La pérdida de empleo afectó a las mujeres considerablemente con la incursión del Covid-19. Sin ser lo único, la reducción de la brecha de género en el Perú no tuvo algún avance significativo durante 2021. Este panorama posiciona a la mujer en condición de vulnerabilidad, lo cual se ve reflejado, por ejemplo, en la violencia de género.
Por Renzo Rojas
rrojas@stakeholders.com.pe
En el Perú, hay un desbalance notorio en cuanto a los impactos negativos sobre mujeres y hombres que ha traído consigo el Covid-19. Diversos estudios han confirmado este escenario. Por ejemplo, solo en Lima Metropolitana, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) calculó una caída del 14,7 % del empleo femenino versus un 11,3 % del masculino, entre los meses de febrero y diciembre del 2020.
El 2021 no ha sido distinto en esta brecha de género en desfavor de las mujeres. Así lo advirtió, de este modo, un 44% de mujeres encuestadas que señalaron haber perdido sus empleos a finales del año pasado, en un sondeo a cargo del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), por encargo del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) y el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán.
Eliana Revollar
Adjunta para los Derechos de la Mujer
de la Defensoría del Pueblo.
“En 2021, a pesar de que la pandemia no tuvo la misma intensidad que el anterior año, el impacto ha continuado siendo diferenciado en contra de las mujeres. Esto se debe a que se evidencia aún la permanencia de estereotipos de género, que siempre fueron cuestionados, pero que en la pandemia se han exacerbado”, indica Eliana Revollar, adjunta para los Derechos de la Mujer de la Defensoría del Pueblo.
Comparte esta perspectiva también Inés Martens Godinez, directora general de Igualdad de Género y No Discriminación del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), quien menciona que la crisis sanitaria ha profundizado las brechas de género, debido a que las dinámicas económicas, laborales y familiares cambiaron ante este contexto.
“Ello en parte se explica por la división sexual del trabajo, en el que son las mujeres las encargadas, en su mayoría, de las tareas domésticas y de cuidado, esto es, del trabajo no remunerado. Según la CEPAL, en América Latina y el Caribe se ha generado un retroceso de más de una década en los avances logrados en materia de participación laboral”, agrega al respecto.
Martens también señala, en ese sentido, que previo a la pandemia el BID informaba de la presencia mayoritaria de mujeres en trabajos vulnerables (57,3%) en el Perú en comparación con sus pares hombres (44,6 %), siendo los sectores de comercios y servicios los más representativos, y que explica, en gran parte, los efectos económicos negativos del que son blanco a raíz de la crisis sanitaria.
Inés Martens Godinez
Directora general de Igualdad de Género y
No Discriminación del Ministerio de la Mujer y
Poblaciones Vulnerables (MIMP)
“Sumado a ello, las mujeres están sobrerrepresentadas en el trabajo a tiempo parcial, el autoempleo, la informalidad, el empleo a plazo fijo de menor duración y el empleo en empresas pequeñas”, complementa.
Brecha salarial y salud reproductiva y sexual
Data de la Defensoría del Pueblo revela que 146 feminicidios acontecieron en el país durante el 2021, número mayor a la de su año predecesor. Sin embargo, enfocarse solo en lo que es la máxima expresión de violencia de un problema estructural y que tiene más aristas por analizar, sería un error. Por ello es esencial el abordaje de temas como la brecha salarial o el acceso a buenos servicios de salud.
“El tema de la desigualdad de género se ha venido abordando mediante lo que es la violencia. Esta es la punta del iceberg de un problema más estructural”, remarca Eliana Revollar. La representante de la Defensoría explica que, a la par de la pérdida de empleos en las mujeres, la brecha salarial es otro punto sensible en el país. Y es que a septiembre del 2021 el INEI daba cuenta de que el ingreso promedio de las mujeres era de un -9,1 % en comparación con los hombres en relación al trimestre pasado.
En el análisis, lo anterior guarda relación con el trabajo no remunerativo que cumplen desde que son menores de edad muchas mujeres. “En el año 2019, hicimos una investigación donde informamos de que las mujeres trabajan a partir de los 12 años. Si hay un varón y una mujer en casa, esta última va a dejar de estudiar y jugar para ayudar en labores domésticas”, subraya Revollar.
La salud reproductiva y sexual es otro ámbito álgido. Eliana Revollar añade que a octubre del año pasado se identificaron 395 muertes vinculadas, generalmente, a mujeres en gestación y puérperas que fallecieron. Si bien esta cantidad es menor a la del 2020, “no podemos decir con éxito que en el 2021 se logró aminorar esto, porque estas cifras ya se manejaban en períodos anteriores a la pandemia”, puntualiza.
Con este marco, queda claro que es imprescindible sumar esfuerzos para reducir la brecha de género desde todas sus vertientes. “El año pasado hemos cerrado con 5904 alertas de desaparición de mujeres, 146 feminicidios, 123
tentativas. Todo eso te hace ver que no se está dando el abordaje y la importancia que merece el tema de las desigualdades”, reflexiona Revollar.
¿Qué hacer para enfrentar el problema?
El diagnóstico apunta a que se debe enfrentar el problema desde el origen del mismo. Es decir, implementar políticas para cambiar esas inequidades en lo económico, educativo, salud y más, que afectan a millones de mujeres en el Perú. Inés Martens manifiesta que desde el MIMP vienen trabajando en la creación del Sistema Nacional de Cuidados, el cual va más allá de mejorar los servicios existentes y su articulación en lo que refiere a cuidados.
“Sino, sobre todo, (consiste) en un cambio de lógica, que coloque en el centro del debate la necesaria corresponsabilidad del Estado, el sector privado y la sociedad en su conjunto, en las tareas de cuidado; así como la importancia de contar con una distribución más equitativa de los tiempos dedicados a dichas tareas al interior de las familias”, recalca.
Al respecto, señala que desde el ministerio vienen liderando un proceso para recabar información sobre las necesidades, estrategias y servicios de cuidado de niñas, niños, adolescentes, personas con discapacidad y personas adultas mayores, especialmente aquellas que se encuentran en situación de dependencia. A la fecha, participan de esta iniciativa más de cinco mil personas a lo largo del territorio nacional.
Indica que también vienen implementando acciones para fortalecer el potencial de las mujeres de contribuir a la economía peruana, sobre todo en épocas de recuperación. Para este fin, se enfocan en dos líneas de acción: la conformación y consolidación de Redes de Mujeres Empresarias y Emprendedoras, y el diseño del Programa Nacional Mujer Emprendedora.