El año apenas comienza, pero el 1% de las personas más ricas del mundo ya ha agotado, en solo 10 días, la cantidad de emisiones de CO2 que les correspondería para todo el 2025 si quisieran alinearse con los límites necesarios para evitar que el calentamiento global supere los 1,5 °C. Así lo revela un reciente análisis de Oxfam, que advierte sobre el impacto desproporcionado del estilo de vida de los más ricos en la crisis climática.
Apodado el «Día del contaminócrata», este hito evidencia cómo el consumo desmedido de una pequeña minoría compromete los recursos del planeta. «El futuro de nuestro planeta pende de un hilo. El margen de actuación es muy estrecho, pero los superricos siguen dilapidando las posibilidades de la humanidad con sus fastuosos estilos de vida, sus inversiones en empresas contaminantes y su perniciosa influencia política», señala Nafkote Dabi, responsable de políticas de cambio climático de Oxfam Internacional.
El impacto del 1%: cifras alarmantes
Oxfam estima que una «cuota justa» de emisiones de CO2 por persona en 2025 sería de 2,1 toneladas anuales para mantenerse dentro del objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 °C. Sin embargo, el 1% más rico del mundo emite en promedio 76 toneladas anuales por persona, una cifra que multiplica por 36 el límite recomendado. Este grupo, compuesto por aproximadamente 77 millones de personas con ingresos superiores a 140.000 dólares al año, representa el 15,9% de las emisiones globales de CO2, mientras que el 50% más pobre de la población mundial apenas contribuye con el 7,7%.
A modo de contraste, alguien perteneciente a la mitad más pobre de la población necesitaría casi tres años para alcanzar las emisiones que el 1% más rico genera en solo 10 días.
Los costos humanos y climáticos
El informe de Oxfam subraya las graves consecuencias de esta desigualdad en la emisión de carbono. Las emisiones del 1% más rico del mundo no solo contribuyen al cambio climático, sino que también agravan las pérdidas agrícolas y los desastres naturales en regiones vulnerables. Según el informe, las emisiones de este grupo podrían causar pérdidas de cultivos equivalentes a la alimentación anual de 10 millones de personas en Asia Oriental y el Sudeste Asiático.
«Los grandes contaminadores deben pagar por los estragos que están causando en nuestro planeta», insiste Dabi. Para abordar esta crisis, Oxfam insta a los gobiernos a tomar medidas contundentes como gravar los jets privados, los superyates y otros lujos de alta emisión, además de implementar impuestos a las personas más ricas del mundo.
Propuestas en debate para aminorar el consumo de CO2
A nivel internacional, la discusión sobre cómo involucrar a los más ricos en la financiación climática se ha intensificado. Durante la COP29, se propuso gravar a los pasajeros frecuentes y a los multimillonarios para recaudar fondos destinados a compensar las pérdidas y daños provocados por el cambio climático. No obstante, estas medidas enfrentan resistencia. En la reunión del G20 celebrada en noviembre pasado, la propuesta de Brasil para un impuesto global sobre los multimillonarios fue rechazada por varias potencias, a pesar del respaldo de países como Francia y España.
El informe de Oxfam es un llamado a la acción inmediata. Para cumplir con los objetivos climáticos, el 1% más rico debe reducir sus emisiones en un 97% para 2030. Sin embargo, este cambio es improbable sin intervenciones gubernamentales decisivas.
«La humanidad no puede permitirse seguir financiando el lujo y la irresponsabilidad de unos pocos a expensas del bienestar de millones de personas. Necesitamos políticas climáticas justas que pongan freno a esta inequidad y nos acerquen a un futuro sostenible», concluye Dabi.
El tiempo se agota, y con él, las oportunidades de revertir un daño que, como advierten los expertos, afecta desproporcionadamente a quienes menos contribuyen a la crisis climática.