y mejorar procesos, sino también para generar valor agregado y fortalecer la imagen del país en el exterior”, señaló un representante de la Cámara de Comercio de Lima.
Supervisión y financiamiento de la hoja de ruta
Para garantizar que las metas planteadas se cumplan, el Ministerio del Ambiente ha desarrollado un Plan Nacional de Acción para el Monitoreo y Evaluación, con el fin de medir los avances de la economía circular en los distintos sectores.
En cuanto al financiamiento, el Gobierno ha establecido que la ejecución de esta estrategia no demandará recursos adicionales del Tesoro Público, sino que se trabajará con los presupuestos de las entidades involucradas. Esta medida busca asegurar la viabilidad del plan sin generar una carga fiscal adicional.
Perú y su potencial para liderar la sostenibilidad en la región
Si la Hoja de Ruta Nacional de Economía Circular logra implementarse de manera efectiva, Perú podría convertirse en un referente en sostenibilidad dentro de América Latina. La clave estará en la capacidad del país para articular esfuerzos entre el Estado, el sector privado y la sociedad civil, promoviendo cambios estructurales en la forma en que se produce y se consume.
Sin embargo, el camino no está libre de desafíos. La falta de infraestructura para el reciclaje, la resistencia al cambio en algunos sectores y la necesidad de incentivos para la innovación son obstáculos que el país deberá superar para consolidar este nuevo modelo.
Lo cierto es que el compromiso está en marcha. Perú ha apostado por una transformación que no solo busca mejorar su competitividad en el mercado global, sino también garantizar un desarrollo más equitativo y sostenible para las próximas generaciones.
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