Con la creación de las normas IFRS S1 y IFRS S2 por el International Sustainability Standards Board (ISSB), la sostenibilidad ingresa al lenguaje financiero global, acentuando su relevancia como componente estratégico para competir. No son un marco voluntario más, sino estándares que colocan los riesgos y oportunidades asociados a clima y sostenibilidad al mismo nivel que los estados financieros.
La IFRS S1 busca que las empresas informen cómo los factores de sostenibilidad pueden afectar su capacidad de generar valor. Pide revelar los riesgos y oportunidades relevantes, su gestión y sus posibles impactos financieros. Así, una empresa peruana que opera en zonas con estrés hídrico deberá reportar cuánto agua consume y recicla, qué medidas aplica para evitar conflictos sociales y cómo garantiza la continuidad de sus operaciones. Además de cumplir con un principio de transparencia, esta información permite a inversionistas y reguladores evaluar la resiliencia del negocio frente a desafíos ambientales, sociales y gobernanza.
La IFRS S2, en cambio, se enfoca en los riesgos y oportunidades derivados del cambio climático. Además de reportar emisiones de gases de efecto invernadero; exige identificar riesgos físicos (como inundaciones y otros eventos extremos) y riesgos de transición (como impuestos al carbono o nuevas regulaciones climáticas), a la vez que pide analizar escenarios climáticos y explicar cómo podrían afectar los resultados financieros.
El reciente fenómeno de El Niño lo ilustra con claridad: según el COEN-INDECI, más de 160 000 personas resultaron afectadas y las pérdidas en infraestructura superaron los USD 300 millones, mientras que el Ministerio de Economía y Finanzas destinó más de USD 1000 millones en medidas de prevención y respuesta. El cambio climático exacerba la intensidad y frecuencia de estos eventos que interrumpen cadenas logísticas, frenan la actividad económica y generan impactos financieros que las empresas no pueden ignorar.
«Las empresas peruanas que exporten o integren cadenas internacionales de forma directa o indirecta a estas jurisdicciones, deberán ajustarse a estos estándares si quieren mantener su competitividad».
Cada vez más, los inversionistas institucionales, bancos multilaterales y fondos de inversión usan métricas de sostenibilidad y clima para decidir dónde colocar su capital: CAF aspira a convertirse en el banco de desarrollo verde de América Latina y la nueva estrategia institucional del BID incorpora de forma transversal a sus operaciones biodiversidad, capital natural y acción climática. Las IFRS S1 y S2 ofrecen un marco reconocido que permite demostrar una gestión sostenible de riesgos y transparencia, lo que se traduce en una ventaja para acceder a financiamiento.
Aunque su aplicación aún no es obligatoria en Perú, más de 35 jurisdicciones ya avanzan hacia su adopción o alineamiento, entre ellas la Unión Europea, Chile, Brasil, México y Canadá. China, que representó cerca del 33 % del comercio exterior peruano en 2024 según el BCRP, también desarrolla un sistema nacional de reporte de sostenibilidad alineado con las normas S1 y S2 (la Unión Europea representó el 13 % del comercio total de China en el mismo año). Por ello, las empresas peruanas que exporten o integren cadenas internacionales de forma directa o indirecta a estas jurisdicciones, deberán ajustarse a estos estándares si quieren mantener su competitividad.
Adoptar las IFRS S1 y S2 se vuelve una necesidad estratégica. La pregunta no es si las empresas deben adaptarse, sino cuándo y cómo hacerlo. Para ello, el primer paso es comprender el impacto normativo (dónde se darán los requisitos emergentes y cuándo aplicarían) y determinar los temas que serán materiales para el negocio. La sostenibilidad, integrada a la información financiera, se convierte en una herramienta real de competitividad y resiliencia empresarial.









