Se ha realizado la Asamblea General de la ONU 2024 con la presencia de 100 jefes de Estado. Transcurrió en tiempos de altísima incertidumbre. El universo amenaza con desequilibrarse cada vez más.
Para impedirlo, la Asamblea propuso las bases de un “pacto mundial” para el futuro. Entre los temas claves, junto a la paz, se hallan los que siguientes:
Desigualdades en ascenso
El 1 % más rico de la población posee actualmente más que el 95 %, y es dueño del 43 % de los activos financieros. En los últimos cinco años, dos tercios de los 75 países de menor desarrollo se hicieron más pobres; mientras que, por el otro lado, las cinco personas de más riqueza del mundo duplicaron su fortuna. Los monopolios avanzan en la mayor parte de los mercados. Las siete hermanas, las grandes empresas petroleras, controlan un porcentaje creciente de la producción mundial y se expanden velozmente. Dos empresas son las dueñas del 40 % de la producción de semillas del mundo. Seis empresas monopolizan el 55 % de los mercados digitales y la Inteligencia Artificial (IA). Tres fondos financieros de EE. UU. manejan el 20 % de todas las inversiones del orbe.
Las desigualdades se reproducen y generan una polarización creciente. Hoy han aumentado pronunciadamente las diferencias entre países ricos y países en desarrollo y pobres, y las inequidades al interior de estos últimos.
«El 1 % más rico de la población posee actualmente más que el 95 %, y es dueño del 43 % de los activos financieros».
Pobreza y hambre
Un reciente artículo en la prestigiosa revista médica The Lancet actualiza los estimados de inseguridad alimentaria. Concluye que, de los 8000 millones de habitantes del planeta, 5000 mil millones carecen de alguno de los 15 micronutrientes imprescindibles para la salud. Por ejemplo, muchos no tienen acceso a hierro, y ello significa anemia. Otros no tienen zinc, y el déficit afecta sus sistemas neuronales. Asimismo, según la FAO, 830 millones tienen hambre con altas tasas de mortalidad infantil y materna. El hambre tiene que ver con las grandes desigualdades y la pobreza extendida.
Los desequilibrios climáticos extremos
El 2024 fue el año más caliente de la historia. El dióxido de carbono se multiplica por los combustibles sólidos y genera climas cada vez más extremos, y catástrofes climáticas. Zonas cada vez más amplias se hacen inhabitables, y los vulnerables de la tierra superan todos los récords. El desastre climático empeora agudamente los déficits alimentarios.
La explosión tecnológica, ¿hacia dónde vamos?
Una reconocida autoridad en futurología, Yuval Harari, plantea en su nuevo libro Nexus dos escenarios posibles. Como consecuencia de la transformación total que la revolución tecnológica y la IA están produciendo, el universo puede ir hacia una “utopía tecnológica”. Esto implica que los enormes avances en tecnología que pueden beneficiar extensas áreas disciplinarias y tecnológicas son progreso estimulante desde la prolongación de la esperanza de vida, que puede duplicarse en los que nacen ahora, hasta la generación en escala cada vez mayor de energías limpias que reemplacen a las contaminantes predominantes. El otro escenario es que se marche hacia una “distopía tecnológica” donde se profundice el apoderamiento de los cambios por parte de grupos reducidos, ultrapoderosos, que manipulan las audiencias y emplea la red para la desinformación y la difusión de conspiraciones falsas y mentiras, promover dictadores, desdemocratizar, hacer crecer las ultraderechas, y generar IA falseada. Es decir, una realidad paralela a la verdadera para maximizar su lucro personal y su influencia.
Ante este panorama se impone una “apuesta al futuro” que encamine la humanidad para redoblar esfuerzos, reducir las desigualdades, frenar la monopolización, bajar sustancialmente la pobreza y el hambre; recuperar los equilibrios naturales en peligro, fortalecer la democracia, y regular éticamente la revolución tecnológica en favor de todo lo anterior.