Por Luis Miguel De La Cruz - Especialista en Responsabilidad social y Comunicaciones

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En el Perú, donde las brechas sociales y ambientales son evidentes, comunicar la responsabilidad social empresarial (RSE) de manera efectiva es más que una opción; es una necesidad. Sin embargo, muchas empresas aún creen que basta con una campaña publicitaria emotiva o un logo en una camiseta para demostrar su compromiso. La realidad es que comunicar la RSE requiere autenticidad, coherencia y una conexión genuina con la sociedad.

Según el informe Responsabilidad Social Corporativa en Latinoamérica de Sherlock Communications de 2024, el 82 % de los consumidores peruanos prefiere comprar a empresas socialmente responsables. Además, el 93 % considera que las empresas deben invertir en proyectos sociales y medioambientales, y el 94 % afirma ser leal a empresas que coinciden con sus valores.

No obstante, persisten desafíos. Un estudio de REF reveló que, aunque el 70 % de las empresas peruanas miden los resultados de sus planes de sostenibilidad, solo el 66 % considera la sostenibilidad como un eje de alta importancia. Esta brecha entre la percepción y la acción indica que aún hay mucho por hacer para integrar la RSE de manera efectiva en las estrategias empresariales.

Un ejemplo inspirador proviene de la región de San Martín, donde la familia González-Callirgos transformó sus campos de arroz en estanques para criar paiches, el pez de escamas más grande de la Amazonía. Con el apoyo del Centro de Innovación Productiva y Transferencia Tecnológica (CITE) Acuícola Ahuashiyacu, lograron mejorar significativamente la tasa de supervivencia de los paiches y fomentar una economía circular que promueve la reforestación y la sostenibilidad. Este caso demuestra cómo una iniciativa empresarial puede generar un impacto positivo en la comunidad y el medio ambiente.

«La realidad es que comunicar la RSE requiere autenticidad, coherencia y una conexión genuina con la sociedad».

En comparación, países vecinos como Colombia han avanzado en la integración de la RSE en sus estrategias empresariales. El Consejo Empresarial Colombiano para el Desarrollo Sostenible (CECODES) impulsa una narrativa de sostenibilidad basada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), donde las empresas comunican no solo sus acciones, sino también cómo estas contribuyen a las metas globales y nacionales. La clave está en la coherencia: comunican lo que miden y miden lo que importa.

En el Perú, aún enfrentamos desafíos en la comunicación de la RSE. Muchas veces, las áreas de responsabilidad social y comunicaciones trabajan de manera aislada, lo que genera mensajes inconsistentes y una percepción de falta de autenticidad. Es fundamental integrar la comunicación en la planificación estratégica de la sostenibilidad desde el inicio, asegurando que las acciones y los mensajes estén alineados y reflejen un compromiso genuino.

Además, es crucial utilizar un lenguaje accesible y emocional que conecte con las personas. Hablar de «impacto positivo en la cadena de valor» puede sonar lejano, pero contar cómo una alianza permitió que jóvenes de zonas vulnerables accedan a becas técnicas moviliza y genera empatía. Asimismo, es importante diversificar los canales de comunicación, utilizando medios locales, redes sociales y espacios de diálogo para llegar a diferentes audiencias y fomentar la participación ciudadana.

Finalmente, debemos recordar que la responsabilidad social no se comunica para «quedar bien», sino para generar valor compartido. La narrativa debe ser consistente con la acción. Si prometemos inclusión, que se refleje en nuestros equipos. Si decimos cuidar el ambiente, que lo demuestren nuestras prácticas. Si afirmamos estar del lado de la comunidad, que se note en nuestras decisiones y acciones.

En resumen, comunicar la responsabilidad social en el Perú requiere menos marketing vacío y más autenticidad. Se trata de narrar lo que hacemos con transparencia, conectar desde la verdad, escuchar con respeto, transmitir empatía y construir desde la confianza. Porque solo así, la comunicación deja de ser una herramienta instrumental y se convierte en un verdadero motor de transformación social.







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