Por Melissa Becerra - Gerente de proyectos en Perú Sostenible

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Cuando las empresas elevan sus estándares ASG y los trasladan a sus proveedores, los beneficios no solo llegan al balance corporativo: llegan a familias, comunidades y economías locales. La sostenibilidad, entendida como un efecto multiplicador, se convierte en una de las herramientas más estratégicas de desarrollo.

Lo que empieza en una política corporativa podría terminar transformando talleres, chacras y pequeñas fábricas. Cada proveedor que adopta buenas prácticas ambientales o laborales genera beneficios directos para trabajadores, familias y comunidades. Esa es la diferencia entre un esfuerzo aislado y un cambio sistémico.

El efecto es visible en múltiples dimensiones. Una meta de reducción de emisiones en la empresa ancla puede traducirse en cientos de proveedores midiendo su huella de carbono. Una exigencia de seguridad laboral puede mejorar las condiciones de miles de trabajadores. Y un estándar de gobernanza puede abrir la puerta a mayor transparencia en organizaciones que antes no contaban con estas prácticas.

Los beneficios no son solo sociales o ambientales. También son económicos. Al elevar sus estándares, las proveedoras generan empleos de mayor calidad, acceden a mejores contratos y dinamizan la economía local. Además, reducir accidentes, sanciones y conflictos asegura continuidad operativa y menor incertidumbre, lo que se traduce en algo muy concreto: menor costo de capital.

El efecto llega incluso al financiamiento. Hoy, los programas de factoring y confirming verde priorizan a los proveedores sostenibles, dándoles acceso a liquidez en condiciones más favorables. Y las cadenas alineadas con estándares internacionales de sostenibilidad acceden con más facilidad a mercados globales cada vez más exigentes.

«Cuando las comunidades ven prácticas ambientales más rigurosas y mayor transparencia, la reputación deja de ser patrimonio exclusivo de la empresa ancla y se comparte en toda la red de negocios».

Lo más valioso es la confianza social que se construye. Cuando las comunidades ven prácticas ambientales más rigurosas y mayor transparencia, la reputación deja de ser patrimonio exclusivo de la empresa ancla y se comparte en toda la red de negocios. La sostenibilidad se convierte en un valor compartido.

Conscientes de este poder multiplicador, desde Perú Sostenible estamos lanzando el programa EGS Cadenas de Impacto, que busca trasladar estándares ASG de las empresas ancla a sus proveedores. El programa brinda un diagnóstico de sostenibilidad minucioso de los proveedores y los acompaña en el cierre de brechas a través de aliados estratégicos. Su lanzamiento se dará en el marco de la Cumbre Perú Sostenible, el 23 de octubre de este año. El propósito es claro: empresas ancla con un nivel de madurez sólido en sostenibilidad empiezan a construir un legado, transformando sus cadenas de valor.

En un país como el Perú, con enormes retos, esta es una de las estrategias más poderosas de transformación. Trasladar estándares ASG a la cadena de valor no es solo un buen gesto corporativo, es una estrategia de desarrollo territorial y de competitividad empresarial. 







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