Ante una reciente polarización, acrecentada por una segunda vuelta electoral, se ha visibilizado una sociedad fragmentada, con pensamientos e intereses muy diversos. A puertas de los 200 años de independencia del país, ¿es posible buscar la unidad de todos los peruanos?
POR ILLARI LOAIZA CÓRDOVA
iloaiza@stakeholders.com.pe
Llega el Bicentenario y con él la oportunidad de repensar nuestra sociedad. El Gobierno del Perú ha desarrollado una serie de acciones con el Proyecto Especial Bicentenario de la Independencia del Perú, en el cual todo parece girar en torno a una misma premisa: “El país que queremos construir”. Sin embargo, antes de poner en marcha esa reconstrucción, es necesario evaluar cómo se encuentra el Perú en este momento.
“Algunos dicen que la pandemia nos ha hecho retroceder. Yo diría que sí, pero no solamente hay un retroceso, sino que se han desnudado las inequidades y las limitaciones que tenemos en términos de gobernabilidad”, comenta Marina Irigoyen, Socióloga y Co-coordinadora del Grupo de Diálogo Minería y Desarrollo Sostenible.
Irigoyen opina que si bien el contexto de la crisis sanitaria ha resaltado la situación en la que estamos, no quiere decir que sea la causa principal de que el panorama actual sea tan retador. “La pandemia nos pone quizás de una forma más cruda las tareas que no hemos cumplido a 200 años de ser considerada una Nación”, expresa.
A pesar de ello, la socióloga rescata que en la actualidad hay iniciativas que buscan lograr esa unidad que parece tan difícil de lograr. “El panorama es crítico y, sin embargo, hay pequeñas experiencias e indicios que nos hacen pensar que no podemos perder la esperanza. Sobre la base de esa complejidad que nos da la diversidad de etnias, de culturas, de género, la biodiversidad de la naturaleza, entre otras, con todo ello tenemos muchas posibilidades de enfrentarlo”, afirma.
Desde su punto de vista, si bien la diversidad es grande y se presenta como un reto, a su vez brinda toda una gama de oportunidades para que aquellos conflictos puedan ser resueltos. De esta manera, el camino hacia una sociedad más unida no tiene un solo método o respuesta, pero las buenas prácticas que se vienen realizando desde algunos organismos del Estado, la empresa privada, las organizaciones no gubernamentales y las comunidades, se presentan como una luz de esperanza.
“En ese sentido, lo que tenemos que hacer es acompañar, sistematizar y difundir esos procesos. Porque si no, también las experiencias se quedan ahí. Hay muchas experiencias positivas de interacción, pero se conocen poco, y podrían ser ellos un modelo para el mismo sector. En las empresas, hay quienes sí hacen un esfuerzo. Yo creo que es posible ese acercamiento”, asegura.
Por otro lado, el rol de la sociedad civil es fundamental al momento de plantear diferentes mecanismos de inclusión. “Los procesos de empoderamiento que tienen las comunidades locales son increíbles. Esto se observa en los trabajos de las mujeres en esta época de pandemia, o de los pueblos indígenas por defender sus territorios de la contaminación”, comenta.
“Hay mucha fuerza en nuestro país. No es un país que está en declive, sino que esas fuerzas necesitan de un liderazgo cohesionador. Ese liderazgo es el que nos ha faltado. Y es el que también, desde otro plano, las personas deberíamos contribuir a fortalecer a través de un sistema de partidos. Deberíamos contribuir a fortalecer instituciones que nos representen, a que sean más sólidas, respetando las reglas de juego”, explica Irigoyen.
Asimismo, expone que aquel liderazgo no debe recaer en manos de una sola persona. Mas bien, este debe ser colaborativo y participativo. “Normalmente uno piensa en la autoridad de más alta jerarquía, pero es imposible. Deberíamos ser como una comparsa. Ponernos de acuerdo en políticas, en estrategias de forma tal que conjuntamente avancemos ante algunas situaciones críticas”, expresa.
Por otro lado, también deben ponerse sobre la mesa aquellos mecanismos que influyen en el proceso de inclusión y unidad. Sobre este punto resalta que “la inclusión no debe ser solamente un tema social, la inclusión también va por el lado económico”. Comenta que no se trata de otorgar préstamos abiertamente y que finalmente las personas se queden endeudadas, sino que se trabaje desde un paso previo: la educación.
“Se necesita educación financiera, educación empresarial y de tecnología. Un desarrollo de capacidades técnicas que permita productivamente que tengamos una mejora, una inclusión, un sistema un poco diferente. La inclusión económica es otro elemento que no podemos olvidar”, apunta.
El ciudadano del Bicentenario
Esta fecha llega como una oportunidad para plantear nuevas metas y propósitos dentro de la sociedad. ¿Qué nos hace falta como ciudadanos para encaminarnos hacia la unidad? La socióloga Marina Irigoyen comenta que valores como la responsabilidad, la ética y la tolerancia deberían ser los pilares del ciudadano del Bicentenario.
“Tenemos que ser éticamente coherentes, socialmente responsables, cuidando nuestro ambiente, cuidando a los más vulnerables y excluidos, buscando que tengamos políticas de inclusión y de promoción de capacidad de desarrollo. Que busquemos trabajar más por la igualdad de género. No solamente hombres y mujeres, sino un concepto más amplio. Y tener apertura mental para poder ver que las cosas no son como nosotros queremos que sean, sino que las cosas son como está la realidad”, refiere.
Asimismo asegura que se requiere de una ciudadanía activa y comprometida, que no solo vele por sus intereses personales, sino que a su vez contemple las necesidades de otros pares. Además, aquella visión debe ir más allá de lo inmediato, pensando en el mediano y largo plazo. Resalta que, sin ello, difícilmente se podrá apuntar a una sociedad más unida que fragmentada.
“Tenemos que tratar de salir de la coyuntura, de este entrampamiento de la serie de temores, de la serie de pasiones que están envolviéndonos, para mirar hacia adelante, hacia lo que queremos”, manifiesta.