
Un reciente análisis del Banco Mundial, basado en la información de la página 11 del estudio “Perú: Aprovechando las oportunidades para el crecimiento y la prosperidad”, pinta un panorama desafiante para la economía peruana. Según el informe, sin una serie de reformas estructurales impostergables, el país podría necesitar hasta 64 años para alcanzar la categoría de país de ingresos altos. Sin embargo, la adopción de medidas audaces podría acelerar este proceso, logrando este hito antes de lo previsto, alrededor de 2045 o incluso 2042.
El estudio destaca que, a pesar del sólido desempeño económico registrado durante la década de 2000, Perú enfrenta hoy profundas deficiencias estructurales. Entre los principales obstáculos se encuentran la desaceleración del crecimiento —con un promedio de apenas el 3 % anual desde 2014 y un potencial económico que ronda el 2,1 %—, la baja productividad y una alta informalidad laboral, que alcanzó cerca del 77 % durante la pandemia. Estos factores han limitado la capacidad del país para diversificar su economía y modernizar su sistema productivo.
Inercia estructural y falta de inversión
El informe subraya que el crecimiento de la productividad, motor clave para el desarrollo económico, se ha estancado desde 2013. La inversión total ha mostrado signos de estancamiento, y desde 2014, el 90 % del crecimiento económico se ha sustentado exclusivamente en el consumo, dejando de lado la inversión en innovación y tecnología. Esta dependencia del consumo, sumada a una escasa adopción de tecnologías de punta, impide que el país rompa el techo del crecimiento sostenido.
Además, la capacidad institucional debilitada y la inestabilidad política han dificultado la implementación de reformas necesarias para modernizar el sector productivo y estimular la inversión privada. “La capacidad institucional y un flujo constante de inversión privada son cruciales para fomentar inversiones a largo plazo y las innovaciones necesarias para aumentar el suministro de metales y otros recursos,” señala el análisis del Banco Mundial. En este contexto, el sistema político peruano se percibe cada vez más como un obstáculo que impide el desarrollo de soluciones estructurales.
Brechas en capital humano y producido
Otro aspecto crítico que resalta el estudio es la marcada diferencia entre Perú y los países de ingresos medios altos. La riqueza per cápita en Perú sigue siendo significativamente inferior a la de sus pares, en gran parte debido a una brecha en el capital producido y en el capital humano. Aunque el país cuenta con una modesta ventaja en términos de recursos naturales, esta no es suficiente para compensar las deficiencias en productividad y desarrollo tecnológico. Se estima que, si la participación femenina en la fuerza laboral alcanzara niveles similares a los de los hombres, el PIB per cápita podría incrementarse en un 17,7 % para el año 2050.
Desigualdades y disparidades regionales
El informe también expone las profundas disparidades regionales que afectan el desarrollo económico. Mientras que las regiones costeras y del sur han experimentado un crecimiento impulsado por el auge de la minería y la liberalización del comercio en la década de 2000, otras áreas del país se han quedado rezagadas, ampliando la brecha en el desarrollo y la calidad de vida. La concentración de la actividad económica en pocas regiones ha incrementado las desigualdades y ha limitado las oportunidades de crecimiento equitativo en el territorio nacional.
Oportunidades en medio del desafío
A pesar del panorama sombrío, el estudio del Banco Mundial señala que Perú cuenta con un enorme potencial económico. La abundancia de minerales —como cobre, oro, plata y zinc— y el creciente interés en una minería climáticamente inteligente representan oportunidades clave para atraer inversiones y modernizar el sector. Asimismo, la diversificación de la producción agrícola y el impulso a exportaciones de alto valor agregado pueden ser motores importantes para reactivar el crecimiento.
La transición hacia un modelo productivo más diversificado y sostenible dependerá en gran medida de la implementación de reformas estructurales profundas. Mejorar la eficiencia del Estado, modernizar las regulaciones laborales y fomentar la innovación tecnológica son medidas esenciales para desbloquear el potencial económico del país. Solo mediante estas reformas será posible reducir el largo plazo proyectado para alcanzar el estatus de país de ingresos altos y consolidar un crecimiento más inclusivo y sostenible.
Perú tiene todas las de ganar si empiezan a realizar cambios
El análisis del Banco Mundial deja en claro que, si bien el camino hacia el desarrollo de ingresos altos es largo y complejo, Perú posee las herramientas y recursos necesarios para acortar significativamente este plazo. La clave estará en la capacidad del país para implementar reformas audaces que impulsen la inversión, mejoren la productividad y reduzcan las desigualdades regionales. Sin estos cambios, el sueño de una economía de ingresos altos podría seguir siendo inalcanzable por décadas, afectando la calidad de vida y las oportunidades de desarrollo para millones de peruanos.
LEA TAMBIÉN: El gas en tu cocina contamina más de lo que imaginas (incluso cuando no lo usas)