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Proyecto SABA: Agua que reduce brechas
Por: Chriss Ríos
crios@stakeholders.com.pe
Desde hace 20 años, COSUDE tiene la compleja labor de abastecer a más peruanos del sector rural de agua potable y sistemas de saneamiento. Su esfuerzo ha tenido remarcables frutos, sin embargo, aún es mucho el camino que queda por recorrer.
Concepto
El agua es un derecho humano. La Cooperación Suiza (COSUDE) es muy consciente de ello y viene realizando, desde hace 20 años, una ardua labor en el país dentro del rubro de agua y saneamiento rural. Esta es, sin lugar a dudas, una de las problemáticas nacionales que más evidencia la vulnerabilidad de un un amplio sector de la población y que más obstruye el camino a ser una nación sin desigualdades. La herramienta principal de lucha que COSUDE usó contra ella tiene nombre propio: Modelo Integral de Proyectos de Saneamiento Básico Rural en el Perú. O simple y sencillamente “Proyecto SABA”.
Origen
Este proyecto surgió porque COSUDE se percató de que en América Latina y sobre todo en el Perú, las brechas con respecto a agua y saneamiento en el área rural, eran enormes en comparación con el área urbana. Sobre el tema, el Director de Programas Globales de COSUDE, Martin Jaggi, precisó que el mandato principal de su organización siempre ha sido la reducción de pobreza, por lo cual la disminución de esta brecha significó parte de su deber. La problemática del agua no solo fue considerada importante por ser una cuestión de higiene, sino por implicar serias cuestiones de salud y de gobernanza. “La Cooperación Suiza quiso dar un mandato global de este tipo de políticas, para que así nos convirtamos en un sólido referente y seamos imitados”, manifestó.
Sin embargo, esta labor no sería nada fácil. El panorama que se tenía al frente era bastante agreste. Cesarina Quintana, quien ocupa el cargo de Oficial Nacional de Programa Senior de COSUDE y está a cargo de SABA desde sus orígenes, enfatizó que en 1990 (6 años antes del inicio del proyecto) solo un 15% de la población rural tenía acceso a agua potable, y menos del 10% tenía sistemas de saneamiento (baño con ducha, retrete y desagüe). En estas condiciones, la Cooperación Suiza puso manos a la obra e inauguró en 1996 el primero de sus grandes y emblemáticos proyectos: Sanbasur en Cusco. En 1999, se dio inicio a Propilas en la región Cajamarca.
Metodología
A lo largo de los años, SABA trabajó bajo los parámetros de una integralidad muy particular, que se compone por dos elementos especiales: infraestructura (hardware) y gestión (software).
- Hardware consiste en la construcción y operación de la estructura física de los sistemas de agua y saneamiento. Toda solución de agua siempre debe estar acompañada de una solución de saneamiento. Hoy puede sonar evidente, pero hace 20 años este binomio no era importante.
- Software consiste en la articulación de actores de todas las entidades involucradas en este tema. Sumado a ello, el fomento de buenas prácticas sanitarias en las viviendas y la incorporación de instrumentos de administración, operación y mantenimiento en las organizaciones comunales.
SABA cuenta con una organización constituida muy estratégicamente, la cual tiene un Comité Directivo conformado por COSUDE, el Programa Nacional de Saneamiento Rural (PNSR) y como líder al Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento. La ONG Care Perú es la encargada de la parte logística y administrativa del proyecto.
Mientras que el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) apoya en cuestiones de asesoría y monitoreo. Son tres los escenarios en los que se desenvuelve:
- El escenario micro se compone por las familias, organizaciones comunales y juntas de agua y saneamiento.
- El escenario meso por los gobiernos locales y regionales.
- El escenario macro por los cuatro ministerios involucrados (Vivienda, Desarrollo e Inclusión Social, Salud y Educación).
Es justamente en estos tres escenarios en donde se ha realizado la articulación. COSUDE estableció que todo ámbito tiene un rol que cumplir y que es fundamental el trabajo intersectorial, pues de lo contrario la brecha no solo no se cerrará, sino que aumentará. En la actualidad, SABA ya no financia la construcción de estos sistemas, puesto que ahora apalanca recursos del Estado. Su tarea hoy está 100% enfocada en potenciar las gestiones de los diversos niveles (software): fiscalizar las Áreas Técnicas Municipales (ATM)1, coordinar con el Ministerio de Salud para la vigilancia de la calidad del agua, promover el uso de instrumentos de gestión en organizaciones comunales y Juntas Administradoras de Servicios de Saneamiento (JASS), etcétera.
