Perú reporta avances en 51% de indicadores ODS con data nacional, pero sigue lejos del 2030

Políticas públicas - Agenda 2030

Perú reporta avances en 51% de indicadores ODS con data nacional, pero sigue lejos del 2030

Por Osmaro Villanueva

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Cada año, Fiestas Patrias nos recuerda el valor de la independencia como hito fundacional del Perú. Sin embargo, en el siglo XXI, esa libertad ya no solo se mide en términos políticos, sino en el bienestar tangible de la población: erradicar la pobreza, garantizar salud y educación de calidad, proteger el ambiente y reducir desigualdades estructurales.

Esa es, precisamente, la promesa que en 2015 asumimos como país al adoptar la Agenda 2030 de Naciones Unidas, con sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

A cinco años del plazo final, cabe preguntarnos: ¿cuánto hemos avanzado? ¿Y qué mejor manera de honrar a nuestros libertadores que asegurando un futuro justo y sostenible para todos?

Contraste de cifras nacionales y la métrica internacional

Los ODS representan un pacto global por el desarrollo inclusivo. En el Perú, el seguimiento recae en el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), que a junio de 2025 reporta que el 51.2% de los indicadores están “logrados” (127 de 248). Por su parte, el panel de control de la ONU considera solo 102 indicadores —para asegurar comparabilidad internacional— y reporta que el Perú ha alcanzado el 38.2% (39 indicadores).

Esta diferencia de resultados responde, en buena medida, a metodologías distintas. Como explica Adriana Quirós, Country Manager del Pacto Global de la ONU Perú, “para el INEI, el ‘alcanzar’ es tener un indicador con data, mientras que para ONU ‘alcanzar’ es lograr la meta de cada indicador y cada ODS”. La diferencia es sustancial, sobre todo si se considera que muchos indicadores del INEI usan datos que no se actualizan hace más de una década.

Aunque el INEI reporta que el 51.2% de los indicadores ODS están “logrados”, esta cifra debe leerse con cautela. Según precisó Arturo Arias, Director Técnico de Demografía e Indicadores Sociales a Stakeholders, el seguimiento nacional se basa en 127 indicadores priorizados y clasificados con un sistema tipo semáforo, donde el “verde” no siempre implica haber alcanzado la meta establecida por Naciones Unidas, «sino contar con datos disponibles que evidencien avances».

Este matiz metodológico explica la disparidad con el tablero internacional de la ONU. Además, cerca del 22% de los indicadores nacionales aún no cuenta con información actualizada al 2023 o 2024, aunque el INEI prevé reducir esta proporción al 13% en los próximos meses con el procesamiento de nuevas encuestas como ENARES y ENUT. «Se prevé la actualización de otros indicadores provenientes de registros administrativos al año 2023. Con ello, se estima que el porcentaje de indicadores sin información actualizada se reducirá a aproximadamente 13% (17 indicadores)», precisa Arias.

A pesar de ello, ambos reportes coinciden en lo esencial: el Perú ha avanzado, pero no al ritmo necesario para cumplir con las metas al 2030. La ONU sitúa al país en el puesto 65 de 167 naciones, con una puntuación de 72.7 sobre 100. Un progreso moderado, pero que aún refleja desafíos estructurales.

Un país de contrastes: ¿dónde estamos avanzando y dónde no?

El cruce entre las cifras del INEI, la ONU y el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (CEPLAN) ofrece una radiografía clara:

ODS con buen progreso

  • Educación de calidad (ODS 4): 75% de indicadores cumplidos (INEI). También la ONU lo destaca como uno de los pocos “alcanzados”.

En materia educativa, el Perú ha logrado avances importantes en términos de cobertura. Según Daniel Alfaro, exministro de Educación y fundador de PIRKA, “luego de la pandemia, el Perú mejoró las tasas netas de asistencia en los tres niveles de inicial, primaria y secundaria, incluso por encima del promedio regional”. A la fecha, el 98 % de niños y niñas entre 6 y 11 años están matriculados en primaria, lo que acerca al país al ideal de universalización del acceso y permite pensar en la erradicación futura del analfabetismo. Desde esa perspectiva, señala Alfaro, el Perú tiene una expectativa sólida en el cumplimiento del ODS 4, cuyo núcleo gira en torno a estos indicadores.

Sin embargo, el reto actual no está tanto en el acceso, sino en la calidad del aprendizaje. Las últimas evaluaciones estandarizadas del Ministerio de Educación muestran una ligera recuperación en comprensión lectora respecto a 2019, pero los resultados en matemáticas siguen rezagados. Alfaro advierte que “el factor determinante son los docentes”, quienes han visto mejoras salariales en los últimos siete años, pero en medio de un contexto de creciente politización y debilitamiento de la meritocracia en la Carrera Pública Magisterial.

