Por: Jorge Melo Vega Castro
Presidente de Responde
Así como las personas plantean sus deseos cuando comen las uvas al recibir doce, las empresas se vuelven especialmente sensibles el mes de enero y transmiten a la organización los principales retos que deben ser cumplidos en los siguientes doce meses. Las más grandes ya hicieron su planeamiento el trimestre pasado y las pequeñas tratan de ordenarse y llenarse de energía para mejorar este año.
Los aspectos vinculados a la sostenibilidad al que aspiran, suelen coincidir, casi siempre, en relación con los trabajadores, el ambiente, los proveedores, la comunidad, etc. y no suelen variar año a año, salvo en el énfasis que le ponga cada industria. En esta oportunidad queremos plantear, como lo harían los analistas de inversión para pronosticar el comportamiento de las acciones, cuatro temas que consideramos que deben de estar en la agenda de sostenibilidad en las empresas peruanas para este nuevo año. Estos serían:
El Compliance es cada vez más importante y de difícil abordaje, hay diferentes entendimientos y se lo disputan diferentes áreas; las empresas que más han avanzado tienen un responsable que es el Oficial de Cumplimiento. El Compliance son las medidas que adopta una organización para identificar y clasificar los riesgos operativos y legales, y establecer mecanismos internos de prevención, gestión y control. Este modelo, si es exitoso, permite blindar a la organización frente a los riesgos; adicionalmente, al asumirse el modelo la empresa mejora sustantivamente en su gestión de la sostenibilidad. Los riesgos sociales y ambientales pasan a tener tanta importancia como era antes los económicos, lo que lleva a que se les dedique recursos, gestión y se le fijen indicadores. La mayor aspiración de la RSE.
El trabajo decente es nuestro dolor de cabeza permanente, reflejo de nuestra informalidad, que impacta tanto en la institucionalidad como en la competitividad. Desde la empresa solemos demandar al gobierno medidas para su solución; sin embargo, las empresas tienen una responsabilidad capital. No se trata que ellas contraten dentro de la legalidad, eso se da por descontado, sino que deben ser rigurosas en su cadena para que los involucrados también ingresen a prácticas de trabajo decente: la construcción y sus insumos, los recicladores, los bodegueros, los puestos de periódicos, los transportistas. No hay trabajo decente en esas labores, de acuerdo a los estándares de la OIT, pero esas tareas se soportan en el negocio de muchas grandes empresas.
Políticas de diversidad con enfoque en diversidad de género. Ya no vale mucho el argumento que “no hay muchas mujeres competentes para las tareas que realiza mi empresa”, porque en realidad sí existen formas de abordar esa situación. No se trata sólo del número de mujeres que trabajan dentro de la organización, sino de cómo se está gestionando para que, de manera inteligente, la empresa obtenga mayores beneficios al contar con el aporte de ese talento con mejores condiciones: reclutamiento, promoción, posiciones directivas, equilibrio trabajo vida personal, redefinición de lo masculino en la empresa. Hay en nuestro país importantes iniciativas para abordar creativamente la problemática de la equidad de género con beneficios para la productividad y el clima laboral y social.
A diferencia de otros países en la región hablar de empresa y Derechos Humanos es tabú en el Perú, debido al proceso de violencia y posterior ideologización del término que ha terminado por distanciar al empresariado en su abordaje y adecuada gestión. Los riesgos que asumen las empresas son muy elevados si no realizan el diagnóstico interno de su gestión (Due Diligence). Ojo, ya no es un tema de las mineras, porque ellas ya lo vienen abordando, el riesgo está más bien en aquellas empresas que no lo han interiorizado: manufactura, agroindustria, turismo, retail, entre otras, que están expuestas con sus proveedores, sus trabajadores o en temas ambientales y requieren vigilar sus prácticas de relacionamiento.