
El concepto de comunicación política suele asociarse a las campañas electorales y a las gestiones gubernamentales; sin embargo, se trata de un término que abarca mucho más en la dinámica de interacción social y en la permanente tarea de persuadir en el debate público, desde distintos ámbitos y múltiples aristas.
La comunicación política -entendida como un proceso estratégico de intercambio informativo y discursivo entre autoridades, medios y ciudadanía, con la finalidad de influir en decisiones, así como de legitimar acciones- se ha convertido en un elemento clave para los gremios empresariales, tanto para promover sus intereses económicos, como también para fortalecer su imagen y consecuentemente, la confianza en sus acciones. Según el Latinobarómetro 2023, el 58 % de los ciudadanos en la región considera que una buena comunicación entre empresas y gobierno puede mejorar la confianza en ambas instituciones, que en el caso peruano se encuentra con índices altos de deterioro.
Frente al inicio de un largo ciclo de campañas electorales, que tendrá primero a las elecciones generales y luego a las municipales-regionales con una distancia de pocos meses, enfrentaremos un periodo largo de proselitismo, que evidentemente estará cargado también por mensajes demagógicos y posturas populistas. Es precisamente en ese contexto donde los gremios empresariales tienen una magnífica oportunidad para recuperar parte del protagonismo perdido en el debate de ideas, el planteamiento de propuestas que generen emoción, así como en el fortalecimiento de liderazgos democráticos.
«Enfrentaremos un periodo largo de proselitismo, que evidentemente estará cargado también por mensajes demagógicos y posturas populistas».
Para aprovechar la oportunidad, toca asumir que la comunicación institucional en general y la política en particular, implican confrontación de posiciones, utilizando códigos que representan respaldos, alianzas y oposiciones planteadas con lógicas distintas a las de la comunicación comercial de un bien o servicio empresarial a la cual se encuentran más acostumbrados por las tareas cotidianas.
Asimismo, un desafío estructural es la persistente desconfianza y la saturación de información negativa. Para afrontar dichas barreras, los gremios deben evitar mensajes vacíos que se alejan de las mayorías y adoptar un enfoque centrado en valores sociales compartidos. Además, es fundamental fortalecer las capacidades internas en comunicación, promover la participación activa en debates y mantener una coherencia entre las acciones y los mensajes transmitidos. La creación de redes de diálogo y colaboración con organizaciones sociales y medios de comunicación tendrán impacto si tienen vocación de permanencia en el tiempo.
Enfocados en el planeamiento del año 2026, un reto fundamental para los gremios empresariales que pretendan comunicar políticamente es presentarse con claridad. Las organizaciones requieren explicar quiénes son y qué pretenden, una tarea que perecería simple, pero que resulta compleja en su implementación. Apostaría a que no es un asunto resuelto para muchos de los propios agremiados en las organizaciones empresariales.