Logros principales
SABA ha beneficiado a más de 2 millones de personas de zonas rurales con sistemas de agua y saneamiento. Conformó más de 3600 JASS y 532 ATM. Convirtió en salubres a 1250 centros educativos rurales. Apalancó cerca de 682 mil millones de soles para la ejecución de 950 proyectos. Adicionalmente, fortaleció los gobiernos locales y regionales, construyó y consolidó un sistema de información sectorial, institucionalizó mecanismos nacionales de concertación y, hoy en día, muchas de sus técnicas pasaron a ser políticas públicas, destacando entre éstas resoluciones ministeriales como por ejemplo: la regulación de servicios de saneamiento, el modelo de estatutos de las JASS, las líneas de formación de los programas, etc.
Su presencia hoy es sólida y fructífera en los gobiernos regionales de: Tumbes, Piura, Lambayeque, Amazonas, San Martín, Cajamarca, Huancavelica, Puno, Cusco, Ayacucho, Madre de Dios y Apurímac. La data en cuestión forma parte de los resultados del informe oficial que evaluó el impacto del Proyecto SABA en el Perú, liderado por William Carrasco, Director del Proyecto de Investigación.
“En 1990, solo el 15% del sector rural tenía acceso a agua potable. En el 2015, casi veinte años después del inicio de SABA, la cifra aumentó a 65%. Sumado a ello, menos del 10% contaba con un sistema de saneamiento en 1990, lo cual en el 2015 aumentó a 21%”, argumentó Cesarina Quintana. La vocera de SABA admitió que aún hay un largo trecho por recorrer. “En cuanto al acceso a agua potable aún tenemos una brecha del 35%, y en cuanto al acceso a un sistema de saneamiento, la brecha es de 79%”, sostuvo. Finalmente, agregó que esta data coloca al Perú como el país con los peores indicadores del rubro en toda América Latina, pese a los grandes esfuerzos.
Obstáculos
Para una mejor comprensión de las dificultades que atravesó el proyecto, Cesarina explicó que todo parte de la complicada accesibilidad a estas zonas del país y el difícil entendimiento con muchas de estas comunidades, debido a que varias veces éstas manejan otra cultura y otro idioma. Por ende, estas políticas debían adaptarse a diversos contextos, cada uno más complejo que el otro. Sumado a ello, se encuentra el factor de mayor relevancia: la constante rotación de funcionarios públicos en todos los niveles del país.
“SABA ha estado presente en 6 cambios de gobierno a nivel local, regional y nacional. En cada nueva gestión, hemos tenido que realizar un estudio previo de cada autoridad; sus intereses, la manera en la que podíamos influir en ellos y lograr convencerlos de que nuestro proyecto es realmente importante”, explicó. “Si se logró la aprobación de las autoridades, no fue por un discurso o presentación de documentos, sino porque se les llevó al campo y se les enseñó con hechos que el modelo SABA sí funciona”.
Asimismo, las medidas descentralizadoras implican una gran tensión política y social en el Perú, lo cual significó para COSUDE un gran obstáculo contra el que tuvo que luchar. Para Cesarina Quintana, los gobiernos nacionales no tienen capacidad para ejecutar eficazmente la descentralización, hecho que generó que la creación de confianza entre sectores y la facilitación de burocracias resulte doblemente difícil. “En el Perú hay muchos divorcios comunicacionales y culturales. Nosotros mediante el desarrollo de estrategias y el conocimiento de cada comunidad y región, hemos logrado ser un puente y un catalizador”, puntualizó.
Pese a que el rol de COSUDE es subsidiario y no reemplaza al Estado, el carro que ha tenido que empujar en 20 años ha sido bastante pesado.
El Estado
El Viceministro del Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS) Gustavo Olivas, coincidió en el carácter indispensable del trabajo articulado e intersectorial expuesto por los representantes de COSUDE. “El Ministerio de Vivienda no puede hacer esto solo. Por ello estamos desarrollando un trabajo coordinado con la Dirección Regional de Vivienda, la misma que va a coordinar con cada municipio rural a través de las ATM”, expuso.
