Por: Valencia Dongo
PROYECTOS BLANDOS COMO ALTERNATIVA O COMPLEMENTO A LOS PROYECTOS DUROS*
Con dramática y excesiva frecuencia se puede observar graves desencuentros entre los grandes proyectos de inversión privada en zonas rurales y la población del área de influencia de los mismos. Para lograr solucionar estos desencuentros es frecuente observar que las empresas se dediquen a servir de articuladores para desarrollar infraestructura, es decir “fierro y cemento”, convertido en comisarías, canales de regadío y otros similares, a efectos de lograr la aceptación social.
En buena parte de los casos se puede observar que como se menciona en la obra La Divina Comedia de Dante Alighieri, el conflicto social cual cruel engendro “nunca satisface su hambrienta voluntad, tras comer tiene más hambre que antes”. Así, es muy frecuente escuchar a los funcionarios de las grandes inversiones decir que no entienden por qué mientras gestionan más infraestructura, generan mayor animadversión con los pobladores. Mientras tanto, los líderes opositores a la inversión no ofrecen infraestructura, “fierro y cemento, sino solamente gestionan los miedos y temores de la población. Al final, los que menos se dan cuenta de la pobreza son los pobres, con lo que termina perpetuándose este círculo perverso.
¿Son culpables de la perpetuación de la pobreza los líderes opositores a la inversión? Fácil sería echarles toda la culpa a ellos, pero creo que quizás buena parte de la responsabilidad está en quienes teniendo todas las herramientas económicas (de relación e intelectuales), no pudieron percatarse de cómo transformar la posibilidad del conflicto en una corriente poderosa de desarrollo sostenible, crecimiento económico, justicia social e igualdad de oportunidades.
Al parecer, los grandes inversionistas son los que menos se dan cuenta de que sus argumentos racionales de “inversión sostenible es igual a desarrollo”, no resisten el embate de los argumentos emocionales, que vierten los opositores. El amor, afecto y apego a una causa no se piensa, se siente.
*Proyectos blandos: proyectos destinados a generar emociones y percepciones (desnutrición crónica infantil, educación, etc.).
*Proyectos duros: proyectos destinados a generar obras de infraestructura (canales de regadío, colegios, etc.).
Entonces el principal enemigo de los inversionistas son ellos mismos, pues teniendo todos los elementos son incapaces de combatir en el corazón (sentimientos), en vez del cerebro (racional) como pretenden. Los grandes cambios en una comunidad se combaten principalmente en el sentimiento, no en la razón. Sino veamos el reciente Brexit, la separación de Gran Bretaña de la Comunidad Económica Europea.
El Gobierno de David Cameron, Primer Ministro de Inglaterra se desgañitó por medios y en cuanto escenario pudo para demostrar que matemáticamente no le era conveniente a su país salir de la Comunidad Europea; sin embargo, fue derrotado por el argumento contrario no basado en la razón (cerebro), sino en la emoción (corazón). Apelaron a los sentimientos de territorialidad y dignidad, con lo que abatieron los argumentos racionales y matemáticos de porqué era conveniente quedarse en el seno de la Unión Europea; esto con mensajes como: “Un poco más de dignidad señores, nadie puede venir y menos un extranjero a decirnos qué debemos hacer o no en nuestras casas, el tiempo del colonialismo ya pasó”. Esto generó la reflexión de porqué los europeos tenían que decirles a los ingleses cómo comportarse, cómo vender, a quién y a cuántos refugiados recibir, etc.
¿Ganaron los del Brexit? En mi opinión no fue así, quienes perdieron son los que pretendieron combatir con argumentos racionales, sentimientos hábilmente exacerbados.
Estos sentimientos generan olas sociales en las que los políticos y la prensa se suben cual surfistas y se convierten en activistas; así pueden modificar y alterar una realidad, al margen de los intereses del propio pueblo al que dicen representar.
La depredación del líder que convierte en tontos útiles a cientos de pequeños líderes, que pueden conducir a los ciudadanos como ovejas al matadero de la perpetuación de la pobreza, ¿es un éxito de estos personajes? Creo que no, más bien es la negligencia de quienes teniendo todos los recursos consciente o inconscientemente, no los usan ya sea por desconocimiento o, lo que es peor aún, por asco a la política (“no intervengo porque me mancho”). Entonces ¿a quién le dejas la política?
Como lo mencionábamos al inicio, hay un sentido de urgencia por cambiar la forma de actuar, poder lograr las inversiones y luchar contra la pobreza, siempre con protección y sostenibilidad de los recursos naturales.
El fierro y cemento vs. Los sentimientos
Empezaré mencionando solo un tema, de los 10 que he podido descubrir. Cuando el campo de acción está en el corazón de los ciudadanos, el uso frío del “fierro y el cemento” y la vigilancia del Gobierno convertida en represión, pueden ser solamente un indicador del éxito de las acciones de los opositores a la inversión como fuente de desarrollo. El seguimiento e incitación a la violencia es solamente una muestra inequívoca que los mensajes radicales son un éxito.
Por ello, analicemos si el uso frío del “fierro y cemento” convertido en obra pública, es una fuente de cambio de los sentimientos hacia la inversión:
- El sentimiento es un afecto; el fierro y cemento es racional.
- El sentimiento anima a miles de personas a soñar y actuar comunitariamente; el fierro y cemento solo llegan a cientos de personas. Por ejemplo, si se habla de un colegio se involucra a 200 familias; en cambio, si se habla de la dignidad de un pueblo, se puede hablar de miles o millones de personas.
- El sentimiento invita a trabajar, a organizarse, a sublevarse, a adoptar una causa; en cambio el fierro y el cemento invita a ver cómo trabajan en la presa o la carretera cientos de personas a las que hay que vigilar celosamente para que hagan bien su trabajo.
- El sentimiento se expande; el fierro y cemento pasan a volverse invisibles (parte del paisaje) en breve tiempo.
- El sentimiento puede cambiar percepciones de generaciones; el fierro y cemento no cambia de por sí el sentimiento de la gente. Por ejemplo: el juguete (fierro) no cambia la animadversión que tiene el niño hacia la madre, pero si previamente la madre le ha hecho repetir “mi mamá me ama y yo amo a mi mamá” (sentimiento); por tanto se internaliza la idea de que el juguete es producto del amor (sentimiento) y no del berrinche del niño.
- Los sentimientos de mucha gente respecto a que la inversión privada desmejorará su vida, genera síndromes de desesperanza y desesperación; el fierro y cemento no mejorarán la indefensión. Por eso quizás la gente con más recursos, es la que más se suicida en el mundo.
- El sentimiento está ligado a la propaganda; el fierro y cemento a las relaciones públicas (que además al ser de parte, nadie cree. Recordemos que el autobombo no funciona).
Podríamos seguir enumerando los motivos por los cuales no es posible combatir eficaz y eficientemente la generación de sentimientos, con argumentos tan racionales como el fierro y el cemento; sin embargo, creo que la contundencia de lo que sucede en el mundo nos releva de seguir.
En todo caso, el “fierro y cemento” es bueno para mejorar los indicadores socioeconómicos, pero no es suficiente para lograr la aceptación social para los proyectos de inversión en zonas rurales.