El distanciamiento social afectó al bienestar socioemocional y a la salud mental de los jóvenes. No solo se vieron privados de aprender nuevos conceptos y habilidades, sino que también perdieron algunos que ya dominaban.
Según un reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), al cierre del 2021 las instituciones escolares en América Latina y el Caribe habían estado cerradas un promedio de 237 días a causa de la pandemia. El documento indica que, en distintos países de la región, significaría que los jóvenes podrían llegar a perder alrededor del 11% de sus ingresos laborales a lo largo de su vida.
Unos 1.165 millones de estudiantes de América Latina y el Caribe se vieron abruptamente desconectados de la educación. Asimismo, alrededor de 3.5 millones de estudiantes abandonaron el colegio.
Natalia Tieso, magíster en Educación y directora de la red de colegios canadienses Maple Bear en Latam, señala que la desvinculación de la educación y las pérdidas de aprendizaje provocaron un aumento de la desigualdad tanto dentro de los países como entre ellos.
“Los sistemas educativos más ineficaces y desiguales estaban menos preparados para cambiar a modelos de educación a distancia e híbridos, por lo que se vieron más profundamente afectados por el impacto de la pandemia”, dijo.
La pérdida de habilidades cognitivas y de logros educativos tiene consecuencias de amplio alcance, sobre todo para el crecimiento económico de los países de nuestra región.
“Debemos transformar este contexto tan triste en un llamado para la acción colectiva e invertir recursos de tiempo, dinero y capacitación en el desarrollo de habilidades y el bienestar de los jóvenes. El mensaje es claro: el costo de la inacción es demasiado grande”, indicó Tieso, quien además brindó 6 soluciones que pueden implementar los educadores a nivel institucional.
● Dar prioridad a los entornos de aprendizaje seguros y enriquecedores para que los alumnos puedan compartir sus emociones en nuestra aula a través de la inclusión de meditaciones guiadas. La incorporación de círculos de confianza al comienzo de las clases donde puedan revelar sus preocupaciones o ansiedades permitirá que los alumnos alivien el estrés, una recomendación de una cita optimista o una canción que les ayude a enfocarse en una perspectiva positiva son buenas opciones.
● Promover la transformación digital para acelerar los aprendizajes. Más allá de las calificaciones es necesario centrarse en los conceptos básicos que los estudiantes necesitan para progresar al nivel de grado acorde a su edad, brindando apoyo personalizado y diferenciado con tutorías en línea o presenciales a aquellos que tienen más dificultades, y trabajar en el rediseño del plan de estudios y enfoques didácticos.
● Proponer las adecuaciones curriculares necesarias respetando los estilos y ritmos de los alumnos. Una planificación para toda la clase no es suficiente, se debe planificar colaborativamente con profesores de otras disciplinas para ser eficaces en la gestión de tiempo al incorporar diversas herramientas para las distintas inteligencias de los alumnos, dando respuesta a la heterogeneidad de las aulas.
● Ofrecer apoyo académico suplementario en los colegios. con jornadas extendidas, programa de verano o fines de semana, tutorías en línea o presenciales donde las propuestas pedagógicas sean motivantes y elaboradas teniendo en mente a ese alumno en particular que tiene esas necesidades específicas.
● Mantener un canal de comunicación fluido con los padres de familia. Esto puede ayudar a reconocer los síntomas de la deserción escolar de manera anticipada. Los grupos de textos y de WhatsApp han demostrado ser más eficaces que los emails.
● Incluir espacios educativos de deportes, artes y música. Las intervenciones artísticas y la actividad física tienen efectos positivos como el desarrollo de la resiliencia, la salud mental positiva, el bienestar y la ansiedad. Además, contribuyen a la mejorar de la autoestima, el liderazgo y las habilidades interpersonales.