Gustavo Olivas destacó el papel preponderante de COSUDE en la creación de las ATM, pero afirmó que aún hay muchos municipios por implementar y es este el punto al que le dará prioridad. El factor positivo es que hoy el Perú cuenta con el nuevo marco legislativo 1280, que impulsa los servicios de saneamiento en el ámbito rural. Es decir, ya existe un sólido marco legal que establece la coordinación entre todos los niveles de gobierno: regionales, municipales y locales, así hasta llegar a las JASS.
Sin embargo, una ley es inútil si no cuenta con una debida fiscalización, y de ello es consciente el viceministro. “Un punto preocupante que el MVCS ha encontrado en esta gestión es la ausencia de un ente supervisor y fiscalizador de servicios de saneamiento rurales. Por ello, ampliaremos el ámbito de trabajo de la SUNASS (Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento), ya que ésta siempre ha estado limitada al sector urbano”, sentenció.
A criterio de Olivas, la mejora será gradual y demandará mucho esfuerzo y recursos. Como representante del MVCS, él se comprometió a realizar los cambios necesarios en las políticas y normativas del rubro. Recalcó que los conceptos de “agua” y “saneamiento” deben ir siempre de la mano, pues no puede ser factible que exista el primero sin el segundo. Si el agua que se recibe es cruda y/o carece de un adecuado sistema (como en la mayoría de los casos), el servicio no solo es incompleto, sino también nocivo para la salud.
“Este tema no es cualquiera; fortalece considerablemente la democracia, pues incluye a poblaciones vulnerables y ataca de raíz problemas centrales como la salud”, concluyó. En diciembre del 2016, COSUDE reafirmó formalmente su apoyo y trabajo conjunto con el MVCS y el MIDIS. En situaciones como esta, la continuidad es una gran aliada del desarrollo, por lo que todo parece indicar que el camino que se está siguiendo es el correcto.
Visión de COSUDE
Martin Jaggi manifestó que vivimos en un mundo voluble e influenciado por el cambio climático, lo que genera desafíos de carácter global. Entre ellos el más importante es el establecido por la Organización de Naciones Unidas (ONU): los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). “El objetivo número 6 de los ODS determina que para el año 2030 debe existir un 100% de acceso a agua potable y a sistemas de saneamiento en el Perú y América Latina”, puntualizó Jaggi. Agregó que “son 13 años los que quedan para dar este gran salto, no solo con acceso a agua potable, sino con servicios de calidad, pues mientras esto no sea exactamente así no podrán reducirse los índices de desnutrición, enfermedades diarreicas y pobreza”.
La Cooperación Suiza continuará trabajando por el fortalecimiento institucional en todos los niveles de gobierno: articulando las municipalidades con las regiones y el Estado. “Vamos a incidir en que el presupuesto nacional destine una cantidad considerable a la problemática del agua y saneamiento”, remarcó el Director de Programas Globales de COSUDE. Ante lo cual, Cesarina Quintana acotó que la continuidad en las labores con el MIDIS y el Ministerio de Vivienda, es esencial para dar un siguiente paso: enfocar globalmente esta problemática, con el apoyo del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). “Tenemos que aprovechar plataformas internacionales para la difusión y consolidación de este tipo de políticas, como por ejemplo el Foro Mundial del Agua que se dará en Brasil en el 2018”, expresó.
La vocera del Proyecto SABA, sostuvo que debido a que los actores de este proceso se han empoderado, COSUDE decidió cerrar un capítulo y trabajar solo en la implementación y gestión de políticas de agua y saneamiento, siempre dentro de la metodología 100% articulada e intersectorial.
Recomendación
Para concluir, Cesarina Quintana expresó que es la institucionalidad el punto más débil de la problemática en cuestión. Si ésta no ha podido sostenerse en el tiempo, es porque no ha sabido consolidar espacios de interacción permanentes entre los funcionarios de los distintos niveles. Es en este punto en el que se vuelve trascendental el papel de cada actor del país. “Además, se necesita formar en las universidades e institutos, sea cual fuere la carrera o especialidad, profesionales comprometidos con el aporte de soluciones reales en el rubro del agua y saneamiento rural”, finalizó. En resumidas cuentas, mientras cada sector del Perú – público, privado, académico, civil- asuma que este es un tema que puede acabar con las desigualdades y empiece a cumplir el rol que le compete, serán grandes los pasos que demos en este largo trecho que queda por recorrer.