Perú apuesta por el carbono: la hoja de ruta hacia una economía baja en emisiones

Medio ambiente - Cambio climático

Perú apuesta por el carbono: la hoja de ruta hacia una economía baja en emisiones

Con una regulación avanzada, alianzas internacionales y fuerte participación comunitaria, el Perú impulsa un modelo de mercado de carbono que combina sostenibilidad, justicia social y oportunidad económica. Este fue el resultado del Peru Carbon Forum 2025.

Por Osmaro Villanueva

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En un planeta cada vez más amenazado por los efectos del cambio climático, las señales que nos entrega la ciencia son inequívocas. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) advirtió recientemente que existe un 80% de probabilidades de que al menos uno de los próximos cinco años supere a 2024 como el más cálido registrado. Más alarmante aún es el 86% de probabilidad de que la temperatura media global supere en más de 1.5 °C los niveles preindustriales.

Estos umbrales críticos, establecidos en el Acuerdo de París, marcan la línea roja del calentamiento global, cuya superación traerá consecuencias devastadoras: olas de calor severas, sequías prolongadas, pérdida acelerada de hielo marino, y un incremento en el nivel del mar que compromete directamente a las sociedades, las economías y al desarrollo sostenible mundial.

En este desafiante contexto, los mercados de carbono se han convertido en una herramienta clave para la mitigación de emisiones. Estos mecanismos, ya sean voluntarios o regulados, permiten canalizar financiamiento hacia proyectos sostenibles, fomentar la transferencia de tecnologías limpias y facilitar la participación de distintos actores en la acción climática.

En América Latina, el Perú emerge como uno de los países que están tomando la delantera en la construcción de un ecosistema robusto para estos mercados, articulando regulación, innovación y participación comunitaria.

Una apuesta integral con mirada nacional e internacional

El esfuerzo peruano por consolidar un mercado de carbono funcional y confiable está lejos de ser aislado. Forma parte de una estrategia climática multisectorial que el país viene desplegando en diversos frentes. Durante su participación en la Reunión del Consejo Ministerial de la OCDE 2025, el viceministro de Hacienda peruano, Erick Lahura, detalló que el Perú ha incrementado el Precio Social del Carbono de US$ 7.17 a US$ 30 por tonelada de CO2 equivalente, buscando reflejar el verdadero costo ambiental de las emisiones y guiar la inversión hacia proyectos sostenibles.

A ello se suma la adopción de criterios de mitigación y adaptación climática en la formulación de proyectos públicos, así como la priorización de infraestructura resiliente y baja en carbono. Este enfoque no sólo cumple con compromisos internacionales, sino que redefine el papel del Estado como promotor de una economía verde.

Desde el Ministerio del Ambiente (Minam), el liderazgo ha sido clave. El ministro Juan Carlos Castro ha enfatizado que los mercados de carbono son estratégicos para movilizar financiamiento y acelerar la transición hacia un modelo de desarrollo bajo en emisiones. Para ello, el Perú ha implementado el Registro Nacional de Medidas de Mitigación (RENAMI), una herramienta pionera en la región que permite gestionar información sobre proyectos de mitigación, asegurar su trazabilidad y otorgar seguridad jurídica a los actores involucrados.

«El RENAMI nos coloca en una posición de liderazgo en América Latina. Es una plataforma que asegura transparencia, confianza y eficiencia para el desarrollo de proyectos climáticos tanto en el mercado voluntario como en el de cumplimiento», sostuvo Castro en entrevista con Stakeholders en el marco del Peru Carbon Forum 2025.

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Infraestructura climática: de la Amazonía al mundo

Uno de los factores diferenciales del Perú es su vasta diversidad natural. La región amazónica, que cubre cerca del 60% del territorio nacional, representa una oportunidad única para el desarrollo de soluciones basadas en la naturaleza. Empresas como Fronterra, BAM y Maderacre están a la vanguardia de este enfoque, combinando conservación, biodiversidad y manejo forestal sostenible con la generación de créditos de carbono certificados.

«El bosque vale más en pie cuando lo integra una acción empresarial que lo pone en valor», afirma Juan Carlos González Aybar, CEO de Fronterra. Su empresa administra más de 500 mil hectáreas en la Amazonía peruana, generando empleos formales, divisas y créditos de carbono con trazabilidad internacional. Esta visión, que combina desarrollo económico y conservación, es replicable y escalable.

No obstante, el impulso no se limita al sector forestal. Arturo Caballero, gerente general de la consultora A2G, destaca que el nuevo marco global de acreditación de proyectos, aprobado en la última COP, permitirá al Perú diversificar su oferta de proyectos climáticos. «Ya no se trata solo de bosques. Tenemos oportunidades en agricultura, residuos, infraestructura, electromovilidad y eficiencia energética», explica.

