Por JORGE MELO VEGA CASTRO - Presidente de Responde

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En un mundo en constante transformación, la innovación no se limita a la creación de nuevos productos o servicios. Más bien, se trata de ofrecer soluciones novedosas que equilibren consideraciones económicas, ambientales y sociales. La innovación sostenible, también conocida como ecoinnovación, se centra en desarrollar soluciones que aborden desafíos globales apremiantes mientras minimizan los impactos negativos.

La integración de la sostenibilidad en el ciclo de desarrollo de productos es fundamental. Va más allá del enfoque tradicional de investigación y desarrollo (I+D). En cada etapa, desde la ideación hasta la comercialización, se incorporan principios de sostenibilidad. Los innovadores sostenibles adoptan el modelo de economía circular, diseñando productos pensando en su longevidad y priorizando la reparabilidad, promueven el reciclaje y la reutilización. Al cerrar el ciclo, reducen los residuos y conservan los recursos.

El reto implica desarrollar tecnologías limpias que minimicen el impacto ambiental, para ello se requiere de fuentes de energía renovable como la solar, eólica o hidroeléctrica. En su momento, Tesla, por ejemplo, revolucionó la industria automotriz al introducir vehículos eléctricos que combinan rendimiento con conciencia ambiental. Estos reducen las emisiones de gases de efecto invernadero y aceleran la transición hacia un futuro con bajas emisiones de carbono.

Esa innovación de Tesla, estimulada por el cambio climático, ha terminado por trastocar toda la lógica de la industria del transporte, no solo la automotriz, expulsando del mercado (desapareciendo o por desaparecer) a empresas que no han sabido adaptarse a la nueva realidad de electrificación y digitalización. Los grandes y tradicionales fabricantes de vehículos han perdido su protagonismo. Se presentan escenarios entonces, como en su oportunidad ocurrió con la revolución digital, que llevan a la desaparición de muchas empresas que fueron sustituidas, como Kodak, Blockbuster u otras industrias sensibles como la prensa escrita.

«En su momento, Tesla, por ejemplo, revolucionó la industria automotriz al introducir vehículos eléctricos que combinan rendimiento con conciencia ambiental».

Otro espacio con importante presión innovadora y sostenible es el de la agricultura urbana que enfrenta desafíos significativos debido a las limitaciones de espacio, la escasez de agua y la degradación del suelo. Sin embargo, estos obstáculos han estimulado una innovación sin precedentes. Los agricultores urbanos están adoptando prácticas como la agricultura vertical, que utiliza iluminación LED, hidroponía y automatización para optimizar los recursos y aumentar los rendimientos. Además, la industria de la moda y textiles también está experimentando una transformación, impulsada por la necesidad de reducir las ineficiencias energéticas y el uso excesivo de agua. Otro ejemplo sorprendente es la carne cultivada en laboratorio, una solución aparentemente sacada de la ciencia ficción, que busca minimizar los impactos negativos generados por la ganadería tradicional.

A pesar de los avances, algunas industrias son lentas para adoptar prácticas sostenibles debido a normas arraigadas e intereses económicos que priman en determinados países. En el nuestro, esa nueva realidad es impensada por las autoridades. Las barreras regulatorias y la falta de políticas de apoyo que al final nos pasarán factura en la competitividad y la empleabilidad.







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