Por Stakeholders

Lectura de:

JOSÉ M. SAINZ-MAZA DEL OLMO
Editor y Director de Contenidos de la
revista Staiy Edit

Digitalización y sostenibilidad se han convertido en un binomio inseparable en el último lustro y, de forma muy notable, en el periodo transcurrido desde el inicio de la pandemia de la COVID-19. Como si de un mantra se tratase, estos dos términos se repiten constantemente en boca de todos aquellos que toman la palabra para abordar cuestiones tan complejas como el cambio climático o la recuperación de las economías afectadas por la recesión global iniciada en febrero de 2020. Pero, ¿cómo explicar de forma sencilla la relación entre la transformación digital y la transición ecológica?

Los principales bloques económicos mundiales parecen tener claro que atajar la crisis climática es un deber ineludible. Del Green New Deal estadounidense al Pacto Verde Europeo, pasando por los planes de China para
convertirse en 2060 en un país neutral en cuanto a emisiones de carbono, los objetivos se centran —al menos
sobre el papel— en mitigar las peores consecuencias del cambio climático y mejorar la calidad de vida de las personas. Por el camino, se busca también modernizar la industria, ayudando a las empresas a adaptarse a los desafíos que vienen.

La Comisión Europea afirma que la degradación del medio ambiente es “una amenaza existencial a la que se enfrentan Europa y el resto del mundo”, cuya superación requiere “transformar la UE en una economía moderna, eficiente en el uso de los recursos y competitiva”.

Si es necesario gestionar recursos de forma más eficaz, el valor de conocer mejor cada etapa de la cadena de suministro y contar con información detallada de todos los costes es, sin lugar a dudas, incalculable. Siempre que
se implementen adecuadamente, los esfuerzos de digitalización permiten a las empresas optimizar todos sus procesos. Así, no hablamos de una forma única de hacer las cosas ni de una tecnología en particular, sino de un
conjunto de soluciones orientadas a lograr una mejor adaptación al entorno online y un mayor grado de eficiencia en la toma de decisiones.


Cada empresa tiene ciertas necesidades y ciertas cualidades, y la inteligencia artificial, el big data o las diferentes herramientas de business intelligence son clave para conocerlas en detalle y poder aprovechar cualquier ventaja competitiva. Esto no solo beneficia la actividad económica de la compañía, sino que está igualmente ligado a un menor gasto energético y, por ende, a un impacto medioambiental más moderado.

Ya no se trata de poner parches y usar instrumentos nuevos para trabajar del modo en que veníamos haciéndolo, sino de generar un cambio de mentalidad, toda una nueva forma de entender las empresas. Casi nadie parece ya dudar de que la innovación nos permitirá responder de mejor manera a los efectos de la crisis climática, y la innovación pasa hoy por potenciar la digitalización de toda clase de negocios.


Entre economistas y directivos de grandes firmas, son cada vez más quienes están convencidos de que las empresas que no sean digitales no tendrán cabida en el mercado en las próximas décadas; las actuaciones recientes en esta materia de las principales economías del globo respaldan esta idea. El compromiso del mundo empresarial con esta transformación es hoy más necesario que nunca, tanto para su propia supervivencia como para la consecución de un futuro sostenible para todos.







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