Por Stakeholders

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El reconocido consultor español en educación, Adolfo Cazorla, opinó sobre la problemática universitaria que se vive en nuestro país y expuso soluciones puntuales enfocadas en la investigación.

Por: Chriss Ríos
crios@stakeholders.com.pe

Adolfo Cazorla Montero es Catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid y Director del grupo de investigación GESPLAN (Gestión y Planeamiento Territorial y Medioambiental). En la actualidad dirige proyectos de desarrollo rural en países como el nuestro y fue justamente en una de sus visitas que le concedió a Stakeholders esta entrevista.

¿Cómo encuentra usted al sistema universitario peruano?

Considero que, en conjunto, tiene aspectos tanto positivos como negativos. Por un lado, el número de universidades ha crecido espectacularmente; hoy existen 143 y de ellas 40 han sido creadas en los últimos años. La formación universitaria se ha vuelto intensa para miles de peruanos y yo pienso que toda formación educativa es buena. Sin embargo, es lamentable reconocer que muchas de estas casas de estudio no implican una educación de calidad.

Lo que sucede es que la universidad no solo es un lugar en el que los alumnos se reúnen con los profesores para recibir una formación académica durante cinco años y recibir un título que los habilita para una profesión. Lastimosamente el Perú se ha limitado a este concepto. En consecuencia, la educación que aquí se imparte no es sostenible y evidentemente no figura entre las mil mejores del mundo, salvo la PUCP que está en el borde.

¿Qué es lo que hace falta para tener una educación universitaria sostenible?

Afirmo con toda seguridad que aquí hace falta un sistema universitario sólido que establezca estándares. Lo que se está llevando a cabo a través de la reforma universitaria es bueno y está correctamente encaminado, sobre todo, por el hecho de otorgar licencias a las casas de estudio y a los títulos. El sistema en cuestión debe cumplir con los 8 objetivos que determina la ley, en especial los que demandan una oferta educativa compatible con los fines establecidos en el planeamiento, infraestructura y equipamiento adecuados, existencia de mecanismos de medición e inserción laboral, transparencia, etcétera. Sin embargo, está ocurriendo un problema en este proceso: el Estado está regulando demasiado y generando una excesiva tramitología a las universidades.

La ley no debe condicionar la libertad intrínseca que tienen estas casas de estudio, pues justamente su principal característica es ser un espacio libre. Hace falta un mejor manejo en ese aspecto, por lo que yo sí pediría a los gestores de la SUNEDU un poco más de raciocinio y menos exageración en el proceso. Es este el único punto flojo, ya que todo lo demás tendrá un efecto muy positivo: las universidades estarán obligadas a autoevaluarse y mejorar.

Usted enfatiza mucho la frase “Visión global y acción local”. ¿Cómo aterrizar este enfoque en la enseñanza universitaria?

Primero debemos comprender que la palabra universidad viene de universalidad. Cuando existe un proyecto enfocado en el desarrollo, este debe convertirse en un conocimiento adaptable a varios contextos; que al ser difundido represente un valioso aporte de carácter mundial. Sin embargo, la gran mayoría de docentes peruanos no lo hace y dar ese gran salto es una gran deuda que tienen pendiente. Hoy la esencia de la universidad ya no es transmitir conocimiento, sino crear uno nuevo y difundirlo. Tiene que ser el lugar en donde se solucionan problemas de la sociedad a través de la investigación. Ese es su rol establecido en el mundo.

Asimismo, el docente debe ser un manager que tiene como reto sacar lo mejor de sus alumnos y motivarlos; si el alumno es flojo, hay que trabajar prioritariamente en él y no dejarlo a su suerte, como se hace muy seguido aquí. También debe realizar proyectos actuales y sostenibles relacionados a la doctrina que imparte, no solo hablarle a su alumnado de hechos que pasaron hace cien años.

¿Cómo implementar puntualmente este enfoque?

Existe un concepto que irrumpe con fuerza en la sociedad a principios del siglo 21, junto con la aparición de los rankings universitarios a nivel mundial. Se trata de la “universidad de investigación”, la cual tiene 3 características:

Investigación relevante.- que debe ser correctamente difundida en revistas de impacto para su aplicación mundial.
Docencia relevante.- profesores que realicen buenas investigaciones y así motiven considerablemente a su alumnado.
Percepción relevante.- por parte de la sociedad, las empresas y el gobierno, que verán en la universidad la fuente de solución para problemas locales, regionales y nacionales.

Una óptima gobernanza universitaria podría considerarse la cuarta característica, la cual que debe crear un vicerrectorado de investigación; pero no uno que represente un cargo burocrático más, sino que realmente impulse políticas para que los docentes tengan un alto nivel de preparación para investigar. De no ser así, una de las consecuencias es que el material no estará a la altura de la real demanda social, cultural y económica del país.







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