
Por: Guillermo Vidalón del Pino
Los comentarios recibidos a algunos de los escritos que comparto con ustedes me han resultado muy ilustrativos; pero, por sobre todo, descubro que en ellos hay una línea de preocupación que trasciende tanto a los que están a favor de una u otra opción de generación de Bienestar y Desarrollo para quienes vivimos en el Perú.
Quienes más allá de consignas partidarias y dogmatismos -que siempre los habrá- transmiten una preocupación legítima sobre el impacto de la minería en la naturaleza, deben ser conscientes que toda acción humana implica un impacto positivo o negativo sobre la misma, que dicha acción responde a la evolución histórica de la humanidad, que los hechos del pasado no se van a repetir y que no debemos juzgar el pasado con los ojos del presente.
¿Por qué?
Por la sencilla razón de que el pasado no representa una oportunidad para nadie, sobre el pasado podemos reflexionar para revalorar lo que seguimos considerando positivo en la actualidad y recrearlo, alimentarlo con lo nuevo que hayamos aportado y dejar nuestra huella positiva con relación al pasado. Mas es la construcción del presente y su proyección al futuro los que constituyen una oportunidad adecuada.
Las huellas del pasado de cualquier actividad económica no se volverán a repetir y lo más probables es que el desarrollo del conocimiento, así como la evolución económica permitirán recuperar aquello que hoy podemos calificar de práctica inadecuada. Por ejemplo, los precios altos de los metales han puesto en valor algunos depósitos de relaves, de los cuales el avance tecnológico permitirá recuperar más metales. Otros estudian emplear las arenillas de los relaves para producir otros bienes. Mientras otros han logrado revegetar los relaves con poca tierra vegetal.
Esta última aplicación demuestra que los relaves tampoco son material inerte aeternum, pasará más de una generación, pero la naturaleza los volverá a incorporar y el ciclo de obtención, transformación, utilización y disposición de un bien volverá a repetirse. Así que las posiciones catastrofistas, argüidas por quienes se autoproclaman defensores de “La Creación” carecen de sustento.
Por otro lado, hay quienes señalan que debe existir un equilibrio entre la acción humana y la naturaleza para otorgarle sustentabilidad en el largo plazo. Ello resulta razonable, pero en la práctica ¿qué es lo que está ocurriendo?, pues el empleo de la fuerza para imponer lo que se ha denominado zonas de exclusión para el desarrollo de alguna actividad económica. ¿Eso será establecer un equilibrio adecuado? o tras de sí se encuentran quienes siempre han propiciado la confrontación, la violencia, en vez de la colaboración orientada a la consecución de objetivos comunes, como el Bienestar y el Desarrollo.
En cambio, si la lógica es la búsqueda del Bienestar y el Desarrollo, la reflexión debe orientarse a alcanzarlo en el menor plazo posible, a proveer Bienestar a las poblaciones del entorno a las operaciones mineras, a proponer una estrategia de desarrollo local, regional y nacional, a establecer alianzas y apostar por la conformación de empresas agrícolas, ganaderas, forestales, etc. Principalmente en aquellas actividades donde el poblador local tiene gran experiencia y conocimiento ancestral que no siempre ha sido puesto en valor. Las empresas de mayor dimensión tienen el conocimiento adecuado para establecer vínculos productivos con su propia actividad principal y proyectar a su entorno a la conquista de oportunidades en un mundo globalizado.
El tema es impulsarlos para que den el salto de la economía de autoconsumo a la de generación de excedentes, ello les permitirá realizar mayores intercambios y beneficiarse también de la bonanza económica generada por el desarrollo de la expansión minera. Persistir en la ejecución de prácticas filantrópicas esporádicas, sin planeamiento alguno, sin la perspectiva de la consecución de un objetivo definido, no garantizan nada. Las estrategias orientadas al establecimiento de vínculos de dependencia, en función a alguna subvención estatal o privada, alejan del mercado a los beneficiarios de la misma y los hacen sujetos del clientelismo político.
Ahora, analicemos qué manifiestan quienes se oponen al desarrollo de tal o cual proyecto extractivo. Dicen no al desarrollo de la minería en cabeceras de cuenca, pero no señalan que nuestra geografía está signada por la presencia de la Cordillera de los Andes, producto del movimiento continuo de las placas tectónicas –por eso ocurren los temblores y terremotos-. Esa característica del territorio hace que en las cabeceras de cuenca se encuentren la mayoría de los yacimientos de mineral y, por ende, las posibles minas. Por eso, cuando se señala “no a la minería en cabecera de cuencas”, lo que realmente se quiere manifestar es “no al desarrollo de una actividad económica que por motivos ideológicos califican de capitalista”. En cualquiera de los sistemas económicos implementados en el mundo ha habido actividad minera, nunca se ha prescindido de ella.
Entonces, ¿qué es lo que se pretende con la agitación social?, si se detiene la actividad minera formal, aquella que tributa y contribuye con el desarrollo del país, los ingresos fiscales caerían, se ocasionaría déficit fiscal y ¿con qué recursos se ejecutarían los programas sociales ofrecidos por el Estado? Otra vez, cabe preguntarse, ¿la oposición a la actividad extractiva está a la búsqueda del Bienestar y el Desarrollo colectivo del Perú?, la respuesta es negativa.
Del mismo modo, ¿Dicha oposición estará a favor de las poblaciones que habitan en las zonas altoandinas (en las cabeceras de cuencas), a las que dicen proteger?, ¿qué opción de desarrollo les presentan salvo oponerse a la minería?, ¿cómo van a impulsar el desarrollo económico de quienes en la mayoría de los casos viven distantes de los grandes centros urbanos?, ¿cómo van a financiar la inclusión de quienes habitan en zonas donde el clima suele limitar la producción agrícola de pasturas y, por lo tanto, de la calidad de la lana y la carne de sus animales?
Tú que aún tienes una preocupación legítima, investiga, propón, debate y construye una alternativa viable para todos, pero no te sumes al “No va” sin fundamento.
El activismo antiminero no es una opción de Bienestar y Desarrollo para el Perú.