A ello se suman otros factores estructurales que interfieren en el aprendizaje: la anemia infantil, la pobreza persistente, la inseguridad ciudadana, el deterioro ambiental y el debilitamiento de las instituciones democráticas. «En resumen, se enseña con el ejemplo y ello es lo que más escasea en estos tiempos», subraya Alfaro. Por eso, de cara a las próximas elecciones, sostiene que el voto de conciencia será clave para blindar el futuro educativo de la niñez frente a la demagogia y los extremos.

  • Salud y Bienestar (ODS 3): 68% de avance (INEI), aunque la ONU aún lo cataloga como un objetivo con desafíos moderados.

Para Hernando Cevallos, exministro de Salud, persiste una desconexión entre los datos oficiales y la realidad en los territorios. “Una cosa es la situación en algunos distritos de Lima, y otra muy distinta es la que viven millones de peruanos excluidos en el interior del país”, apunta. Además, alerta que existe presión política para maquillar cifras: “Hay indicadores que aparecen como logrados, pero que usan información desactualizada o no reflejan la realidad de los servicios de salud”.

Además, alerta que las asignaciones recientes han priorizado áreas específicas como VIH, salud materno-infantil o enfermedades prevalentes, pero no se ha diseñado una estrategia integral que fortalezca el primer nivel de atención ni se ha abordado la inequidad territorial en infraestructura, recursos humanos y equipamiento sanitario. «Si bien tras la pandemia se incrementó el presupuesto del sector salud en cerca de 3 mil millones de soles, este sigue siendo claramente insuficiente para responder a los desafíos estructurales del país».

  • Trabajo decente y crecimiento económico (ODS 8): 69% (INEI), con alertas sobre estancamiento estructural (ONU).
  • Igualdad de género (ODS 5): 64% (INEI), con tendencia positiva.

ODS estancados

  • Ciudades sostenibles (ODS 11): solo 33% de avance (INEI), pese a los más de S/ 23 mil millones ejecutados en infraestructura sostenible (CEPLAN).

“El bajo avance en el ODS 11 sobre ciudades sostenibles —que apenas alcanza un 33% según INEI— refleja una profunda falta de articulación entre instituciones públicas, sector privado y ciudadanía”, sostiene Orlando Ardito, gerente general de EPEI PERÚ. Desde su enfoque, los obstáculos son múltiples y estructurales, pero todos apuntan a una debilidad institucional crónica: «La alta rotación de funcionarios, la falta de visión integrada y la ausencia de mecanismos eficaces de coordinación hacen inviable cualquier política urbana sostenible de largo plazo».

“El reto de construir ciudades sostenibles en el Perú no es técnico, es institucional y cultural. Necesitamos un compromiso conjunto del Estado, las empresas y la sociedad para revertir la informalidad y adoptar prácticas sostenibles de forma masiva”, concluye.

Por su parte, Rosario Reaño, gerente de proyectos de Hábitat para la Humanidad, uno de los principales obstáculos para avanzar en el ODS 11 es la débil disponibilidad y regulación de productos y servicios seguros, sobre todo en contextos marcados por la informalidad urbana, la desigualdad territorial y el crecimiento desordenado. “En el Perú, muchas familias construyen sin acompañamiento técnico, lo que las expone a riesgos estructurales, sanitarios y eléctricos. La brecha no es solo económica, también es de conocimiento”, afirma.

  • Producción y consumo responsable (ODS 12): 8% de cumplimiento, el más bajo de todos. ONU y CEPLAN coinciden en el reto de una economía circular real.

ODS críticos

  • Reducción de desigualdades (ODS 10): 36% de avance. El crecimiento económico no está siendo redistributivo.

Para Liliana La Rosa, ex titular del MIDIS, el Perú aún está lejos de convertirse en un país realmente inclusivo y garante de igualdad de derechos. “Mientras existan personas probas, organizadas y sin miedo, podremos vencer las ideologías hipócritas que dicen defender la vida, pero se callan ante feminicidios, crímenes de odio y discriminación hacia personas con discapacidad”, afirma con contundencia. En su opinión, es momento de “celebrar la patria haciendo patria inclusiva”, construyendo una nación que valore la diversidad humana y asegure derechos fundamentales para todos.

Si bien los indicadores muestran avances en representación política femenina y participación laboral, los retos siguen siendo profundos. La Rosa advierte que un sector político aún actúa desde posturas machistas, patriarcales y excluyentes. “La brecha salarial entre hombres y mujeres supera el 30%, y la tasa de desempleo femenino sigue siendo más alta. Además, las personas LGBTQ+ y con discapacidad enfrentan barreras estructurales y una cultura discriminatoria que impide su acceso pleno al trabajo digno, la salud y la participación ciudadana”, señala.