Perú apuesta por el carbono: la hoja de ruta hacia una economía baja en emisiones

Por su parte, Patricia Fernández-Dávila Messum, presidenta de la Asociación Peruana de Carbono y asesora senior en Fronterra, destacó los avances concretos que ha logrado el gremio a pesar de estar aún en una etapa inicial de consolidación. «Como asociación, hemos obtenido resultados muy destacados gracias al trabajo de las distintas empresas que forman parte de nuestra organización. Actualmente somos cuatro miembros, pero esperamos incorporar nuevos socios muy pronto», afirmó. En esa línea, indicó que vienen trabajando en un sistema que permita ampliar formalmente la base de miembros.

Gracias a la acción articulada de estas cuatro empresas, señaló Fernández-Dávila, hoy se conservan más de 3 millones de hectáreas de bosques amazónicos en el Perú, y se generan alrededor de 7.5 millones de toneladas de carbono reducido al año. «Este es un impacto significativo que refleja el potencial transformador del sector cuando se trabaja de manera conjunta y con objetivos comunes», subrayó.

El mercado de carbono como instrumento de justicia climática

Un aspecto central del modelo peruano es la participación activa de comunidades y pueblos indígenas. Para Oseas Barbarán, presidente de la Confederación de Nacionalidades Amazónicas del Perú (CONAP), el mercado de carbono solo será exitoso si respeta la autonomía, los territorios y la cosmovisión de los pueblos originarios. «Nuestra participación no puede ser simbólica ni secundaria. Necesitamos contratos claros, beneficios tangibles y ser parte del diseño desde el inicio», sostiene.

Este enfoque se refleja en la reciente regulación del Minam, que reconoce el rol de los actores locales en la gestión y monitoreo de proyectos. La directora general de Cambio Climático del ministerio, Berioska Quispe, enfatiza que el Perú está construyendo un ecosistema de regulación y monitoreo climático integral. Entre las herramientas clave destacan la Huella de Carbono Perú, el InfoCarbono y el propio RENAMI, todos conectados para garantizar la calidad, coherencia y verificabilidad de los datos.

«Este ecosistema no solo cumple con los compromisos internacionales, sino que es esencial para una transición energética y económica justa. Necesitamos canalizar inversiones hacia las zonas más vulnerables y asegurar que los beneficios lleguen directamente a quienes implementan los proyectos», explica Quispe.

Perú apuesta por el carbono: la hoja de ruta hacia una economía baja en emisiones
La edición 2025 del Perú Carbon Forum se llevó a cabo el 28 y 29 de mayo en el Centro de Convenciones de ESAN.

Cooperación internacional y mirada de futuro

La construcción de un mercado de carbono no es un proceso aislado. Requiere alianzas internacionales, estándares comúnmente aceptados y mecanismos de intercambio confiables. En ese sentido, el Perú ha suscrito acuerdos con Suiza, Singapur y Corea para facilitar la transferencia de tecnología y validar la integridad de sus créditos de carbono bajo el Artículo 6 del Acuerdo de París.

Camilo Trujillo, representante regional de la Asociación Internacional de Comercio de Emisiones (IETA en inglés), señala que los países que establezcan primero marcos regulatorios sólidos atraerán mayores flujos de inversión y conocimiento. «El Perú está en la vanguardia regional. Tiene un marco claro y herramientas robustas que lo posicionan como un destino atractivo para proyectos climáticos con impacto», afirma.

Por su parte, Eduardo Piquero, CEO de MéxiCO2, recuerda que sin regulación será difícil lograr una acción climática a la escala necesaria. «La experiencia mexicana muestra que es posible generar cientos de proyectos si se alinean incentivos, trazabilidad y beneficios para las comunidades locales», sostiene.

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Desafíos y oportunidades del carbono

No obstante, los retos son enormes. El Perú necesita movilizar aproximadamente 186 mil millones de soles para cumplir sus metas climáticas al 2030, de los cuales más de 120 mil millones deben destinarse a medidas de mitigación. El sector transporte es el más demandante, seguido por energía y agricultura. Por ello, escalar la electromovilidad, mejorar la eficiencia energética e impulsar las energías renovables son tareas urgentes.

El mercado de carbono es solo una pieza del rompecabezas, pero una muy importante. Si se implementa con transparencia, inclusión y rigor técnico, puede catalizar una transformación estructural hacia una economía resiliente, competitiva y baja en emisiones.

Una lección desde el sur

La experiencia peruana ofrece lecciones valiosas para el mundo. Demuestra que incluso con recursos limitados, es posible construir un mercado de carbono con integridad, enfoque social y ambición climática. Lo que se está gestando en la Amazonía, en los despachos ministeriales y en las alianzas con el sector privado es, en realidad, una propuesta para reimaginar la economía desde la sostenibilidad.

El Perú ha puesto en marcha las piezas de un engranaje que podría consolidarse como modelo. Lo que ocurra en los próximos cinco años será decisivo. La urgencia está sobre la mesa, pero también la oportunidad de liderar desde el sur global un nuevo paradigma de desarrollo.

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