Concept of energy efficient light bulb

Por Stakeholders

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POR SERGIO LÓPEZ – Director de Prolab, Centrum PUCP

Con mayor frecuencia encontramos una latente preocupación por la gestión empresarial, su impacto en el medioambiente y en la sociedad. Sin embargo, para algunas empresas no es fácil encontrar el equilibrio entre la responsabilidad social, la protección del medio ambiente y el crecimiento económico en su camino hacia la sostenibilidad.

Las empresas deben comprender que ser sustentable implica satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las de las generaciones futuras. Cada individuo tiene un papel en esto, y para lograrlo, se necesita un compromiso desde la alta dirección y la capacidad de alinear a todas las unidades de la organización en ese propósito. Asimismo, implica comprender que no se puede enfocar únicamente en los resultados económicos, sino que también se debe considerar el impacto social y ambiental de las actividades empresariales. A pesar de su importancia, las empresas sostenibles aún son una rareza en muchos sectores, y algunas creen erróneamente que la rentabilidad es incompatible. Estas empresas se caracterizan por abrazar un triple compromiso en todas sus acciones: la rentabilidad, el impacto ambiental y el impacto social. Estos tres aspectos están intrínsecamente relacionados, y una empresa verdaderamente comprometida entiende que no se pueden separar. Esto significa que las actividades y resultados se miden y evalúan en función de estos tres pilares, y solo se consideran exitosos cuando se cumplen en conjunto.

En el siglo XXI, no debería existir un dilema entre elegir la rentabilidad o la sustentabilidad. Ambos objetivos deben coexistir en la estrategia empresarial. Estudios, como el publicado por la editorial Elsevier, demuestran que es posible combinar el crecimiento económico con prácticas eco amigables. Sin embargo, para cumplir con acuerdos globales como el Acuerdo de París, se requiere un esfuerzo aún mayor. En economías desarrolladas con una alta conciencia ambiental, la compatibilidad entre crecimiento y sostenibilidad es más evidente, pero en otros países, el desafío es aún mayor.

Queda claro que no debería existir una contradicción entre ambos objetivos. No obstante, persiste la idea errónea de que solo las grandes corporaciones pueden abrazarlas. Michael Porter, destacado profesor de Harvard, desarrolló hace algunos años el concepto de Valor Compartido. Este enfoque sostiene que las empresas pueden maximizar su rentabilidad al mismo tiempo que generan un impacto socioambiental positivo. A diferencia de la Responsabilidad Social Corporativa, que se enfoca en actividades externas a la operación principal, el Valor Compartido se integra en la esencia misma de la empresa y apunta al largo plazo.

En conclusión, las empresas desempeñan un papel vital en el desarrollo sostenible de un país. Al adoptar este pilar como parte integral de su estrategia, no solo contribuyen al bienestar social y ambiental, sino que también aseguran su propia viabilidad a largo plazo en un mundo que demanda un cambio hacia un modelo más sustentable.







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