Por Stakeholders

Lectura de:

Gianela Sipión Castillo

Estudiante de la Universidad Femenina del Sagrado Corazón

Hablar de sostenibilidad en las empresas es comentar acerca de un desarrollo basado en tres variantes fundamentales: económico, ambiental y social. Cuando se combinan de manera estratégica, este triángulo ocasiona una actividad empresarial con impacto reducido en el ambiente y colaboradores satisfechos, además de un valor agregado a tu negocio, dependiendo del núcleo que mantenga la compañía. La expresión se usa hasta la saciedad: ser sostenible, sostenibilidad empresarial, desarrollo sostenible, sin embargo ¿qué significa, realmente, la sostenibilidad de una empresa? 

En pocas palabras, una compañía sostenible es aquella que tiene en cuenta, de acuerdo a su actividad, las oportunidades, obligaciones, riesgos económicos, sociales y sobretodo, ambientales. Es decir, una empresa que presenta un crecimiento económico ético, que minimice el impacto ambiental y respete la comunidad. 

El concepto es tan amplio que la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de las Naciones Unidas (WCED, por sus siglas en inglés) lo ha explicado desde otro ángulo: una empresa con un desarrollo sostenible es aquella “que responde a las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de que las futuras generaciones puedan responder a sus propias necesidades”. 

La propia ONU afirma, en La guía para la sostenibilidad corporativa del programa Global Compact, que una empresa debe asegurar cinco aspectos para ser sostenible:  

  • Actuar de manera responsable, conforme a los principios universales.  
  • Dinamizar acciones que apoyen a la sociedad.  
  • Comprometerse con la sostenibilidad de los cimientos de una empresa al nivel más elevado.
  • Publicar informes anuales de tus logros y esfuerzos.  
  • Alentar una implicación con las comunidades locales de las que forma parte. 

Ahora, el principal obstáculo para propagar la sostenibilidad entre las empresas peruanas es que este concepto aún no está muy difundido ni se promueve. A su vez, la alta informalidad genera que la mirada se centre en el corto plazo. Bajo esa contemplación, resulta inadmisible pensar en impactos o generaciones futuras. Una característica cultural del país que también representa otra dificultad es que no se practica el respeto hacia los demás, la confiabilidad ni la transparencia. 

Se resalta que la transparencia está emparentada con el desarrollo de la confianza entre una organización y sus grupos de interés. Al no tener confianza, no pueden establecerse relaciones a largo plazo. Para superar esta situación, el Gobierno debe crear o reforzar los organismos de supervisión para que puedan cumplirse las leyes laborales y ambientales, e implementar ciertas medidas de castigo como las multas. 

En el Perú, hace poco se aprobó la Ley de Sociedades de Beneficio e Interés Colectivo, o ley BIC. Esta normativa establece un marco jurídico y reconoce a las empresas privadas que, por su propia voluntad, se obligan a generar impactos positivos. Para ello, vinculan su actividad económica con el alcance de propósitos de beneficio social y ambiental. 

Asimismo, el Compliance y Buen Gobierno Corporativo también es relevante ya que involucra trabajar en base a altos estándares de transparencia, profesionalismo y eficiencia, generando en el camino, confianza en el mercado y produciendo un impacto positivo a largo plazo en términos de valor y competitividad, evitando poner en peligro el valor de la empresa y creando o mejorando una buena imagen.







Continúa con tu red social preferida

Al continuar serás un suscriptor gratuito

O continúa tu correo.

Escriba su correo electrónico con el que se suscribió para acceder

Suscríbete

Ya me suscribí.