Por MARÍA HINOSTROZA - PhD Candidato en Sostenibilidad Ambiental en la Universidad de Ottawa - Jefe de Innovación de Asociación Unacem

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En los últimos años, la transición hacia tecnologías limpias ha cobrado un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático. Las fuentes de energía tradicionales han proporcionado comodidades a los hogares durante décadas, pero su persistencia obstaculiza el proceso de descarbonización, requiriéndose realizar mejoras sustanciales. En este contexto, los paneles solares y las turbinas eólicas han emergido como tecnologías cada vez más comunes, mostrándose como alternativas viables de fuentes de energía menos contaminantes. Sin embargo, su adopción masiva aún enfrenta desafíos significativos.

Las tecnologías limpias son cruciales en la reducción de emisiones de carbono y en la transición hacia una economía sostenible. No obstante, se deben realizar importantes mejoras para lograr su integración plena en la infraestructura energética mundial. En este sentido, varios países europeos están realizando avances concretos para eliminar progresivamente el uso de combustibles fósiles. Entre estos esfuerzos específicos se encuentra el uso de nuevas tecnologías como la calefacción de edificaciones con bombas de calor. Asimismo, en el ámbito del transporte, encontramos el desafío de infraestructura de carga para vehículos eléctricos, cuya demanda, aunque en aumento, se ve limitada por la insuficiencia de una red adecuada. Adicionalmente, las baterías de almacenamiento de energía solar enfrentan limitaciones tecnológicas y costos altos para consumidores, lo que, sin duda, restringe su adopción generalizada.

«Las tecnologías limpias son cruciales en la reducción de emisiones de carbono y en la transición hacia una economía sostenible».

Estas muestras de tecnologías se destacan por su notable eficiencia energética. Su uso masivo permitiría integrar las decisiones y participación de la sociedad civil de manera directa en el camino hacia la descarbonización. Sin embargo, su implementación enfrenta desafíos políticos, tecnológicos y logísticos. Como ejemplo, la resistencia de las industrias tradicionales y la carencia de incentivos claros para la adopción de tecnologías limpias limitan el progreso hacia una economía exenta de carbono. Por ello, es imperativo involucrar y alinear a una variedad de actores clave, incluyendo el sector privado y sociedad civil, para superar dichos desafíos. Así, las políticas energéticas no solo deben enfocarse en el ámbito técnico, sino buscar involucrar más activamente a los ciudadanos, quienes pueden ser contribuyentes del cambio a través de mejores usos y hábitos en su vida cotidiana.

Entonces, a pesar de que la transición hacia tecnologías limpias es fundamental para combatir el cambio climático y promover un futuro más sostenible, aún se enfrentan desafíos importantes que requieren una acción coordinada a nivel gubernamental, empresarial y social. Entre los obstáculos que también deben ser abordados se encuentran la escasez de trabajadores calificados en estas nuevas tecnologías, así como el conflicto entre regulaciones de planificación y normativas ambientales. Por ello, es crucial que los Gobiernos faciliten la adopción de tecnologías limpias en la mayor medida posible con políticas de adopción efectivas. Esto incluye incentivos fiscales, subvenciones y regulaciones orientadas a promover la inversión en energías renovables y la eficiencia energética que deben acelerarse. Complementariamente, también se deben promover esfuerzos para la educación de la sociedad sobre los beneficios de las tecnologías limpias para fomentar un cambio hacia la sostenibilidad.

La descarbonización a mayor escala se debe lograr para evitar consecuencias globales irreversibles. Solo mediante un esfuerzo conjunto podremos superar los obstáculos y avanzar hacia un mundo más limpio y seguro para las generaciones futuras. Los Gobiernos deben prepararse para enfrentar desafíos inesperados. Incluso con las políticas más visionarias, se encontrarán desafíos importantes y reacciones adversas durante el proceso de descarbonización a nivel global. Todo esto constituye una lección para todos. Los Gobiernos, las empresas y la ciudadanía deben estar preparados para seguir cooperando y avanzando juntos.







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