Por Stakeholders

Lectura de:

Hans Rothgiesser
Miembro del Consejo Consultivo Stakeholders

Por supuesto que la pandemia ha sido una tragedia para todos nosotros. Eso está más allá de toda discusión. Ha significado pérdidas de vidas, desplome de la economía, alteración de nuestro estilo de vida, etc. De eso nadie se ha escapado. Aun así, como el ser humano es un animal de costumbres, algunos han buscado el aspecto positivo a este lamentable contexto. Por ejemplo, Ipsos publicó hace poco un informe sobre el alto porcentaje de personas que, dado que pasan más tiempo en su casa, se han organizado para hacer más ejercicio y comer mejor que antes del COVID-19. Resulta que no son pocos.

Según el documento Diet & health under COVID-19, a nivel mundial un 31% considera haber ganado peso y un 27% ha aprovechado la pandemia para hacer más ejercicio del que hacía antes. Para el Perú los porcentajes mejoran. El 34% considera haber ganado peso, lo que está ligeramente por encima del promedio mundial. En el Perú 34% está haciendo más ejercicio, lo que está por encima del promedio. Es decir, la pandemia y la cuarentena ciertamente son tristes y duras para todos nosotros. Pero un 34% lo ha visto como motivo para hacer más ejercicio, lo cual ciertamente es sano y celebrable. Algo positivo en el medio de las noticias negativas.

De igual manera algunos han encontrado algo positivo en el hecho de que la paralización de varias industrias y el menor comercio internacional y la reducción del transporte dentro de las ciudades han llevado a que haya menos emisiones de CO2 que en años anteriores, lo que podría traer un respiro para nuestro medio ambiente, tan golpeado por la actividad humana.

En diciembre del 2020 se publicó alguna información al respecto. Los científicos habían identificado que el año pasado las emisiones de CO2 se habían reducido ligeramente. No obstante, no era suficiente como para que valga la pena celebrar. Una reducción de 7% fue calificado como una “gota en el océano” y que en realidad esto podía servir como un punto de partida para cambios más profundos que nos permita ir reduciendo estas emisiones de manera más significativa en el futuro, cuando la pandemia pase y nos quedemos en una nueva normalidad.

Apenas en el 2021 ya se espera que las emisiones se comiencen a recuperar, por lo que la ventana de oportunidad para hacer los cambios necesarios se está cerrando rápidamente. Algunos podrán pensar que ya todo está perdido, pero ése no es necesariamente el caso. Tenemos países como el Reino Unido, que han sido muy eficientes en reducir su emisión de CO2. Este país ha reducido en 40% sus emisiones desde los años setenta. Eso es todo un mérito y nos muestra que es posible.

Según los científicos, durante el 2021 las emisiones tendrán un rebrote como consecuencia de los planes de recuperación de los distintos países. Por eso, las autoridades deberían aprovechar estos meses para colocar nuevas políticas que promuevan energías limpias y que consideren el cambio climático en sus planes de recuperación económica post-pandemia. Por ejemplo, generar los incentivos para que más gente trabaje desde su casa, de tal manera que no tenga que trasladarse en un coche a combustión interna hasta un centro de trabajo en otro lado. O si no, reordenando el espacio público para que sea más amigable a peatones y ciclistas, de tal manera que se migre a medios de transporte más verdes.

Así que aprovechemos la oportunidad para trazar el camino hacia una nueva normalidad que sea más amigable con el medio ambiente y que no sea aun más contaminadora de lo que era antes. No vaya a ser que salgamos de la olla pandemiológica para caer al fuego climático.







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