La Rosa propone una hoja de ruta centrada en cinco pilares: incrementar el presupuesto para programas sociales inclusivos, mejorar la cobertura y calidad de los servicios en zonas marginadas, promover la diversidad en políticas públicas, fortalecer la movilización de la sociedad civil y exigir rendición de cuentas a las autoridades. “La defensa de nuestros derechos y la diversidad es una lucha colectiva; solo juntos podemos construir un Perú donde cada voz cuente y cada vida sea valorada”, concluye.

  • Vida submarina (ODS 14) y Ecosistemas terrestres (ODS 15): ambos con menos de 25% de cumplimiento, según ONU.

“El mayor obstáculo para la Agenda 2030 sigue siendo la desigualdad estructural”, afirma Adriana Quirós. No basta con crecer, hay que distribuir con justicia.

Desigualdades estructurales: la otra independencia que nos falta

Los desafíos más graves están directamente ligados a desigualdades históricas. Según el Índice de Competitividad Regional (INCORE 2025), las regiones con mejor desempeño —como Moquegua, Lima Metropolitana o Arequipa— coinciden con las de menor pobreza. En cambio, las regiones con menor competitividad —Loreto, Ucayali, Puno— también registran los mayores niveles de pobreza y bajo cumplimiento de ODS.

Cinco de las ocho regiones más pobres del país (Cajamarca, Loreto, Puno, Huánuco y Huancavelica) están en el tercio inferior del INCORE. Allí, los rezagos en acceso a servicios, conectividad y sostenibilidad son marcados.

La desigualdad territorial, reforzada por una débil gobernanza y baja inversión pública, impide una implementación equitativa de la Agenda 2030. La ONU advierte que más del 11.7% de la población vive con menos de USD 3.65 al día, y el 3.7% en pobreza extrema. Aunque el INEI reporta una mejora —pobreza monetaria nacional pasó de 29.0% a 27.6%—, esto aún representa más de 9 millones de personas que no logran cubrir una canasta básica mensual de 456 soles (2024).

Martín Valencia, jefe de estudios económicos del IPE y responsable del estudio, explica que, si bien el INCORE se inspira parcialmente en los ODS, su enfoque va más allá: busca mapear las desigualdades a nivel subnacional y generar recomendaciones de política adaptadas a cada realidad regional. En este proceso, un factor crítico es la capacidad de gestión pública. “La provisión de servicios esenciales, como la infraestructura educativa y sanitaria, recae principalmente en los gobiernos regionales. Por eso, fortalecer sus capacidades técnicas es clave para que puedan ejecutar inversiones de forma oportuna y eficiente”, sostiene.

Pero el problema no es solo operativo. También es financiero. “Los gobiernos locales tienen una capacidad muy limitada para generar recursos propios, sobre todo vía impuesto predial. Para revertir esto, es urgente implementar el catastro nacional y crear incentivos fiscales adecuados”, indica. Según el especialista, sin gestión fortalecida y sin recursos sostenibles, los avances en los ODS seguirán siendo desiguales, profundizando la brecha entre las regiones más competitivas y las que, históricamente, han sido relegadas.

Respecto al enfoque territorial, Arturo Arias del INEI señala que aproximadamente el 40% de los indicadores cuenta con desagregación departamental, y otros permiten análisis por área urbana-rural o región natural. Sin embargo, aún hay limitaciones en la capacidad de mostrar el grado de cumplimiento ODS a nivel regional con precisión, lo que complica la toma de decisiones focalizadas.

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Un problema que aborda hasta 3 de los ODS es la anemia, que no solo se trata de un problema de salud, sino que influye en lo social y económico. Para Juan Fernando Correa, presidente de la organización social Peruanos por Peruanos, el persistente problema de la anemia infantil en el Perú es, ante todo, una deuda cultural. “Sacar a un niño de la anemia no es un proceso complejo en la mayoría de casos. Lo verdaderamente difícil está en educar a las madres, padres y cuidadores sobre el daño que genera y cómo prevenirla desde el embarazo”, asegura. Desde su experiencia en campo, Correa destaca que las soluciones existen —papillas enriquecidas, sangrecita, suplementos accesibles—, pero no han sido masificadas ni comprendidas por las familias en todo el país.

Correa subraya que no se trata únicamente de falta de recursos económicos. “Incluso en sectores altos, hay hasta un 20% de niños menores de tres años con anemia. Eso nos muestra que el problema no es solo la pobreza, sino una ausencia de conciencia colectiva”, explica. A su juicio, el país necesita impulsar un cambio de mentalidad profundo, donde la prevención y la nutrición sean entendidas como pilares fundamentales del desarrollo infantil, más allá de campañas puntuales.

