Si bien la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente nos ofrece (otra) oportunidad para reflexionar sobre nuestras acciones e impactos medioambientales, también es ocasión para evaluar de forma concreta y crítica en qué se ha avanzado y cómo. En este sentido, tanto las personas, como las empresas y los gobiernos cumplen un papel fundamental en términos de protección del entorno.
El tema del Día Mundial del Medio Ambiente cambia cada año y se centra en un problema ambiental en concreto. Por ejemplo, en 2021, el tema fue “Restauración de los ecosistemas”, consagrado a comprender la necesidad de restaurar y proteger los ecosistemas para garantizar la supervivencia de las especies y la salud del planeta. En 2022 se lanzó el lema “Una sola Tierra”, haciendo énfasis en esta idea de que no hay planeta “B”. Mientras que en 2023 el motto es “Invertir en nuestro planeta.” El punto es en qué invertir y en qué no invertir.
A pesar de la relevancia del Día del Medio Ambiente, a menudo este no se traduce en acciones concretas y efectivas. El problema es que dichas celebraciones anuales han devenido gradualmente en campañas publicitarias sin impacto real puesto que no hay evidencias de impacto. Lo hacemos porque nos sentimos bien como colectividad, pero no nos preguntamos acerca de la rendición de cuentas.
Iniciativas como el Stakeholder Capitalism Metrics impulsadas por las famosas “Big 4”, consultoras que proponen una vision de gestión en materia de Gobernanza, Planeta, Gente y Prosperidad (en el marco de los criterios ESG), buscan de alguna forma generar rentabilidades responsables. En otras palabras, un capitalismo más consciente. Pero estos cambios que se proponen representan una suerte de gobernanza de los comunes a gran escala cuyos impactos, tanto positivos como negativos, se experimentan y experimentarán a nivel global.
Para reflexionar…
Por ejemplo, si por un lado se busca alcanzar el carbono neutralidad mediante la reducción de 45 % de emisiones entre 2010 y 2030, la pregunta es ¿y qué pasa con los agricultores de subsistencia que proporcionan el 30 % del alimento mundial? La lógica conduce al drama: sin fertilizantes no hay alimentos y sin alimentos surge el hambre y el descontento social.
La hambruna, de naturaleza multivariable, podría exacerbarse por una transición energética al carbono neutral apresurada y sin alternativas energéticas viables o accesibles. En consecuencia, la falta de alimento conlleva(ría) a la depredación directa de ecosistemas y especies. Esto también es medioambiente.
Medioambiente no significa tampoco privilegiar a la naturaleza por encima del ser humano; pues somos parte de ella. Se trata de hallar un balance técnico -mas no ideológico- de coexistencia basada en una futura bioeconomía que permita lograr el propósito que la ecología industrial (simbiosis organizacional) y la economía circular (extensión del valor útil del recurso) proponen.
Para lograr un impacto concreto, se deben abordar los desafíos ambientales globales de manera integral y multidisciplinaria. Es primordial que las celebraciones del Día del Medio Ambiente estén refrendadas por políticas y regulaciones sólidas acompañadas con monitoreo y controles continuos sin llegar a un centralismo controlador. En ese sentido, tanto los votantes como sus gobiernos elegidos tienen un rol moral que desempeñar en la protección del medioambiente.
Asimismo, las empresas también tienen gran parte de responsabilidad no solo en adoptar prácticas sostenibles o por reducir el uso de recursos naturales; las empresas también pueden innovar y desarrollar productos y servicios sostenibles de bajo impacto toda vez que moldean los hábitos de los consumidores mediante ofertas de productos más responsables con el entorno.