Juan Risi Carbone
Director asociado de PRODIGIO Perú
No cabe duda que la comercialización de los alimentos es deficiente y esto perjudica a los productores y a los consumidores, ya que el diferencial de precios entre lo pagado al productor y lo que paga el consumidor final es grande. Una muestra de ello la vimos a inicios de 2018, cuando el precio de la papa blanca, cayó en un 90% en el campo, llegando a S/.0.10/k, mientras que el precio de venta al consumidor en Lima, tuvo una ligera disminución de S/1.55 a S/. 1.42/k. Esto es una muestra clara que los precios de estos productos no se forman de una manera transparente.
Revisando brevemente los componentes que son críticos en el sistema alimentario nacional para garantizar el abastecimiento constante y variado de alimentos, vemos que estos son seis, que no necesariamente se cumplen en cada caso y tampoco son secuenciales. En primer lugar, está la producción o extracción, le siguen el acopio y logística y la comercialización de alimentos. Estos pueden llegar sin procesar o procesados al mercado, para luego ser consumidos y finalmente disponer de los residuos.
Los agricultores, ganaderos, artesanos alimentarios rurales (pequeñas fábricas de lácteos, cárnicos, panes y otros) recolectores y pescadores. Tienen dificultades para contactar con compradores, transporte y servicios logísticos para llegar a los centros de consumo. De otro lado, la proximidad a la siembra y las cosechas introduce un problema al ser muchos de los alimentos perecibles, lo que significa un deterioro de su calidad con el paso de los días.
Se propone modernizar los sistemas de distribución agroalimentaria, relacionando la producción con la demanda en una primera fase, de los principales centros de producción diez de los productos nacionales que contribuyan significativamente a nuestra alimentación, diseñando un sistema informático que coordine oferta y demanda, a partir de “unidades de seguimiento alimentario” en las zonas productoras, implementados entre las tres instancias de gobierno: nacional, regional y local.
En el caso de la agricultura, se debe volver a retomar los sistemas dejados de lado inexplicablemente como son: los planes de cultivo y riego y las encuestas de intención de siembras a fin de evitar las sobreofertas estacionales de alimentos y su falta de alineación con la demanda. Esto debe además complementarse con planes de extracción en el caso de pesca. En paralelo, se implementará un sistema informático para conocer los embarques estimados proyectados a cada semana para cada rubro y zona. Estas estimaciones se alinearán con las de demanda y se buscarán los equilibrios en beneficio de las distintas capacidades de compra de los consumidores.
La fuente de financiamiento será en un principio estatal mientras se establecen los auto gravámenes y tarifas para el almacenaje y pre procesamiento de costo que gradualmente debe ser asumido por los productores asociados. En paralelo, se establecerá la Red Nacional de Mercados Mayoristas con medidas de apoyo a su modernización para convertirlos en fuentes de empleo y negocios que dinamicen las economías regionales, mejoren la rentabilidad de los productores y aporten a una alimentación saludable y asequible a todas las economías familiares del país. Se establecerá en coordinación con los Gobiernos Regionales y Municipales, mecanismos de estímulo a los capitales locales para asociarse con los gobiernos del territorio, las asociaciones de productores y procesadores y las de consumidores, invirtiendo en nuevos mercados y centrales de abasto mayorista que permitan dotar de competencia a la red informatizada de mercados. Como complemento, se establecerán facilidades de almacenamiento y luego de procesamiento industrial, para evitar que se envíen productos en volúmenes superiores a la demanda, que deteriorarán los precios).