JORGE MELO VEGA CASTRO- Presidente de Responde
La apuesta por la sostenibilidad nos señala un norte, se trata de avanzar, mejorar, crecer, distribuir, porque hay un futuro y con él, la confianza. Y es que hoy atravesamos en el Perú un momento muy delicado originado por una profunda crisis política que está afectando la calidad de vida de millones de peruanos. La falta de confianza ha derivado en una importante caída en las inversiones privadas por seis trimestres consecutivos, con resultados adversos para la población al no crearse empleo, reducirse la producción, caída en la demanda y, por tanto, el Estado ha recibido 12 % menos ingresos por impuestos en el último año, que sirven para brindar servicios de salud, educación y seguridad a los que menos tienen.
Puede sonar a “la cantaleta de siempre”, pero este escenario de no sumar inversión también se ve agravado con componentes de resta. Se vienen dando cifras récord en reparto de dividendos y reducción de capital en las empresas, esto es que los inversionistas están retirando su dinero de las empresas y eso solo ocurre cuando no se percibe una salida clara a la crisis mencionada. Parecen enunciados muy básicos, de lecciones de economía del colegio, pero tienen una alta repercusión negativa en la sociedad generando mayor indignación y protestas debido al decrecimiento del PBI. De acuerdo con el reciente Latinobarómetro publicado hace pocos días: “el 91 % de su población está insatisfecha con su democracia, es decir casi toda la población que es indiferente o prefiere el autoritarismo está insatisfecha, lo que constituye un capital político negativo en contra del régimen que sea que está de turno”.
Cuando se trata sobre los alcances de una gestión ESG hemos indicado que es la G de gobernanza, promovida por los inversionistas, la que adquiere protagonismo y estimula a las empresas para mejorar sus estándares sociales y ambientales proyectándose en el crecimiento. Se interviene hoy para mejorar el futuro y ese futuro se basa en la confianza: para decrecer no es necesario recurrir a una gestión sostenible, resulta incompatible. Ese es el reto que debemos enfrentar hoy los profesionales involucrados en la dinámica de la sostenibilidad. Cómo hacemos para promover las mejores prácticas, que las empresas inviertan en mejorar su capital social y en reducir o compensar sus emisiones, si la realidad más bien nos indica que hay reducción de personal y venta de activos.
Nuestra crisis de confianza está asociada a la institucionalidad, no solo la del Estado sino la de la propia sociedad. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 16 precisamente incide en que, para avanzar hacia el desarrollo que nos plantean los ODS y así nadie se quede atrás, necesitamos de instituciones sólidas. Creemos que por allí va el enfoque que debemos insistir los profesionales de la sostenibilidad en Perú. Aparcar un poco el mundo de los estándares, que cada vez son más, y sumarnos a los esfuerzos por fortalecer nuestras instituciones: nuestros gremios empresariales, los clubes, los sindicatos, los movimientos sociales y sus liderazgos, los partidos políticos. También, claro, los organismos del Estado, reivindicando al servicio público y persistiendo en exigir meritocracia; y como sociedad no tolerar más el mal uso de las instituciones públicas y privadas. ESSALUD, el Congreso, la Defensoría del Pueblo, el campeonato de fútbol, las protestas sin liderazgos para el diálogo, la Municipalidad de Lima que desconoce las resoluciones arbitrales, etc. Todas son instituciones que no merecen la confianza ciudadana, que ahuyentan a los inversionistas y han llevado a que migre el capital y migren los ciudadanos en los últimos tres años.