Por Rocco Zetola - CEO de Negocios Agroindustriales del Grupo Romero

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En Perú, más de 5.5 millones de personas son autoempleadas, muchas de ellas en la agricultura. Sin embargo, la realidad muestra que, sin acompañamiento técnico ni acceso a mercados, sus oportunidades de crecimiento son limitadas. Hoy más que nunca, el reto no es solo producir, sino hacerlo de manera sostenible y competitiva, promoviendo así mejoras a lo largo de toda la cadena de suministro.

En ese camino, los logros alcanzados por la Asociación de Palmicultores de Santa Lucía, en Tocache, son un ejemplo inspirador. Tras dos años de acompañamiento y capacitación, esta organización de 11 productores y más de 330 hectáreas se ha convertido en la primera del Perú en culminar con éxito la auditoría para obtener el Hito A de la certificación RSPO, el estándar global más exigente en palma sostenible.

No se trata de un simple sello. Lo que está detrás de este proceso es la adopción de prácticas agrícolas responsables, la gestión adecuada del agua y los residuos, la protección de los bosques y el respeto a los derechos laborales y comunitarios. Esto asegura que la palma que producen estos agricultores tenga un valor agregado en los mercados internacionales, pero también contribuye a la resiliencia de sus comunidades y al cuidado de los ecosistemas amazónicos.

«Este hito es una prueba de que cuando trabajamos juntos, grandes y pequeños productores, podemos cultivar desarrollo sostenible y transformar vidas».

Lo más relevante de este logro es que demuestra que la sostenibilidad no es exclusiva de las grandes empresas. Cuando trasladamos estándares, conocimiento y equipos a los pequeños productores, toda la cadena se transforma. La competitividad del agro peruano depende de esa capacidad de articularnos, de incluir a los más pequeños y de abrirles la puerta a mercados más exigentes.

En Grupo Palmas asumimos este reto como parte de nuestra responsabilidad. Pero también lo vemos como una gran oportunidad: si logramos que cada vez más productores alcancen estándares internacionales, estaremos construyendo un agro más sólido, inclusivo y respetuoso con las personas y el ambiente.

El caso de Santa Lucía nos recuerda que el futuro del agro no se mide solo en toneladas producidas, sino en la forma en que producimos. La sostenibilidad ya no es opcional: es el pasaporte que nos permitirá competir en un mundo donde los consumidores, los inversionistas y la sociedad exigen transparencia, responsabilidad y compromiso.

Este hito es una prueba de que cuando trabajamos juntos, grandes y pequeños productores, podemos cultivar desarrollo sostenible y transformar vidas, demostrando que el agro peruano también se puede liderar con sostenibilidad.







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