Por Stakeholders

Lectura de:

José Luis Ruiz Pérez
Director de Maestrías y Programas de la Escuela de Gestión Pública de la UP

La pandemia del COVID-19 ha sido un evento que marcará un antes y un después en diversos aspectos económicos y sociales de nuestra sociedad. Los efectos sobre la salud de las personas y los profundos impactos a todo nivel todavía son difíciles de cuantificar en su totalidad y favorecen la incertidumbre respecto a los escenarios de desarrollo futuro.

En el Perú, la actividad económica se contrajo 11,1 por ciento en 2020, luego de 21 años consecutivos de crecimiento1. Si bien la crisis sanitaria aún no se puede considerar controlada, se requiere pensar sobre las estrategias que se plantearán para enfrentar el desafío de mitigar los impactos sociales y económicos de lo vivido en este período. El objetivo es que nuestro país retorne a la senda del desarrollo económico y aproveche las lecciones aprendidas de manera tan dolorosa.

En términos económicos se usan etiquetas como “estímulo”, “rescate” o “reactivación” en los que se privilegian los resultados de corto plazo. Si bien hay necesidades apremiantes que deben recibir atención de manera prioritaria, no debe descuidarse la visión de mediano y largo plazo donde la sostenibilidad requiere de la comunión de las perspectivas económica, social y ambiental.

En este contexto, las políticas alineadas con los principios de la economía circular promueven un nuevo modelo económico menos perjudicial para el medio ambiente, generando más puestos de trabajo y un crecimiento equitativo a corto plazo, y reduciendo los riesgos a largo plazo vinculados al cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad. Estas políticas ambiciosas buscan una «recuperación» a largo plazo, construyendo una economía resiliente y con bajas emisiones de carbono.

La economía circular ofrece un «enfoque de sistemas» para el desarrollo económico que es fundamental para estimular la colaboración, permitir la innovación y generar resiliencia para un futuro posterior al COVID-19. Estas oportunidades no solo existen para las cadenas de suministro de productos específicos, sino también para las industrias en su conjunto, que abarcan un sistema aún más amplio de actores.

Existen oportunidades con modelos de negocio probados en sectores como la construcción (renovación y mejora de edificios, reutilización), envases (recolección, clasificación y reciclaje de plástico) o alimentos (recolección, redistribución y valorización de excedentes y subproductos alimentarios).

No olvidemos la dimensión social: según la Ellen MacArthur Foundation (2020), el procesamiento de plásticos reciclables puede mantener 20 veces más puestos de trabajo que un relleno sanitario y las industrias que usan los materiales pueden generar 100 veces más2. Debemos entender que la valorización de residuos tiene un impacto en la creación de puestos de trabajo formales.

El esfuerzo para acelerar la transición hacia una economía circular no puede verse como acciones aisladas, sino como un trabajo colaborativo. El sector público, el sector privado, la sociedad civil y la academia deben trabajar juntos para desarrollar el conocimiento y las capacidades relacionadas a la economía circular para ayudar a acelerar la transición hacia una recuperación duradera.







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