La comunidad de Puerto Arturo, en la región Madre de Dios, aplica un modelo de sostenibilidad basado en la recolección ancestral de castañas, protegiendo el bosque y generando oportunidades económicas.

Por Stakeholders

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Entre los meses de diciembre y marzo, más de 30 familias de la comunidad de Puerto Arturo, en el distrito de Las Piedras (provincia de Tambopata, Madre de Dios), se dedican a la recolección de la castaña amazónica —también conocida como nuez del Brasil— a través de un modelo de aprovechamiento sostenible que fortalece su economía sin comprometer la conservación del bosque.

Cada recolector gestiona alrededor de 33 árboles de castaña distribuidos en parcelas de aproximadamente 111 hectáreas, respetando una distancia mínima de una hectárea entre árboles. Esta práctica, además de asegurar una producción constante, contribuye a la protección de la biodiversidad del ecosistema amazónico.

El Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), organismo del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri), brinda asistencia técnica a estas comunidades e impulsa prácticas responsables junto con organizaciones como la Asociación Forestal Indígena de Madre de Dios (Afimad), que cuenta con certificación orgánica.

Uno de los ejes de esta colaboración es la promoción de productos con valor agregado derivados de la castaña, como la harina con plátano y bocaditos salados, actualmente en proceso de homologación para compras estatales.

Esta iniciativa busca facilitar su incorporación en programas de alimentación escolar y adquisiciones de gobiernos locales, con el objetivo de mejorar la nutrición y dinamizar las economías rurales.

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La recolección de castañas en Puerto Arturo no solo implica destreza técnica, sino también medidas de seguridad específicas. Dado que los árboles alcanzan entre 35 y 50 metros de altura y los frutos caen naturalmente desde lo alto, el uso de botas de goma y machetes resulta esencial para prevenir accidentes y garantizar condiciones seguras de trabajo.

El empleo de barricas —recipientes tradicionales de almacenamiento— facilita el manejo eficiente del fruto recolectado, manteniendo a la vez las costumbres locales. Este equilibrio entre tradición, economía y protección ambiental convierte a Puerto Arturo en un ejemplo concreto de sostenibilidad en la Amazonía peruana.

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