Por ALFREDO ESTRADA MERINO - Director de ATC-Impactahub

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El actual incremento en el desarrollo de negocios conscientes con el planeta y la sociedad, con la participación de actores públicos y privados, han fortalecido muchos despliegues e iniciativas enmarcadas en estrategias para el impulso de la economía azul, término definido por UNEP Finance Initiative como “aquella economía, que busca promover el crecimiento, preservar y mejorar los medios de vida en una variedad de sectores, garantizando al mismo tiempo el uso sostenible de los recursos marinos”; aquí se ve la visión integradora y transversal de este concepto, que busca contribuir de forma positiva y equilibrada a nuestro planeta, mediante la sostenibilidad marina.

Los cambios dramáticos, que se dan en el ecosistema marino actualmente, traen consigo consecuencias con impacto negativo en los entornos alimentarios, la educación, la inclusión y diversidad, la justicia climática, entre otros, fortaleciendo más aún la necesidad de cuidar los océanos y consolidando a la economía azul como un vector de circularidad, alianzas, resiliencia y generación de oportunidades únicas para la innovación y el emprendimiento responsable con base e impacto en el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible.

«Los cambios dramáticos, que se dan en el ecosistema marino actualmente, traen consigo consecuencias con impacto negativo».

En este sentido, los llamados emprendimientos azules son un componente clave y crítico dentro de este contexto, los cuales desarrollan proyectos para la creación de productos y servicios innovadores, de calidad y sostenibles, que tiene como propuesta de valor central la preservación de los recursos y la biodiversidad marina. Este no es un asunto nuevo, pero hoy por hoy ha pasado de ser un tema de conversación a ser un mecanismo claro de transformación empresarial, que, impulsado de forma estratégica, contribuye a la reducción de emisiones, al aprovechamiento empático del capital natural, a la mejora de la eficiencia energética y a detener la pérdida de la biodiversidad.

Las oportunidades que brinda el desarrollo de los emprendimientos azules son más claras cuando se dimensionan los beneficios que estos pueden generar; así, en datos del Banco Mundial, los océanos impactan en diversos sistemas alimentarios que benefician a más de 3 mil millones de personas en el mundo, por su parte WWF sostiene que la generación de empleo resultado de la productividad del ecosistema marino asciende a 24 trillones de dólares.

Frente a este escenario, para que los emprendimientos azules puedan ser escalables y generen resultados positivos a la comunidad, se debe trabajar en tres ejes importantes: investigación interdisciplinaria, desarrollo de competencias multiactor, cultura de conectividad local; para tales fines, es necesario implementar sinergias efectivas, que desde la academia, los centros de investigación, las incubadoras y plataformas especializadas fortalezcan investigaciones y estudios en los que comulguen tanto el enfoque científico como el tecnológico y empresarial. Muchas veces se presentan y desarrollan ideas con mucha rigurosidad técnica, pero carentes de una base empresarial y tecnológica, que permitan su implementación; así, el poder de la interdisciplinariedad permitirá realmente que ideas de negocio con impacto en nuestros océanos vean la luz y escalen.

Finalmente, es determinante el desarrollo de competencias transversales e integradoras vinculadas a la gestión de emprendimientos azules, que sean dirigidas a inversionistas, emprendedores, estudiantes, empresarios, gobierno, sociedad civil, y que se basen en los objetivos de desarrollo sostenible relacionados al bienestar humano, a las economías justas, a los sistemas alimentarios, al desarrollo urbano y periurbano y, finalmente, al cuidado de los recursos marinos, de esta forma se tendrá un ecosistema de actores con conocimiento, apertura y empatía, que acompañen a experiencias emprendedoras y empresariales para que marquen la diferencia y generen el impacto “positivo y azul” que los océanos y los recursos marinos necesitan y que nosotros, los humanos, también.







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