
En el Perú, y sobre todo en Lima, la forma en que nos movemos día a día necesita un cambio urgente. Cada vez hay más autos, más tráfico, más contaminación y, por supuesto, más estrés. No es raro pasar horas en un bus o en un taxi solo para cruzar la ciudad. Y todo ello nos está pasando factura: tanto en nuestra salud y calidad de vida, así como en el impacto que se tiene en el medio ambiente.
Lima es una ciudad enorme, con más de 10 millones de habitantes y crece sin una planificación adecuada. El sistema de transporte público es caótico, poco seguro y muchas veces informal. Las combis y colectivos informales aún dominan gran parte de las rutas, sin control ni respeto por las normas de tránsito y pasajeros, lo que ocasiona al desorden vial, contaminación y accidentes.
A ello se suma una infraestructura urbana pensada más para los autos que para las personas, donde las veredas son angostas, hay pocas ciclovías y casi ninguna prioridad para peatones y menos para las personas vulnerables. Y aquí vale la pena señalar que la importancia de un sistema de movilidad sostenible y de calidad está vinculado al bienestar de las personas.
En este escenario, la movilidad sostenible se vuelve una necesidad urgente. No podemos seguir dependiendo del vehículo particular como la única solución. Lima necesita un sistema de transporte más limpio, eficiente, accesible y humano. La movilidad sostenible no se trata solo de usar bicicletas o buses eléctricos; es un enfoque que busca garantizar que todos, sin importar dónde vivan o cuánto ganen, puedan moverse con dignidad, rapidez y seguridad.
Algunas señales de cambio ya se están viendo. La Línea 1 del Metro ha sido un avance importante, y se espera con expectativa la ampliación de nuevas líneas que conecten más zonas de la ciudad.
También han surgido iniciativas como los corredores complementarios, el Metropolitano y algunas ciclovías que ganaron uso durante la pandemia. Sin embargo, estas soluciones siguen siendo limitadas, aisladas entre sí y muchas veces mal implementadas.
«No podemos seguir dependiendo del vehículo particular como la única solución».
En la actualidad, la oferta de un transporte público de calidad es insuficiente. El común denominador de nuestra ciudad son largas colas y demoras a los usuarios. Es por ello que el concesionario Tren Urbano de Lima, responsable de la Línea 1 del metro de Lima, planea presentar un proyecto de ampliación de la capacidad de transporte para la integración de las líneas 2,3 y 4 y duplicar la capacidad a un millón de pasajeros diarios.
Para construir una ciudad verdaderamente sostenible, necesitamos apostar por un sistema de transporte público limpio y masivo: buses y autos eléctricos o de bajas emisiones, trenes modernos y bien conectados, además de sistemas de micromovilidad como bicicletas y scooters que permitan complementar los trayectos. Todo ello no es suficiente.
Asimismo, es necesario rediseñar la ciudad para que moverse no implique recorrer distancias absurdas. La idea de una ciudad donde todo lo esencial (trabajo, colegio, centros de salud, comercio) quede cerca del hogar, podría ser una gran solución si se aplica con visión y equidad. La movilidad sostenible en Lima no es solo una meta ambiental, es también una apuesta por la inclusión social, por la salud de la población y por el derecho a vivir en una ciudad más amable. Si seguimos postergando este cambio, las consecuencias seguirán creciendo: más tráfico, más contaminación, más desigualdad y más tiempo perdido.
Por supuesto, este cambio no depende solo de obras o tecnología. Se necesita un cambio de mentalidad y buena gestión de las autoridades para tomar decisiones eficientes para organizar y ser sostenibles; y de la ciudadanía, para adoptar nuevas formas de moverse y respetar el espacio público. También, se requiere educación vial desde temprana edad, campañas de concientización y una mejor coordinación entre municipios, ministerios y empresas. Podemos concluir este artículo señalando la siguiente frase:” La movilidad sostenible en Lima no es un lujo, es una necesidad”.