Desde Peruanos por Peruanos, el enfoque ha sido uno solo: educar. “Nosotros trabajamos intensamente en crear conciencia. Mientras no se comprenda que este es un problema grave, y que su solución es posible y accesible, seguiremos arrastrando esta deuda con la infancia”, afirma. Para Correa, abordar la anemia no requiere de fórmulas complejas ni costosas, sino de voluntad, pedagogía comunitaria e información clara. “Este debe ser un compromiso de país: interinstitucional, sostenido y culturalmente pertinente”.

¿Cómo se compara el Perú con la región?

De acuerdo con la CEPAL, América Latina solo logrará el 23% de las metas ODS al 2030. El Perú, con 72.7 puntos sobre 100, supera el promedio regional (70.3), pero enfrenta retos similares: institucionalidad débil, baja articulación y limitada inversión pública.

La CEPAL destaca avances lentos en los mismos puntos que CEPLAN identifica como prioritarios: pobreza, desigualdad, infraestructura urbana y cambio climático. Y resalta problemas adicionales como la informalidad laboral, pérdida de productividad y desconfianza ciudadana.

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La brecha es aún más amplia si se considera la situación de poblaciones específicas:

  • Las mujeres dedican 2.5 veces más tiempo que los hombres al trabajo de cuidados no remunerado.
  • Las personas con discapacidad siguen excluidas del acceso a salud, empleo y educación.
  • Las poblaciones rurales y amazónicas enfrentan triple vulnerabilidad: baja inversión, alta exposición climática y expansión de actividades ilegales (como minería y tala).

Ejemplo de ello es el indicador de mortalidad materna: el INEI lo da por “logrado” con data de 2010 (93 muertes por 100 mil nacidos vivos), pero la ONU lo considera “logrado” con cifras de 2023 (51.5 muertes). Dos cifras, dos años, dos realidades distintas. No obstante, cifras oficiales del Ministerio de Salud y la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES) refieren que el número de muertes maternas es de 262 al año 2023, y una razón de mortalidad de 56.7.

Para el exministro de Salud, Oscar Ugarte, este desfase no es trivial. Comenta que la tendencia general ha sido positiva desde los años noventa, pero “nuestro mejor año fue 2019; con la pandemia recrudeció la mortalidad, y hasta ahora no nos recuperamos”.

Ugarte atribuye este retroceso a problemas de gestión persistentes en los últimos años, lo que se refleja en una atención sanitaria con fuertes disparidades territoriales. Las zonas rurales y de alta vulnerabilidad enfrentan limitaciones crónicas en recursos humanos, infraestructura y acceso a servicios especializados. Así, la brecha entre lo que muestran los promedios nacionales y lo que ocurre en los territorios más rezagados sigue siendo un obstáculo para alcanzar una verdadera cobertura universal en salud.

¿Qué se necesita para acelerar?

Según CEPLAN, hay avances en la articulación intersectorial. El Plan Nacional de Infraestructura Sostenible 2022–2025 ha ejecutado más de S/ 42 mil millones en proyectos alineados a los ODS. Sin embargo, el gran desafío es integrar visión, presupuesto y gobernanza.

Solo el 23% de las gerencias en el país lidera activamente la sostenibilidad, según el Pacto Global de la ONU. Aun así, el 98% de las empresas peruanas consultadas dice contribuir a los ODS. Eso sí, muchas lo hacen de forma poco sistemática y sin estrategia.

Hacia un patriotismo sostenible

Como señaló Li Junhua, Secretario General Adjunto de Naciones Unidas, “la verdadera medida de nuestro progreso no reside en los promedios globales, sino en cómo transformamos la vida de quienes han sido más rezagados”.

Este 28 de julio, más que conmemorar la independencia del pasado, el Perú necesita conquistar la independencia del presente: la independencia del hambre, de la exclusión y del colapso ambiental. Solo así honraremos no solo a quienes liberaron la patria, sino también a quienes hoy la construyen desde cada rincón del país.

De cara al 2030, el INEI proyecta fortalecer su plataforma de monitoreo con mejoras en accesibilidad, actualización y calidad de los datos, en coordinación con otras entidades del Sistema Estadístico Nacional. Sin embargo, su vocación técnica no basta: lograr los ODS dependerá de que los tomadores de decisión conviertan esos datos en políticas públicas sostenibles y con enfoque territorial.

«Si bien el logro de las metas depende de múltiples factores, incluyendo políticas públicas, recursos y articulación interinstitucional, el rol del INEI es clave para proporcionar evidencia estadística sólida que oriente las decisiones para el cumplimiento de los Objetivos al 2030», añade Arias.

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