con el mayor número de víctimas por este tipo de accidentes en la región.
El problema tiene una diversidad de causas. Veamos algunas de éstas: Las revisiones técnicas de nuestro parque automotor han permitido que muchos vehículos en mal estado y muy antiguos sigan circulando por nuestras calles contaminando la ciudad.
La falta de sanciones adecuadas para aquellos malos conductores que de manera imprudente siguen manejando, y, más aún, muchos de ellos con antecedentes de numerosas faltas y papeletas.
Las coimas pactadas entre conductores que violan las normas de tránsito y los malos policías que se prestan a ello.
La falta de educación de los peatones quienes no utilizan ni los puentes ni las señales para cruzar las pistas.
El mal estado de pistas y carreteras, no sólo por su asfaltado o carencia del mismo sino por la inexistencia de señalización.
La ausencia de una visión que haga posible una adecuada estrategia para minimizar los impactos que ocasionan en la circulación vial, en los vecinos, peatones y conductores las obras de arreglo y modificación de pistas y veredas.
Si bien es necesario que las autoridades aborden el problema con mayor profundidad y firmeza, muchas empresas privadas podrían incorporar dentro de sus programas de responsabilidad social algunos alcances sobre seguridad vial, que involucre a padres e hijos y a la comunidad en general, con ejemplos visuales de otras ciudades del primer mundo sobre ese tema.
En estos programas, los hijos podrían aprender desde muy pequeños acerca de la cultura de la precaución y seguridad, el uso de los puentes y señales para cruzar las pistas; los adultos, peatones o conductores, tendrían una mejor disposición a respetar las reglas de tránsito además de no tomar licor si van a manejar y no hacer de la coima un acto lícito.
No esperemos que muchos compatriotas sigan muriendo por estas causas.